Resulta que en el siglo XXI ya no es necesario conquistar o comprar nuevos territorios (hola, Donald Trump). Los nuevos territorios pueden llegarle a un país por propia iniciativa… sólo hay que esperar a que el hielo se derrita.
Esto es exactamente lo que ocurrió en el mar de Kara: cinco nuevas islas han aparecido frente a la costa occidental del archipiélago de Nueva Zembla, en la bahía de Vise. Antes no eran visibles debido a que un glaciar los cubría. Pero el hielo se derritió y dejó al descubierto estos nuevos territorios.
Fueron vistos por primera vez en 2016, pero para la confirmación oficial, una expedición hidrográfica científica tuvo que ser enviada al Ártico. Eso llevó casi tres años más. Sólo ahora, las islas se han convertido oficialmente en parte de Rusia. La Flota del Norte rusa, responsable de la expedición, declaró que “el área de las islas varía de 900 a 54.500 metros cuadrados” (que es al menos el doble del tamaño del Vaticano). Las islas ya han sido descritas y fotografiadas en detalle.
No, no es verdad. Estas cinco islas fueron detectadas por primera vez en 2016 por un ingeniero del Servicio de Mediciones Oceanográficas de la Flota del Norte (su nombre no ha sido revelado), y luego, a finales de 2016, por una estudiante, Marina Makárova, que analizaba para su tesis imágenes de satélite de la bahía Vise, en el Ártico
Pero unos escolares también descubrieron varias islas rusas. Además, en la misma zona, sólo que en la costa norte. Artiom Makárenko, de 14 años, y Valeria Sayenko, de 15, de la región de Moscú, descubrieron nuevas tierras cuando estaban estudiando imágenes de satélite (los adolescentes son miembros de un grupo de jóvenes investigadores de la agencia espacial rusa Roscosmos). Descubrieron su primera isla en 2016 y la segunda en 2018.
Los jóvenes investigadores habían encontrado en fuentes abiertas imágenes satelitales recientes, principalmente de la Agencia Espacial Europea y Roscosmos. Las descargaron y compararon con imágenes realizadas en los últimos años: la resolución de las imágenes permite distinguir los contornos de los glaciares y de las costas.
“Cuando vimos que el glaciar se arrastraba por un saliente, empezamos a observarlo. Algún tiempo después, retrocedió, quedando expuesta una montaña en una isla independiente”, explicó Makárenko.
Bastantes, y no sólo islas. Hasta ahora todo ha sido propicio para ello. Entre 2001 y 2015, los glaciares de Nueva Zembla comenzaron a derretirse dos veces más rápido que entre 1959 y 2001. Por eso, el litoral de esta zona es objeto de una vigilancia constante (y no sólo por parte de los escolares).
Por ejemplo, sólo gracias a estas tareas de vigilancia a distancia, en 2015-2018 se descubrieron más de 30 nuevas islas, cabos y bahías.
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