El joven virtuoso del piano que no tiene manos

Alexéi Romanov

Alexéi Romanov

Arthur Levachkov
Alexéi Románov nació sin manos pero eso no ha sido impedimento para aprender a tocar el piano. Tras una reciente actuación en la televisión, el joven accede a una destacada escuela musical.

Alexéi nació en Zelenodolsk, en la república de Tatarstán, a 800 km al este de Moscú, y comenzó a tocar hace unos dos años. Todo comenzó tras escuchar las obras de Mozart, Vivaldi y otros clásicos. Entonces sintió el impulso de querer tocar.

En la escuela fue la profesora de música quien empezó a trabajar con él. Le ayudaba a tocar las melodías de conocidas películas como Twilight o Titanic. Después recibió también el apoyo de sus amigos.

“Sobre todo me ayudaron dos amigas. Las chicas me explicaron las bases de la música y me enseñaron a leer las notas. Todavía me ayudan. Me envían una partitura, que estudio y si me gusta dejo que entre dentro de mí”, señala Románov.

Fuente: Arthur Levachkov.Fuente: Arthur Levachkov.Alexéi estudia en una escuela para niños con problemas en el aparato locomotor en Kazán, la capital de Tatarstán. Ha sido adoptado recientemente.

Sus padres adoptivos, Vladímir y Luisa Levachkovie notaron inmediatamente su predisposición para el arte y le compraron un sintetizador. Con el tiempo comenzó a participar en competiciones musicales y a ganarlas.

A mediados de febrero, después de actuar en un pequeño escenario con la orquesta de cámara 'La Primavera', recibió la invitación para estudiar en una escuela de música.

Video de Alexéi en YouTube

El director lo invitó a participar en el proyecto de televisión Invitados para mañana, en el que tocó River flows in you, una composición del pianista coreano Lee Ru-ma, para la banda sonora de Twilight. La actuación del joven músico despertó el interés del público y los medios de comunicación.

“Durante el concierto con la orquesta estaba temblando por los nervios. No puedo recordar qué es lo que pasó”, dice Alexéi.

“Pero no podía hacer nada. Subí al escenario, me senté y empecé a tocar. Sentía como temblaban mis rodillas. Luego me di cuenta de que lo estaba haciendo bien, como si la melodía comenzase a fluir por sí misma. Me calmé”.

Románov siente vergüenza cuando le dicen que su ejemplo es capaz de inspirar no solo a jóvenes músicos sino también al resto de las personas.

“Recibo la inspiración... bueno, básicamente de ninguna parte. A veces me parece que hay una especie de fuente invisible e interminable de la que puedo sacar fuerzas”, explica.

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