Sobre la mesa hay cubiertos, vasos para el Martini y unas servilletas. También hay cinco revólveres en fila.
Desde hace dos años, una vez cada dos semanas, los habitantes de Perm juegan a la nueva ruleta rusa. Las reglas básicas son iguales que las del clásico juego. En un tambor vacío se coloca una bala y después se le da la vueltas. Entonces los jugadores se llevan la pistola a la sien y aprietan el gatillo.
El autor de la idea es el maestro en artes marciales mixtas Valeri Yéshchenko, que ha creado una pistola con una serie de descargas eléctricas que producen sonido. Según Yéshchenko estas descargas son desagradables. Cuando se da el impacto se sienten fuertes punzadas y los músculos tiemblan.
El objetivo de los jugadores consiste en aparentar que no han recibido la descarga, si no han tenido suerte. El ganador será aquel que tenga más paciencia o más suerte.
Adrenalina que te deja exhausto
La tensión se nota no solo en los revólveres sino en toda la sala. Durante el juego se prohíben los nombres y los pseudónimos. Los participantes utilizan números. En la primera etapa cada uno dispara en la parte de atrás de la cabeza del jugador que tiene en frente. Después de una cuenta atrás, los clicks suenan simultáneamente.
“Todo el mundo está vivo”, anuncia alegre el moderador. Los tambores vuelven a dar vueltas y le sigue una cuenta atrás y más clicks. Así se repite cinco veces hasta que tiembla el cuello de uno de los participantes. Resulta que tuvo mala suerte en las últimas cuatro rondas.
Según Yákov Jarísov, que ha participado en el juego en ocho ocasiones, el momento más duro no es el del disparo sino la cuenta atrás.
“En el momento tienes una descarga de adrenalina, tratando de acertar si te van a golpear o no. Piensas en cómo tratar de controlarte. A veces los nervios te traicionan y un disparo vacío te impacta más”, explica Jarísov. Añade que últimamente han subido la intensidad de la descarga y por eso resulta más difícil controlarse.
“Yo también quiero matar a un hombre”, grita una joven que participa en el segundo nivel llamado “Triángulo amoroso”.
Hay dos hombres y una mujer colocados en triángulo y cada uno de los jugadores dispara al que está a su derecha. Casi inmediatamente se rompe debido a la “muerte” de la chica. Tiene colvulsiones, se le retuerce el cuello y abandona el juego.
Ekaterina Abizova argumenta que lo peor es un disparo en el arteria carótida, ya que hace que se contraigan los músculos del cuello. Comenta que es más fácil fingir cuando te disparan en el brazo o en la frente.
“Después de jugar te sientes como si hubieras corrido 10 km. Estás completamente exhausto pero te sientes orgulloso por cada herida que has ocultado. Nuestra ruleta rusa es casi como un deporte”, explica Valeri Yéshchenko, desarrollador del nuevo juego.
Haciendo dinero del dolor
Valeri Yéshchenko sobrevivió a un largo coma y a una parálisis. Posteriormente no pudo encontrar trabajo como entrenador de artes marciales mixtas. “Básicamente nadie se ocupó de mí. En una ocasión caí al suelo y estuve allí dos horas antes de que me recogieran”, recuerda.
Dice que las descargas eléctricas le ayudaron a acabar con la parálisis. A causa del coma, los dedos de la mano y del pie están todavía algo rígidos y su voz es ronca, como si tuviera gripe.
“Al principio decía a mis conocidos que me dieran la descarga eléctrica. Luego yo mismo era capaz de apretar el botón. Gradualmente todos los músculos comenzaron a recuperarse. Al parecer me causaba dolor pero la sensación era diferente. Eran descargas eléctricas pero también era una sacudida, en el buen sentido. Así que comencé a pensar en cómo darle una sacudida a la gente”.
La idea le vino cuando estaba viendo la película Trece, en la que el protagonista se hace rico jugando a la ruleta rusa. El antiguo atleta comenzó a jugar en las casas de apuestas. Con la ayuda de un ingeniero que conocía y con el dinero que ganó se compró los primeros cinco revólveres, que patentó.
“Es una arma única. No es ni una pistola de aire comprimido, ni un revólver ni un arma paralizadora, ya que produce una corriente eléctrica de solo 0,1-0,3 voltios. Nuestra arma es solamente un juguete para adultos”, explica Yéshchenko.
La primera partida se celebró seis meses después en un polideportivo local y ahora se ha mudado a una cafetería. Participan 20 personas, que tienen que pagar 8 dólares. La entrada para los espectadores es gratuita.
Venta de revólveres
“Un revolver cuesta 650 dólares. La gente se los compra y juega en otras ciudades de Rusia, en Vorónezh, Irkutsk o Moscú. Los observo cuidadosamente para asegurarme de que cumplen las normas. También he patentado el juego, así que lo puedo prohibirlo en cualquier momento”.
El primer premio consiste en una cuenta en el mercado de valores y varios premios de las empresas que hacen de espónsor. No está permitido jugar por dinero, ya que los juegos de azar están prohibidos en Rusia. El organizador planea crear su propio programa de televisión, basado en el juego.
“Mi sueño es que los espectadores puedan hacer apuestas con los jugadores, y que así ellos también puedan ganar dinero. He recibido llamadas de teléfono de la India y de gente de Moscú que quiere asociarse conmigo, pero todos han desaparecido”, comenta Yéshchenko.
Electro-medicación
En este momento la chica número diez se va gritando después de recibir un disparo.
“Me sorprende la mala suerte que tengo a veces. Simplemente estás de pie ahí y aguantas el dolor. Definitivamente, no debería jugar a la verdadera ruleta rusa”, comenta Abízova.
A Yákov Jarisov le parece más fácil. Dice que tras dejar el deporte echaba de menos la adrenalina. Participar en el juego es para él está relacionado con la voluntad de ganar y con “la sensación de que uno es mejor que los demás”.
El desarrollador Valeri Yéshchenko afirma que no solo es un juego para deportistas sino que cualquiera puede participar.
“Aquí viene gente de todo tipo. A pesar de que les puede causar daño, después del juego se van de buen humor y con pensamientos positivos”, comenta.
El psicólogo Oleg Ivanov cree que la nueva ruleta rusa no es más que la “última moda para poner a prueba los nervios. El miedo se ha convertido para mucha gente en la manera de tratar con el estrés. Lo mismo podría decirse del interés por el horror: las representaciones de ataques de zombies, los fantasmas o demonios. Hay muchos formas de entretenimiento de este tipo”, dice Ivanov.
Aunque la psicóloga Ekaterina Fiódorova no está de acuerdo. Según ella el deseo de querer participar en un juego puede estar motivado por un complejo masoquista.
“El mecanismo del complejo es sencillo. El cuerpo reacciona al dolor físico produciendo endorfinas, hormonas de la felicidad. A nivel subconsciente el dolor se intensifica por la sensación de euforia. En esencia es una automedicación”, comenta Fiódorova.
En su opinión el deseo de de querer hacerse daño a uno mismo no es una muestra de una patología mental y no puede inducir a tener pensamientos suicidas. “Aunque una persona tiene que estar descontenta con algo de su vida para acudir a este tipo de 'medicación'”, señala la psicóloga.