Cómo viven los científicos rusos en el Ártico y la Antártida

Fuente: Ria Novosti

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Este año se ha celebrado por segundo vez el Día del “poliárnik” (los investigadores que viajan a las bases polares). Fue el pasado 21 de mayo, en honor a los científicos que pusieron en marcha la primera estación polar en el año 1937. Actualmente hay un amplio personal tanto en el Norte como en la Antártida. Descubre el día a día de estos nuevos exploradores.

Rusia está fortaleciendo su posición en el Ártico. Es posible que se cree el Ministerio del Ártico o un organismo con estas funciones. La propuesta fue presentada por el presidente ruso Vladímir Putin en una reunión del Consejo de Seguridad sobre las políticas públicas en el Ártico.

Por su parte, a principios del siglo XX se llevaron a cabo varias expediciones árticas. Pero navegar hasta allí en barcos era peligroso: los buques quedaban atrapados en el hielo. En invierno de 1934 el barco de vapor Cheliuskin permaneció cuatro meses sin poder salir del hielo, hasta que la presión de la masa helada contra el barco fue tal que el armazón se agrietó y la tripulación se vio obligada a abandonarlo. Los marineros polares pasaron dos meses sobre el hielo y más tarde fueron evacuados en avión.

Esta historia dio pie a la idea de crear una estación a la deriva sobre un bloque de hielo. El 21 de mayo de 1937 un avión dejó a varios investigadores con equipamiento sobre un bloque de hielo del Polo Norte. Vivían en tiendas de acampada acondicionadas con varias capas de lona y, entre ellas, dos capas de edredones.

Así pasaron nueve meses, recopilando información única sobre el Ártico para aquella época. Cada día los científicos medían la velocidad del bloque de hielo y su profundidad, determinaban sus coordenadas y llevaban a cabo observaciones meteorológicas. Luego retransmitían esta información con ayuda de aparatos de radio. Cuando de un bloque de hielo de una superficie de entre 3 y 5 kilómetros quedaba únicamente un trozo de 200 a 300 metros, los científicos eran evacuados.

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El gobierno de Rusia, que hace un año decidió crear un día especial para los poliárniki, opina que a esta categoría no sólo pertenecen los especialistas de las expediciones al Ártico y a la región Antártica, sino también todos los habitantes del Extremo Norte, así como los trabajadores de las plataformas de petróleo y gas, los geólogos, oceanólogos y personal militar que se encuentran dentro del círculo polar. Según representantes del gobierno, la creación de esta nueva festividad dará un mayor prestigio al trabajo de los poliárniki.

En el Ártico las estaciones polares se encuentran en islas y en tierra firme, aunque también existen estaciones a la deriva. Los poliárniki, como en la primera de estas expediciones, llegan al bloque de hielo desde el aire. Únicamente viajan en otoño y viven allí en tiendas de acampada hasta el siguiente verano tomando mediciones. 

A la deriva y en la Antártida

Durante los últimos 14 años, desde abril a mayo, el Cuerpo de Expedición de la Sociedad Rusa de Geografía crea en el Polo Norte la base Barneo. En esta época del año ya se ha establecido allí el día polar, la temperatura no baja más de 30 grados bajo cero, pero el hielo todavía no se derrite. En la base se instalan 12 módulos de viviendas y dos cantinas. Los científicos (oceanólogos e hidrólogos) llevan a cabo sus experimentos allí. A esta misma base acuden durante un mes cerca de 250 turistas de distintos países que luego se hacen llamar poliárniki con orgullo.

Tanto el clima como las condiciones de vida son más duros en las bases polares cercanas al Polo Sur, en la región Antártica. La más conocida de ellas es la base Vostok. Los poliárniki que vivieron allí en 1983 registraron la temperatura más baja del planeta de la historia: 89,2 grados bajo cero.

Cualquier persona en buenas condiciones físicas puede ir a trabajar a la Antártida. Para ello basta con enviar una solicitud al Instituto de Investigación Científica del Ártico y la Antártida. El grado de científico no es obligatorio: en el Polo Sur hacen falta mecánicos, operadores de radio, médicos, informáticos y, sobre todo, cocineros.

Generalmente, en verano en la base Vostok viven 25 personas, mientras que en invierno únicamente 13. Las instalaciones de viviendas en Vostok recuerdan más a guaridas: las habitaciones se encuentran a varios metros bajo la nieve y para llegar a ellas hay que atravesar un túnel helado de 50 metros.

En la “madriguera” vecina se halla el sistema de perforación y el laboratorio de estudio del lago subglacial Vostok, que fue descubierto por científicos rusos. De unas enormes bobinas salen unos resistentes cables de acero de más de cuatro kilómetros de longitud.

A esa misma profundidad se encuentra el lago, bajo una gruesa capa de hielo. Desde allí los científicos obtienen muestras de hielo del agua congelada del lago,  las marcan y las conservan en un refrigerador para más tarde enviarlas a Rusia para su estudio. Según los expertos, este hielo posee unas propiedades únicas que no se encuentran en ningún otro lugar, por lo que se estudia detalladamente. Cada día continúan las mediciones habituales de datos meteorológicos y los glaciólogos examinan el estado del hielo.

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Este año, el ministerio de Recursos Naturales de la Federación Rusa ha prometido una modernización de la base rusa en la Antártida a partir de 2015. “El nivel de las condiciones de vida de los poliárniki rusos deja mucho que desear. Es sorprendente cómo en unas condiciones tan duras nuestros científicos siguen desarrollando sus tareas de investigación a un nivel insuperable”, declaraba el ministro de Recursos Naturales, Serguéi Donskói, que visitó la base Vostok el pasado invierno.

Donskói prometió también subir los salarios de los poliárniki, que a día de hoy ascienden a una media de 70.000 rublos al mes (menos de dos mil euros).

Para volver de la Antártida a Rusia, los poliárniki recorren la mitad del globo terrestre. “Finaliza mi décima temporada en Vostok, muy pronto abandonaremos la base.

Tengo por delante un viaje alrededor de la Tierra: Vostok – McMurdo (el mayor centro científico de la Antártida) – Punta Arenas (Chile) – San Petersburgo. Llegaré a casa en marzo”, escribía a principios de febrero en su blog el glaciólogo Alexéi Ekaikin del Instituto de Investigación Científica del Ártico y la Antártida. Alexéi se dedica a estudiar el hielo desde la base polar, incluido el del lago Vostok.

“Se mide la velocidad de acumulación y la densidad de la nieve y se seleccionan las muestras por su composición isotópica”, comenta acerca de su trabajo y publica fotografías de dunas nevadas: olas gigantes de cerca de dos kilómetros de longitud y varios metros de altura, un paisaje más bien parecido a un mar tormentoso congelado de pronto.

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