3 mujeres rusas que desafiaron las normas y trabajan en empleos prohibidos para ellas

Yulia Kurákina

Yulia Kurákina

Vladímir Astápkovich/Sputnik
Hay más de 400 empleos que legalmente no están permitidos a las mujeres. Sin embargo, estas jóvenes querían perseguir sus sueños. Presentamos tres historias inspiradoras.

Rusia prohíbe oficialmente que las mujeres trabajen en 456 empleos, ya que los considera demasiado difíciles o peligrosos. Sin embargo, esta restricción no se aplica siempre. Hay empleadores que contratan a mujeres cuando pueden garantizar unas condiciones de trabajo seguras. En ocasiones las candidatas simplemente hacen esfuerzos increíbles para conseguir el trabajo.

Estas tres extraordinarias mujeres no creen que haya diferencias entre profesiones “masculinas” y “femeninas”, y se han dedicado a fondo para seguir adelante haciendo su pasión.

1. Yulia Lázareva, 30 años, camionera

Nacida en la ciudad de Eupatoria, en Crimea, Yulia estudió derecho y soñó con tener su propio club de equitación. Lo consiguió. Se primer caballo fue un regalo de su padrastro y hoy cuenta con 20 caballos en su club. Cuando cumplió este sueño se propuso realizar otro: conducir un camión.

“Mis amigos y mi familia lo consideraron extraño al principio”.

A pesar de ello, en 2013 comenzó a conducir camiones de manera profesional. Actualmente su ruta más frecuente es de Moscú a Crimea, y viceversa. En 2014, incluso creó su propio canal en YouTube, Conduciendo un camión con Yulia, que ahora cuenta con más de 160.000 suscriptores. Uno de los videos, en el que se ve cómo da marcha atrás a su camión Scania en un ferry, tiene más de 1,8 millones de visitas.

“Desde hace cinco años no trabajo, sino que descanso [mientras conduzco]. Puedo pensar y escuchar música”, afirma. “Estoy como en una especie de cápsula. Cuando conduces durante mucho tiempo, tienes la sensación de que la vida pasa a tu lado. Simplemente llevas un volante, rara vez te bajas del camión, luego hablas con alguien durante tres minutos. Luego regresas y vuelves detrás del volante”.

Afirma no tener que enfrentarse a serios desafíos, pero algunos de sus colegas masculinos se sorprenden al verla conduciendo un camión de varias toneladas. Sin embargo, lo que más le molesta son las malas condiciones de las carreteras. Nunca ha tenido problemas legales y considera una broma de mal gusto las restricciones oficiales a las mujeres camioneras.

“No quiero oír nada al respecto”, dice, señalando que no está sola en su profesión y que conoce a otras cinco mujeres camioneras, cada una con su propia historia.

Aún así, Yulia no planea pasar toda su vida conduciendo. “Manejar un volante no es una ocupación seria; es como pasar toda la vida arreglando el jardín. Uno puede hacerlo temporalmente, pero no permanentemente”, dice. “Planeo dejar de fumar, pero aún no sé cuándo ni qué hacer”.

2. Yulia Kurákina (Yúrova), 30 años, maquinista asistente

Yulia Kurákina

A lo largo de los últimos ocho años, Yulia Kurákina ha sido la única maquinista asistente de trenes de Rusia. Desde los 15 años soñaba con conducir un tren y trabajó duro para obtener la educación adecuada.

“Nunca he dudado de haber elegido la profesión correcta”, dice. “Me siento feliz cuando me doy cuenta de que mi colega y yo somos los que hacemos que este enorme vehículo se mueva”.

Yulia trabaja en la línea Aeroexpress, que va desde la estación de Kíevskaia en Moscú hasta el aeropuerto Vnúkovo. Hace turnos de hasta 12 horas y algunos por la noche. Su trabajo es estresante. Necesita mantener un ojo en la vía, para observar las señales, y otro para ver si hay alguien que las cruza.

Yulia solo obtuvo una comprensión cabal de lo difícil que puede ser este empleo cuando comenzó a trabajar. “Nunca he sido una chica despreocupada, pero cuando me convertí en maquinista auxiliar de trenes comprendí lo serio que es este trabajo y lo importante que es rendir bien. Ahora soy responsable no solo de mi vida, sino también de la vida y el bienestar de los pasajeros que confían en nosotros”, dice.

Desde el principio ha hecho todo ella misma, sin pedir ayuda a nadie. Nunca ha oído decir a ningún compañero que no está capacitada. Los colegas masculinos de Yulia comentan que encaja bien en el equipo y que trabaja al mismo nivel que ellos, sin condiciones especiales.

“Al principio, simplemente quería hacer lo que quería hacer, y cuando lo hice, empecé a escuchar a otras mujeres que también querían trabajar en los trenes”, explica Yulia, señalando que nunca las anima a hacerlo, pero tampoco les aconseja que no lo hagan.

“Debo explicarles que no es tan fácil. Si dicen que están preparadas, entonces me entran muchas ganas de ayudar... Conozco a cinco mujeres que quieren ser maquinistas auxiliares y, por supuesto, me gustaría que fuera más fácil para ellas”.

Oficialmente, a las mujeres no se les permite trabajar como maquinista debido a las emisiones electromagnéticas, pero como dice Yulia, los trenes modernos tienen estándares de seguridad más altos.

Su principal objetivo laboral es llegar a convertirse en una maquinista con formación completa, pero para ello necesita hacer un curso que dura seis meses y aprobar una serie de exámenes teóricos y prácticos. La competencia es feroz para ser aceptada en la llamada “escuela de maquinistas”.

“No tengo planes específicos para mi futuro, pero me siento en deuda con aquellos que me han estado apoyando. Así que ya veremos qué pasa después”, dijo Yulia.

3. Evguenia Kórneva, 25 años, 3º oficial de guardia a bordo del metanero Sibur Tobol

Evguenia Kórneva

Evguenia estudió en la Academia Marítima Estatal Almirante Makárov de San Petersburgo y fue una de las tres chicas que se graduó en su año. Le encantaba la disciplina y pensaba en trabajar para el Ministerio de Situaciones de Emergencia, pero lo que en realidad quería era ser marinera. Desde hace más de un año trabaja en la compañía de gas Sibur Tobol, y ha pasado de ser 4º oficial de guardia a 3º oficial de guardia.

“A lo largo de mi trabajo he comprendido que he elegido el camino correcto, que quiero crecer en mi profesión”, afirma. “Mi familia y mis amigos me apoyan y me ayudan psicológicamente porque ven que disfruto con lo que hago”.

Aunque hay una prohibición oficial y todavía sigue siendo poco habitual ver mujeres trabajando en barcos en Rusia, Evguenia espera que esto cambie pronto. “En las empresas europeas nadie se enfrenta a un problema de este tipo. Allí hay familias enteras que trabajan juntas en un barco”, afirma. “Veo muy pocas veces a colegas femeninas, pero su número crece de año en año”.

Argumenta que en un barco una mujer no tiene ventajas. Desde el inicio de su carrera Evguenia ha tenido que buscar trabajo y demostrar que es una profesional con las cualidades de liderazgo necesarias, capaz de gestionar el barco y la tripulación.

“Tengo una buena relación con mis compañeros de trabajo, tanto a bordo como en tierra. Me respetan a mí, de igual manera que los respeto”, dice. “Me encanta lo que hago y estoy lista para seguir navegando por los mares y los océanos, hasta que me case”.

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