La selección de Portugal llegó a Rusia el pasado 9 de junio y tuvieron un curioso recibimiento: le entregaron pan y sal. Todo fue bastante divertido para Cristiano Ronaldo. Unas chicas entregaron sal y un enorme pan a los jugadores y a los entrenadores, que obviamente probaron. Por raro que pueda parecer, se trata de una antigua tradición rusa para dar la bienvenida a huéspedes importantes. Veamos qué es lo que esconde este ritual.
El pan lo es todo para los rusos
En Rusia es habitual hacer un recibimiento cálido. La gente se suele salir de lo habitual para asegurarse que sus visitantes tienen todo lo que necesitas. En la Rusia antigua, el pan y la sal eran símbolo de prosperidad y salud, de modo que los anfitriones vestían con sus mejores galas, organizaban un festín y ofrecían una o dos barras de pan con el condimento a sus huéspedes.
En la cultura eslava el pan está considerado como algo sagrado. Si no hay pan en casa significa que no hay nada para comer. Es el protagonista de no pocos proverbios.
Compartir un pud de sal
Actualmente no hay falta de sal en el mundo, pero en la Rus antigua y medieval era bastante cara y no todo el mundo podía conseguirla. A mediados del siglo XVII el aumento del precio de la sal hizo que hubiera disturbios en Moscú. La tasa de la sal se abolió completamente a finales del siglo XIX, solo cuando se hizo más accesible. Por eso los rusos la guardaban para ocasiones especiales, como cuando recibían huéspedes.
Se creía que si alguien quería ofender al huésped, lo único que tenía que hacer era tirar sal por el suelo. Este gesto era una muestra de desprecio. Actualmente la sal no tiene tanto valor pero esparcirla puede resultar insultante para alguien y, créenos, puede llegar a provocar una pelea. Aunque esto es lo que los rusos dicen sobre los amigos de verdad: “Juntos comieron un pud de sal” (el pud es una medida que equivale a 16,38 kg), que significa que han pasado gran cantidad de dificultades juntos.
Inicio de la amistad
Según la tradición, la bienvenida a los huéspedes la dan mujeres vestidas en vestidos nacionales, con un pan redondo y enorme en una tela y con un salero encima. El huésped tendrá que partir un trozo con cuidado, “remojarlo” en la sal y comerlo. Se trata de una manera de forjar la amistad entre ambas partes. Según una antigua creencia, si dos enemigos comparten pan y sal, se reconciliarán.
Según otra versión, la sal simboliza la pureza del alma y la entrega de pan y sal no solo significa que se desea riqueza a los huéspedes sino también que alejen todo lo malo. Y, obviamente, asegurarse de que la persona que tienes delante es un humano y no un espíritu maligno.
Pero si el huésped no aceptaba este regalo, entonces no se le permitía la entrada a la casa, para evitar el mal de ojo y sus malos pensamientos. Desde los tiempos antiguos a los anfitriones hospitalarios se les llama “jlebosólnie”, de las palabras “jleb” (pan) y “sol” (sal).
La tradición sigue siendo popular en Rusia y se puede ver en las recepciones oficiales así como en restaurantes preparados para recibir a turistas extranjeros.
Lo más habitual es verlo en las bodas rusas tradicionales, cuando los padres de los recién casados dan la bienvenida a sus hijos con pan y sal después de la ceremonia. El marido y la mujer tienen que partir un trozo de pan, mojarlo en la sal y darse de comer el uno al otro. Es una muestra de que están listos para compartir cualquier dificultad en la vida y de que se comprometen a cuidarse mutuamente.
La hospitalidad es un rasgo de carácter de los rusos, aquí te mostramos otras características.