Un chándal brillante, un abrigo de piel vuelta, un enorme reloj y sombrero. El futuro presidente no vestía de manera diferente al resto de los rusos antes de ocupar el puesto más importante del país.
Hace casi 50 años, el joven Putin vestía un poco como un hípster. En 1970, terminó la escuela con cierta inclinación a la química. Fue a una fiesta. En las fotos de la época lo muestran bailando con una compañera de clase llamada Elena en un apartamento de Leningrado.
Conoció a una azafata llamada Liudmila en los años 80. Le pidió la mano tras tres años de relación. En esa época también terminó la licenciatura de Derecho y sirvió en el KGB. Pasaba el tiempo libre en la dacha con sus conocidos.
Así se veía la joven familia Putin tras el nacimiento de su primera hija, llamada María.
En 1986, nació su segunda hija, Ekaterina. Nació en Dresde (Alemania), donde enviaron a Putin con su familia en una misión de inteligencia extranjera.
En los años 90, toda la familia vestía ropa deportiva de muchos colores, símbolo de aquellos años difíciles. Todo el mundo los llevaba: estudiantes, atletas, jubilados, bailarines y el futuro presidente.
La ropa deportiva no quedó atrás de la noche a la mañana, aunque los trajes se fueron abriendo camino poco a poco en los armarios.
Y había ocasiones en las que aparecía con un enorme reloj, una abrigo marrón de piel vuelta y con una bolsa del mismo color.
Poco después Putin tuvo su primer puesto gubernamental: consejero del presidente del Consejo de la ciudad de Leningrado. Posteriormente fue representante del ayuntamiento en las relaciones exteriores. Entonces Putin comenzó a colaborar con hombres de negocios extranjeros.
El chándal de colores lo guardará para siempre.
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