Amancio Ortega.
EPAEn marzo de este año el empresario Amancio Ortega, dueño del imperio Inditex, recibió una oferta inesperada de Rusia. Las autoridades invitaron al segundo hombre más rico del mundo, según Forbes, a que trasladase sus fábricas a Rusia, donde los costes de producción están más bajos que en China, a causa de la caída del rublo. Inditex ya es muy activo en el mercado ruso y marcas como Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti o Bershka tienen gran demanda.
El interés de Zara por las fábricas rusas se debe a las condiciones favorables que han surgido durante la crisis económica. La devaluación del rublo ha provocado que Rusia se convierta en uno de los países con mano de obra más barata. Según datos de la agencia Infoline, el coste por un trabajador en una fábrica textil en China es de 250-300 dólares mientras que en Rusia es de 200 dólares (15.000 rublos). En estas circunstancias, los expertos en el mercado consideran que la intención de las autoridades es un movimiento inteligente. "A causa del aumento del desempleo y de la disponibilidad de la fuerza de trabajo, la situación se está volviendo más interesante desde el punto de vista de los productores al por menor", declara Mijaíl Burmistrov, de Infoline-Research.
De modo que no sorprende el interés de Inditex por producir en Rusia. El grupo es conocido por su rapidez y efectividad, y es que apenas pasan dos semanas desde que se crea un modelo hasta que llega a las tiendas. En la actualidad Inditex cuenta con fábricas en Vietnam, Indonesia, China, Turquía y Europa. El grupo tiene 485 tiendas en Rusia y, a pesar de la crisis, abrió 30 nuevos puntos de venta en 2015 e incrementó su red en un 6%, según el informe anual de la empresa. Rusia es el tercer mayor mercado para Inditex, después de España y China, con 1826 y 566 tiendas, respectivamente.
Además, el interés de las compañías internacionales por la industria textil rusa también se alienta por la tensión en las relaciones entre el país eslavo y Turquía, tras el derribo de un caza Su-24 en la frontera sirio-turca. Tras el incidente, Rusia recortó de manera drástica las importaciones desde Turquía, aunque en ese momento el textil no sufrió restricción alguna. A pesar de ello en diciembre el diario Kommersant hablaba de que el gobierno tenía intención de extender las sanciones a este sector. Según información de la revista rusa Expert, que citaba al canal turco T24 TV, Zara, Mango y H&M han pedido a sus socios turcos que quite la etiqueta "Made in Turkey" de sus ropas. De modo que si se abren fábricas en Rusia, se eliminaría el problema del origen de los bienes.
Hasta ahora las fábricas rusas de ropa han trabajado solamente con el mercado local. De modo que está por ver si pueden competir con China o Vietnam, que tiene una producción mucho mayor. "Una característica de las marcas internacionales es que operan en un sistema global. Firman un contrato para hacer ropa con una fábrica en un país y luego venden los bienes en tiendas por todo el mundo", explica Mijaíl Burmistrov. Este sistema requiere que los procedimientos estén muy estandarizados y que se hagan grandes inversiones en las fábricas. Se trata de un reto que los manufactureros rusos deberían cumplir.
“Si la ropa de Zara o H&M se fabrica en Rusia, esto no afectará a su calidad, considera Liudmila Ivánova”, directora del Comité de la Industria de Moda. “Ya hemos aprendido a fabricar ropa de buena calidad. Hay muchas marcas rusas que son populares entre los consumidores de nuestro país. A no ser que le digan que está fabricado en Rusia – en las regiones de Ivánovo, Vladímir, Yaroslavl o Vorónezh- se podría pensar que está hecho en Europa”, insiste.
También hay importantes marcas rusas como Gloria Jeans y Sela que hacen sus prendas en fábricas asiáticas. “En estos momentos, nuestros pedidos están en China y Bangladesh pero estamos interesados en los manufactureros rusos”, explica Eduard Ostrobod, vicepresidente de la cadena Sela.
Tras el inicio de la crisis económica, numerosas firmas rusas comenzaron a mover su producción desde Asia a su país. Compañías como Befree, Zarina o Love Republica han aumentado sus pedidos a las fábricas nacionales. La producción de Kira Plastínina se encuentra en la región de Moscú.
La lista de empresas con intención de producir en el país no se limita a las marcas nacionales. Las compañías del grupo MMD East and West, del que forma parte Bosco di Ciliegi (conocido por los uniformes olímpicos de Rusia y España) pretende construir una fábrica de ropa de deporte en la región de Vladímir (200 km al sudeste de Moscú), en un proyecto estimado en 17, 4 millones de dólares.
La francesa Decathlon ha firmado un memorando de intenciones con la fábrica S-Tep de Novosibirsk para fabricar zapatillas. En un principio serán para las tiendas rusas, pero posteriormente lo harán para tiendas de todo el mundo, informa Védomosti.
Al mismo tiempo, hay fabricantes rusos que no celebran la llegada de firmas internacionales. “Se debería empezar a trabajar no con actores globales sino con los que ya están en Rusia”, declara Mijaíl Burmistrov. Según cree, las autoridades deberían ayudar a los manufactureros locales y asegurar su integración entre ellos y los consumidores rusos.
Otra de las cuestiones en las que deberían centrarse las autoridades es en la mejora del clima de inversión, es decir, que las compañías extranjeras no teman invertir en sus propias fábricas en Rusia. "El efecto de la devaluación del rublo no durará para siempre. Hablamos de dos o cuatro años, según la situación de los mercados externos. A no ser que Rusia ofrezca algunas ventajas competitivas no hay razones para realizar inversiones a largo plazo o para desarrollar las relaciones con los productores locales", señaka Burmistrov.
Ya hay ejemplos de integraciones exitosas entre negocios globales y la industria rusa. La compañía sueca IKEA ha cooperado con manufacturas rusas desde hace años. IKEA abrió una oficina en Rusia en 1991, años antes de su primera tienda. “Actualmente, el 50% de las ventas de las tiendas de IKEA en Rusia es de producción local. En la categoría textil es del 40%”, explica el servicio de prensa de la empresa.
Y es más, IKEA planea aumentar su producción en Rusia. “Si se incrementan las adquisiciones a los suministradores locales será posible reducir costes, sobre todo de transporte y aranceles”, explican. En estos momentos la empresa sueca adquiere bienes de unas 60 fábricas rusas y los manufactureros rusos están plenamente integrados en la cadena de producción y distribución global. Hay objetos fabricados en Rusia en las tiendas de IKEA de Europa, América y Asia. En estos momentos la compañía cuenta con cuatro fábricas en el país y planea lanzar una quinta.
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