“¿Eres de Rusia? ¿Qué haces aquí?”, me pregunta un conductor de Uber soprendido. “Todos mis amigos están allí por la Copa del Mundo”. Se llama Carlos y es joven. Comenzamos a hablar y en poco tiempo me cuenta la historia de su vida.
Carlos está casado, tiene dos hijos y vive en una de las zonas de la ciudad con mayores índices de delincuencia. “La gente mala no me toca porque crecimos juntos”, explica. De hecho, los rusos le asustaban más que sus propios vecinos.
Rusia ha tenido un impacto en la cultura local. En la Ciudad de México hay más de 100 calles con nombres de personalidades rusas: compositores, poetas, cosmonautas soviéticos, revolucionarios como Lev Trotski, que fue asesinado en esta ciudad. También hay nombres de regiones, como Siberia.
Al igual que la mayoría de los mexicanos, Carlos tiene una opinión de los rusos formada a partir de las películas de Hollywood, donde grandes tipos enojados y con inmensas mandíbulas se matan entre sí en medio de la nieve. Además, según el retrato del país que hacen los medios de comunicación estadounidenses, Rusia parece ser un país lleno de pesimismo.
“Solo cambié de opinión cuando mis amigos fueron al Mundial”, comenta Carlos emocionado. “Todos los días publican fotos y videos con los rusos. No se parecen en nada a lo que he visto en las películas. Ahora sé que pueden sonreír”.
Las diferencias culturales entre ambos países, separados por más de 10.000 km son grandes.
“En la superficie no somos tan amistosos como los mexicanos, pero somos tan cálidos como ellos. No resulta obvio al principio”, explica Elena, propietaria de un pequeño restaurante que sirve ensaladas rusas, panqueques y otros platos en la zona de Condesa.
Hace muchos años se enamoró de un maya y se mudó a la Ciudad de México. Sin embargo, su marido se sigue desconcertando por la manera rusa de comunicarse. “Pensaba que estaba discutiendo con mis amigos porque no nos besamos o abrazamos cuando quedamos”.
Según Elena, justo antes del Mundial hubo una campaña antirrusa en las redes sociales de México.
“La gente tenía la impresión de que la iban a apuñalar nada más bajar del avión”, me dijo Elena mientras cocinaba bliní con caviar rojo. “Pero los mexicanos no le temen a nada. Les encanta demasiado el fútbol e irían a cualquier parte”.
Me alojé en la colonia Juárez, una zona turística de la Ciudad de México y donde se encuentra la Embajada de EE UU. Es fácil de identificar por la gran cantidad de personas que hay esperando fuera.
Es bien sabido que EE UU ha sido uno de los destinos más comunes para los mexicanos. Hay muchos que todavía quieren ir allá, pero da la impresión de que el estado de ánimo de los jóvenes formados está cambiando.
Mariana, una artista emergente y curadora en una galería de arte en Juárez, hizo su maestría en la Universidad de Columbia. Tiene planes para regresar a Nueva York, pero sólo para “contar una historia” desde la perspectiva mexicana. Mariana piensa que la relación entre ambos países se ha deteriorado bajo el mandato de Donald Trump, y reflexiona sobre ello en su arte.
Juan, un filósofo y escritor que vive en Coyaocán, no quiere volver a viajar a EE UU. “Solía visitar a menudo a un amigo en Nueva York. Aunque cuando, para continuar mis estudios, tuve la oportunidad de elegir entre varias universidades, me decanté por el Reino Unido y, luego, Canadá. Prefiero los países que tienen una orientación más social”.
Da la impresión de que los mexicanos se sienten más independientes. Eso no significa que dejarán de lado al vecino del norte, pero México dará pasos para tener una relación más estrecha con Rusia. Hay muchos mexicanos que piensan en otros destinos, al margen de EE UU y están abiertos a explorar oportunidades en otros países.
“Antes vivíamos del petróleo y de las remesas. Ahora nuestro sector tecnológico está creciendo y la industria alimenticia se está recuperando”, explica Alan, joven fundador de una startup.
Hace un par de años participó en un concurso organizado por una revista local y conoció a Steve Wozniak, cofundador de Apple. Alan estaba pensado en mudar su compañía a Silicon Valley pero cambió de opinión después de las elecciones estadounidenses.
“Prefiero ir a otro lugar”, dice. “Ahora parece difícil mudarse a EE UU. Simplemente no quiero que me traten mal y me discriminen”.
Aquí te explicamos por qué la relación entre México y Rusia es profunda y va más allá de las coyunturas.
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