Cómo los líderes comunistas lucharon por el trono de Stalin

Poster soviético de propaganda en el que se muestra a un amado Stalin y sus acólitos. "El capitán de la URSS nos lleva de una victoria a otra".

Poster soviético de propaganda en el que se muestra a un amado Stalin y sus acólitos. "El capitán de la URSS nos lleva de una victoria a otra".

Global Look Press
Inmediatamente después de la muerte de Stalin, su círculo íntimo estuvo envuelto en una lucha de poder despiadada. La cercanía al fallecido autócrata era en realidad un factor comprometedor que podría costarle a cualquiera la vida. Al final, Nikita Jrushchov ganó, y los perdedores terminaron muertos, algunos políticamente, y otros literalmente.

Iósif Stalin gobernó la URSS más tiempo que cualquier otro líder comunista. Su reinado comenzó con un triunfo sobre los líderes de las facciones rivales, después del fallecimiento de Vladímir Lenin en 1924, y terminó cuando el autócrata georgiano murió de un derrame cerebral el 5 de marzo de 1953.

Mientras estaba vivo, ninguno de los compañeros de Stalin se atrevió a desafiar su autoridad. Todos recordaban el miserable destino de aquellos que habían perdido la gracia de Stalin. Y tan pronto como el líder murió, sus aliados más cercanos comenzaron a luchar por su legado.

Breve alianza

Puesto que nadie en la élite soviética era lo suficientemente poderoso como para concentrar el poder en sus manos como Stalin, los tres funcionarios más influyentes formaron un triunvirato, cada uno controlando una rama del poder.

Gueorgui Malenkov, que había sido diputado de Stalin, encabezó el Gobierno y se convirtió en el primer ministro de la Unión Soviética. Mientras tanto, Nikita Jrushchov, el exlíder de la Ucrania soviética, estuvo a cargo del Partido Comunista.

En cuanto al verdugo de la policía secreta, Lavrenti Beria, que también supervisó el programa nuclear soviético, este permaneció como ministro del Interior, manteniendo el control de los servicios secretos. Como compatriota georgiano de Stalin y quizás su apoyo más cercano, Beria encabezó el temible NKVD de 1938 a 1945, y llevó a cabo represiones implacables durante la Segunda Guerra Mundial.

Tanto Malenkov como Jrushchov tenían miedo de que Beria se deshiciera de ellos primero, por lo que decidieron atacar antes de que este pudiera hacerlo.

La caída del ministro siniestro

En el verano de 1953, la posición de Beria como jefe de NKVD parecía fuerte. Sin embargo, Malenkov y Jrushchov atacaron inesperadamente. En junio de 1953, después de regresar de un viaje a Alemania Oriental, Beria fue detenido.

Lavrenti Beria. Fuente: APLavrenti Beria. Fuente: AP

Durante un pleno del Comité Central del Partido Comunista, todos los miembros del partido de alto rango acusaron a Beria de ser el arquitecto de las represiones (lo que era cierto) y un espía británico (que no lo era).

Al enumerar las atrocidades de la era Stalin, los funcionarios apenas mencionaron al fallecido líder. Según los cargos, todo era culpa de Beria. No tuvo oportunidad de defenderse y fue ejecutado el mismo año. Así repitió el destino de sus predecesores del NKVD bajo Stalin – Guénrij Yágoda, y Nikolái Yezhov.

La Viaja Guardia ataca a Jrushchov

Después de la caída de Beria, Jrushchov y Malenkov volvieron sus cañones unos contra otros. Como el historiador Alexánder Pízhikov señala en su libro, El Deshielo de Jrushchov, Malenkov era mucho menos carismático y activo que Jrushchov, por lo que perdió. En 1955, durante otro pleno, fue suspendido del puesto del premier.

Gueorgui Malenkov. Fuente: Global Look PressGueorgui Malenkov. Fuente: Global Look Press

Sin embargo, la lucha no había terminado. Malenkov hizo una nueva alianza con los otros dos antiguos compañeros de Stalin: Viacheslav Mólotov, el ministro de exteriores conocido por firmar el Tratado de no Agresión entre Alemania y la URSS en 1939, y Lázar Kaganóvich.

Juntos, iniciaron una votación sobre la renuncia de Jrushchov al cargo de primer secretario del partido durante una reunión del Gobierno en 1957. El político tenía mucho por lo que ser criticado. Por ejemplo, sus promesas poco realistas de superar a Estados Unidos como productores de leche y carne. Y así, los tres casi ganaron.

Ninguno era inocente

El astuto Jrushchov, sin embargo, reprogramó la votación para que se celebrara el... sí, otro pleno del Comité Central. Esta vez fue en junio de 1957. Con el apoyo de jóvenes miembros del partido, incluyendo a Leonid Brézhnev, Jrushchov convirtió la discusión de sus errores en una disputa sobre los crímenes de los años 1930 y 1940. Una vez más, los partidarios de Jrushchov criticaron duramente a la Vieja Guardia por la represión y el derramamiento de sangre.

Nikita Jrushchov. Fuente: RIA NovostiNikita Jrushchov. Fuente: RIA Novosti

Tenían razón: Malenkov, Mólotov y Kaganóvich estaban seriamente involucrados en la muerte de personas inocentes. Pero Jrushchov, que criticó duramente a los tres –como Malenkov, Mólotov y Kaganóvich se comentó después del pleno– no tenía las manos limpias.

Cuando Kaganóvich le preguntó: “¿Y tú? ¿No firmaste papeles de ejecución en Ucrania?”, a lo que el interpelado contestó simplemente guardando silencio.

De todos modos, Jrushchov ganó. Los tiempos eran ahora más dulces que durante el gobierno de Stalin, así que nadie fue ejecutado, ni encarcelado, sino que, en cambio, se le permitió vivir cobrando una pensión.

En cuanto a Jrushchov, gobernó la URSS por otros siete años, sólo para ser derrocado en 1964 por los jóvenes miembros del Partido que lo apoyaron en 1957. Terminó sus años en el olvido político, escribiendo sus memorias y quejándose de la traición de sus antiguos amigos.

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