Un fotógrafo de San Petersburgo se cansó de estar sentado en casa en confinamiento, y salió a fotografiar a la gente cumpliendo todas las recomendaciones de la OMS y sin acercarse a sus modelos a menos de dos metros de distancia. Así creó un proyecto fotográfico sobre la distancia social.
Alexánder Chernov, un fotógrafo de San Petersburgo, se ha confinado con su familia y lleva ya tres semanas en casa: dejó de ir a lugares públicos, dejó de visitar a parientes y no recibe invitados.
“En algún momento las paredes comenzaron a presionarme: me di cuenta de que necesitaba alguna actividad creativa y comunicación en vivo antes de que restringieran las normas y no nos dejasen salir. Así surgió la idea del proyecto, fotografiaba sobre todo a amigos y conocidos”, dice Chernov.
Según él, después de la sesión de fotos, la gente le cuenta cómo el coronavirus cambió sus vidas, qué es lo que más temen y qué harán en primer lugar, cuando recuperen su forma de vida.
“Creo que este proyecto tiene un fuerte lado psicoterapéutico. Para los héroes, es una oportunidad para hablar, para formular todas sus experiencias en un texto corto. Para los lectores, es una oportunidad para ver que todos tienen problemas comunes, todos están pasando por un momento difícil. Que alguien continúe mirando el mundo con esperanza y vea ventajas en las nuevas condiciones. Para mí, mi proyecto es una realización creativa y una oportunidad de ver a mis amigos antes de un profundo autoaislamiento”, explicó Chernov.
“Trabajo en el Manezh. Nuestra sala de exposición lleva cerrada a los visitantes más de una semana. Y no hay ninguna información sobre cuándo se nos permitirá abrir de nuevo. No creo que nadie lo sepa ahora. Mientras, estoy de guardia en la oficina solo un día.
Normalmente paso más tiempo al aire libre: por trabajo, reuniones con amigos, viajes conjuntos a exposiciones y otras delicias. Ahora estoy feliz de descubrir que me gusta estar en casa rodeado de mis plantas, encendiendo velas, incienso y bombillas de colores. Veo las emisiones de la Ópera de Viena, leo un libro sobre la India y he vuelto a ver Expediente X. No sé cuánto tiempo voy a poder aguantarlo, pero no tengo ningún problema todavía.
Y no me gustan las incertidumbres. Quiero que alguien aclare las cosas y me calme. No quiero un cambio en el futuro. Me preocupa la gente más cercana a mí. Y sueño que cuando todo esto termine, iré a Budapest, a la India y volver a Estambul. Y me alegro de haber podido vestir lentejuelas para este proyecto, ahora hay pocas razones para ello”.
“Trabajo como fotógrafo de interiores. En enero-febrero, hubo un descenso estacional en el trabajo. Esperaba que en marzo y abril la actividad volviera:). Ahora todo el trabajo se ha paralizado y, para variar ,quiero conseguir un trabajo como mensajero en bicicleta.
Sobre todo, me temo que si se tratase de una guerra de bandas contra las ruinas de la sociedad moderna, la mía se llamaría ‘ponis rosas del Apocalipsis’. Bueno, eso también está bien.
No tengo ni idea de lo que va a pasar en los próximos seis meses y si podría seguir haciendo lo que me gusta. Sinceramente, no quiero desperdiciar energía pensando en ello.
En mayo tenía planeando hacer un viaje en bicicleta a la región de Kaliningrado. La fecha definitivamente cambiará, pero el deseo no desaparece”.
“Ahora mismo no se sabe qué pasará mañana ni si tendremos trabajo. Tendremos que estar en cuarentena, pero ¿cuánto tiempo y qué pasará después? Si el bar cierra, ¿reabrirá? ¿Y qué pasa con nuestros hábitos y nuestro tiempo libre habitual?
Todos los días trato de ahorrar dinero. Me lavo las manos, trato de no tocar nada, pero en el trabajo, tengo que limpiar todo durante mucho tiempo. No saludo a nadie con la mano ni abrazo a nadie, y trato de no irritarme cuando alguien bromea sobre este comportamiento. Es difícil recordar que hay que protegerse todo el tiempo y no infectarse accidentalmente. Varias veces al día, cambias de opinión sobre la situación, y es agotador.
Me temo que esto no terminará nunca, y tendrás que luchar por sobrevivir el doble pero con menos oportunidades, porque estarás sentado en casa y con mayor riesgo de enfermar o infectarte. Y que todo lo bueno deje de existir, incluyendo la ciencia, la caridad, cualquier tipo de política, negocios y cualquier proceso complicado.
Es difícil imaginar el futuro. Espero que sea mejor.
Cuando las fronteras se abran, quiero al menos ir a Finlandia. Y quiero ir a un mar calentito.
Antes de la pandemia, trabajé en proyectos como directora de cine e hice publicidad. Llevaba a los niños a la guardería, salía con amigos, iba al teatro, al cine, a las cafeterías. Los niños llevan más de un mes sin ir a la guardería: primero porque estaban malitos y ahora por la pandemia.
He cancelado, pospuesto o congelado la mayoría de los proyectos, incluyendo la oportunidad de trabajar en el extranjero con un contrato modelo. Y hoy tenía una cita en Burdeos. Pero todo salió mal y me parece que es por algo. Vivimos un momento único, a la vez aterrador e interesante, una película de verdad.
La parte más difícil es trabajar y descansar cuando no paras con los niños. Los días se extienden como una larga serpiente sin números ni fechas, borrando todos los límites y no tienes la posibilidad de cambiar nada. Dejamos de salir innecesariamente, dejé de pedir ayuda de niñeras. No fue fácil.
Lo desconocido y el hecho de no saber las fechas de cuando esto acabará resulta aterrador. No está claro cuándo llegará el final o si será un final feliz.
Adoro Francia y quiero viajar a España, así que cuando sea posible, volaré a París para mostrarle a mi hijo la Torre Eifel, a Etreta para pasar un rato tranquilo en el Canal de la Mancha, tomando sidra normanda, a Barcelona porque quiero ir allí desde hace mucho tiempo. Y Burdeos, si eso sucede, a beber su famoso vino.
La venta de preservativos crece un 32% en Rusia durante la cuarentena.
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