Cuando me incorporé al Ejército ruso era más viejo que un soldado medio. Tenía 25 años y para entonces había eludido el servicio militar obligatorio durante años. Pero como había nacido en una familia con un oficial de carrera, tenía una especie de sentimiento de culpa por no cumplir con mi deber con la patria.
Así que decidí unirme al ejército y soportar todas las dificultades por las que pasa un hombre en el ejército ruso. Hay algunas de estas dificultades que te pueden gustar: correr, revolcarse por el barro, disparar metralletas, rifles de francotirador, etc. Hay otras cosas que tienes que hacer de manera obligatoria, pero nadie te puede explicar de manera lógica por qué tienes que hacerlas.
Aquí proponemos una lista de las cosas más divertidas que a veces ocurren en el Ejército de Rusia y en otros ejércitos del mundo.
Nivelando nieve de manera ideal
Los inviernos en Rusia pueden ser duros. Puede hacer mucho frío, por lo que correr bajo una tormenta de invierno con rifles y mochilas no es algo divertido.
Pero con el invierno también llega la necesidad de tener que hacer un trabajo adicional en la base militar, y en el ejército no existe eso de “no quiero y no voy”. Así que tienes que agarrar la pala y limpiar la nieve de la base. Son toneladas. Literalmente.
Y las pilas de nieve tienen que ser perfectas. Todas tienen que tener el mismo nivel, unos dos metros de altura y con esquinas lisas. Al parecer no hace falta tener una formación en ingeniería o diseño para poder hacer estos montones a la manera militar.
Segar nieve
Sí, has leído bien. A veces te puedes quedar sin palas y los oficiales te piden que agarres una segadora.
O pueden pedirte que lo hagas a la antigua usanza, con una guadaña.
Hacer camas y dejarla perfectas
Una gran parte de la vida de los soldados consiste en dejar todo limpio. Sobre todo por las mañanas.
Es igual en los ejércitos de todo el mundo y el mejor ejemplo de cómo hacer tu cama correctamente se lo dio un marine de los EE UU a una reportera. Mira y aprende.
Hacer guardia solo a la entrada de un barracón. Sobre un pedestal
Se supone que los oficiales tienen que saber todo lo que ocurre en sus barracones y todo lo que hacen sus soldados. Así que durante 24 horas hay una persona de la compañía vigilando a la entrada del barracón y sobre un pedestal. Anota todas las personas que entran y se van, anuncia las órdenes de los oficiales y nunca abandona su puesto, incluso por la noche, cuando el resto de la compañía está durmiendo.
“Es una de las partes más desagradables y sin sentido del servicio. Te duelen los tobillos, quieres dormir y, además de esto, tienen que limpiar todos los barracones de 180 hombres. Lo odio”, recuerda Evgueni Mjitarián, que se retiró del ejército hace dos años.
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