El Capitolio cubano tenía un valioso diamante ruso de 25 quilates cuya aparición (y desaparición) en la isla caribeña está rodeada de leyendas y misterios. Esta joya perteneció al último zar ruso Nicolás II y tras el asesinato de la familia real rusa en 1918, llegó a manos del joyero turco Issac Estefano (aunque no se sabe ni cómo ni cuándo). Según una de las leyendas, el joyero llevó la piedra preciosa a Cuba, donde abrió una joyería, y la vendió a las autoridades cubanas. Al diamante de Nicolás II se le atribuían todo tipo de poderes mágicos y facultades curativas entre la gente, pero en el Capitolio la joya recibió un uso práctico: fue instalada en el Salón de los Pasos Perdidos, debajo y en el centro de la cúpula, marcando el kilómetro cero de las carreteras cubanas.
A pesar de que el diamante aparentemente estaba muy bien protegido por un sólido cristal que se consideraba irrompible, fue robado desde el Capitolio en marzo de 1946. Según los numerosos rumores, el robo fue realizado por el teniente de la policía especial del Ministerio de Educación, Abelardo Fernández González, aunque este hecho nunca fue confirmado.
El diamante apareció un año después de forma no menos misteriosa: algunas fuentes afirman que lo encontraron sobre la mesa del presidente Ramón Grau San Martín. Para no tentar la suerte más, en 1973 se decidió sustituir el valioso diamante de Nicolás II por una copia. Desde entonces, la joya original se guarda en el Banco Central de Cuba.
Cabe señalar que en 2017 a Cuba llegó un nuevo diamante fabricado en Rusia por encargo del Instituto Bering-Bellingshausen para las Américas (IBBA) con sede en Montevideo. Esta joya recibió el nombre “El Fiel” como símbolo de los lazos históricos que unen a Cuba y Rusia.
El nuevo diamante se colocó “en el huequito en la estrella que marca el kilómetro cero de la República de Cuba en el Salón de los Pasos Perdidos del Capitolio nacional”, señaló a la agencia Sputnik Sergey Brilev, presidente del IBBA.
Según Brilev, el nuevo diamante ruso “El Fiel”, bastante más modesto que su predecesor, continuará marcando de forma simbólica el kilómetro cero de las rutas cubanas.
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