¿Por qué la vida de los niños prodigio rusos ha sido tan trágica?

Estilo de vida
BORÍS YEGÓROV
Estos jóvenes genios pagaron un alto precio por sus dones. Fueron capaces de crear obras que impresionaron al mundo, pero no superaron una serie de problemas físicos y mentales. Aquí te contamos unos casos tristes.

Nika Turbiná

A la crimeana Nika Turbiná la llamaron la segunda Anna Ajmátova, una de las poetas rusas más importantes, pero no le sonrió el destino.

Comenzó su “carrera literaria” a los cuatro años, cuando empezó a escribir y leer poesía a sus padres. No eran poemas para niños lo que solía escribir sino versos para adultos.

Cuando la descubrieron tuvo gran cantidad de reconocimientos y premios. A la edad de nueve años publicó su primer libro, Primer borrador, en Moscú. Se tradujo a doce idiomas y ganó el León de Oro de Venecia de poesía.

Pocos sabían que Nika padecía asma bronquial, que puede provocar insomnio y depresión. Se refería a sí misma como un humano nocturno. “Solo me siento protegida de este mundo por las noches, del ruido, de las multitudes, de estos problemas”, solía decir.

Pasaron los años y la Nika adulta estaba cada vez menos interesada en su público. Trató de encontrar su lugar en la vida: se casó y estudió cinematografía. Eso no le ayudó y Nika Turbiná padeció en sus últimos años una adicción a las drogas y al alcohol.

El 11 de mayo de 2002, a los 27 años, cayó desde un quinto piso. Todavía no se han esclarecido las causas del suceso, bien pudo ser un suicidio o un trágico accidente.

Nadia Rúsheva

Esta niña hizo sus primeros dibujos mientras su padre le leía cuentos de hadas. No había asistido a ninguna clase pero su técnica y estilo impresionaron a los especialistas.

Hizo su primera exposición a los 12 años, a lo que le siguieron otras 15 muestras personales en diferentes países del mundo. Sus obras eran sencillas pero estaban llenas de vida, energía y dinamismo.

Inspirada en El maestro y Margarita, la obra de Mijaíl Bulgákov, Nadia creó una serie de ilustraciones para la novela. Posteriormente Elena, la viuda del escritor, afirmó que eran las mejores que había visto.

Nadia soñaba con convertirse en dibujante de historietas cómicas. Murió de manera inesperada a causa de una hemorragia cerebral provocada por un problema congénito en las arterias del cerebro a la edad de 17 años, mientras iba camino de la escuela.

Aquí puedes ver las fantásticas ilustraciones de Nadia.

Pável Konopliov

Fue un niño prodigio soviético de los años 80. A los tres años era capaz de hacer complicadas operaciones matemáticas, a los cinco tocaba el piano y a los ocho era bueno en física. A pesar de todo ello, siguió siendo un niño y escribiendo cartas a Ded Moroz (el equivalente ruso de Papá Noel).

Decidió dedicar su vida a las matemáticas y a los 15 años se matriculó en la Universidad Estatal de Moscú. Fue uno de los primeros en desarrollar programas para las incipientes computadoras soviéticas.

Aunque los éxitos en su vida profesional se vieron empañados por serios problemas mentales que forzaron a Pável a buscar ayuda médica. Es triste pero pasó sus últimos días en una clínica psiquiátrica, donde murió a los 29 años debido a un coágulo en una arteria pulmonar.

Sasha Putrya

En los 11 años que duró la vida de la joven artista Sasha Putrya consiguió crear más de 2.000 obras. Su padre fue un artista y ella le siguió los pasos. Pintó a las personas que conocía, personajes de ficción, animales vestidos e incluso un icono de la Virgen María.

En 1986 vio la película india Disco Dancer y quedó totalmente fascinada por el país asiático. Pintó un retrato de Indira Gandhi, hombres y mujeres vestidos con ropas de ese país y un autorretrato como si fuera una chica india. Siempre llevaba encima un retrato del actor Mithun Chakraborty.

Desafortunadamente le diagnosticaron leucemia a la edad de cinco años. Consiguió vivir seis años más hasta fallecer en 1989.

Aunque su legado no se ha olvidado. Entre 1989 y 2005 se organizaron 112 exposiciones personales de sus obras, que se publicaron en Austria. Actualmente hay un museo dedicado a su figura y al arte infantil en Poltava, Ucrania.

Hace unos años esta otra niña rusa se hizo famosa por ser capaz de hablar siete lenguas con tan solo cuatro años.

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