Vastas extensiones de tierra con un clima frío esconden una gran cantidad de valiosos recursos naturales. Según el analista del holding de inversiones Finam, Leonid Delitsin, “el territorio es especialmente idóneo para la extracción de combustibles fósiles, lo que explica el gran interés por desarrollar la región ártica en los últimos años”.
Pero los recursos preciosos no son, ni mucho menos, el único medio de sacar provecho del frío.
1. Pruebas de tecnologías y equipos de investigación
Según Delitsin, ya hace medio siglo que Rusia aprovecha el clima de la región para probar nuevas tecnologías. Por ejemplo, en los años 60, el destacado inventor Inokenti Chichinin propuso la idea de utilizar bombas aéreas para el estudio de las fluctuaciones sísmicas. En esencia, se trataba de matar dos pájaros de un tiro, permitiendo el estudio de la composición de la Tierra a profundidades considerables, así como la prueba de nuevos equipos militares.
2. Almacenamiento de datos
GS Nanotech, junto con la Universidad Estatal de Petrozavodsk, decidió en septiembre de 2019 construir una red de centros de datos en el norte de la República de Carelia. El clima frío hizo que el mantenimiento de los centros requiriera solo el 60% del consumo eléctrico. Está previsto que la construcción del proyecto finalice en 2025. Sus autores creen que la red resultante representará alrededor del 20% de la cuota rusa y el 2% de la mundial de servicios en la nube.
GS Nanotech se dedica al desarrollo de micro y nanoelectrónica, capaz de producir hasta 10 millones de microchips al año. La red de centros de datos se situará en el norte de Carelia, mientras que la fábrica y el núcleo principal del Centro de Procesamiento de Datos se ubicarán en el campus universitario de Petrozavodsk, no muy lejos del nanocentro y del centro de desarrollo de microelectrónica civil.
Empresas tecnológicas como Google y Facebook también utilizan centros de datos en los confines del norte de nuestro planeta, en los países escandinavos. “En cuanto a la utilización de territorios fríos para la construcción de centros de procesamiento de datos, además de la ventaja que proporcionan las condiciones climáticas, también es más barata la electricidad. Por eso, los centros se construyen cerca de núcleos energéticos desarrollados industrialmente, como por ejemplo cerca de centrales hidroeléctricas. No podrían construirse en la taiga o en pantanos”, explica Delitsin.
3. Minería de Bitcoin
A finales de 2020 se instaló una granja de criptomonedas en el Ártico, junto a una antigua mina de níquel en Norilsk. El clima en la zona desciende a unos inhóspitos -40ºC, que es una temperatura favorable para el minado de criptomonedas, famosa por su enorme dependencia de los sistemas de refrigeración y la electricidad. Allí hace frío, y la fuente de electricidad de la zona no está conectada a ninguna otra red en Rusia. Es perfecto.
La idea pertenece a BitCluster, un operador minero industrial con presencia internacional y sede en Suiza. La capacidad actual de la granja es de 11,2 megavatios y se prevé que aumente a 31MW durante 2021. Esto permitirá minar hasta seis Bitcoins al día.
Los servicios de BitCluster Nord son utilizados por clientes de todo el mundo, entre ellos Suiza, EE UU y Japón, según declaró a Bloomberg el cofundador de la empresa, Vitali Borschenko.
4. Construcción de fuentes de energía alternativas
Los territorios septentrionales de Rusia son muy adecuados para la construcción de centrales eléctricas solares. Por ello, en 2020, en el pueblo de Shugur, en Siberia, se puso en marcha una central eléctrica solar. Este tipo de centrales de pequeña escala son adecuadas en la remota región autónoma de Janti-Mansi, en Siberia, donde sirven para distribuir energía a las aldeas más remotas, donde el suministro de electricidad desde los grandes centros es una tarea difícil.
Antes de que la empresa constructora comenzara a trabajar en el proyecto, se realizaron estudios para calcular la cantidad de sol diaria, así como el ángulo de su salida y puesta. Se realizaron complejos cálculos de ingeniería para determinar la capacidad de los paneles y la energía diaria, mensual y anual que producirían. Para aprovechar al máximo la luz solar en invierno, los paneles se instalaron en ángulos óptimos teniendo en cuenta todo lo anterior. Se aplicó la misma precisión para la selección de los equipos.
La producción de energía prevista es de 35.000 kilovatios al año, lo que sustituirá más del 2% de la energía total producida por las instalaciones basadas en el gasóleo, al tiempo que se ahorrarán nueve toneladas de combustible. Según los inversores del proyecto, el periodo de amortización será de siete años.
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