Los opríchniks en Nóvgorod, obra de Mijaíl Avílov (1882-1954).
Vostock-PhotoAterrorizaron a un país entero y su palabra pesaba más que el veredicto de un juez. Si aparecían por alguna casa, provocaban pavor tanto a los nobles como a los sirvientes.
Iván el Terrible, el zar ruso que según una extendida leyenda, mató a su propio hijo, sigue siendo motivo de polémica todavía hoy. Hay una cosa clara, el zar está vinculado a uno de los periodos más oscuros de la historia de Rusia. Iván el Terrible creó una nueva clase social, su guardia personal y policía secreta, la conocida como la opríchnina. Fue la principal herramienta para castigar a aquellos que no le gustaban.
Un estado dentro del estado
Cuando Andréi Kurski, un importante mandatario militar de origen noble e íntimo amigo del zar, traicionó a Iván el Terrible en 1564, este abandonó la capital en mitad de la guerra contra Lituania que Rusia libraba en aquellos momentos. Tras un rezo el zar reunió secretamente a su familia y el tesoro estatal y abandonó el Kremlin sin dar explicaciones. Viajó 123 km y se escondió en la fortaleza de Alexándrov, que era una de las residencias reales.
Escenografía para la opera El Oprícnik de Piotr Chaikovski, obra de Appolinari Vasnetsov (1856-1933). Fuente: Legion Media
Las discrepancias de Iván con la élite política del momento fueron clave para su salida. El zar tenía razones de peso para temer por su vida y poder, aunque su partida de Moscú tuvo consecuencias mucho más serias de lo que esperaba. El pánico se apoderó de la capital, el pueblo repetía que el enemigo se encontraba muy cerca y que el país estaba al borde del colapso sin el monarca. Hubo gente que fue hasta Alexándrov pidiendo a Iván que volviera a Moscú y que pusiera fin al caos que se había apoderado de la ciudad.
Un mes después, Iván el Terrible realizó una vuelta a Moscú por todo lo alto y lanzó un ultimátum. Seguiría reinando pero el país quedaría dividido en dos. Una parte sería propiedad del zar y de su guardia personal, la opríchnina, el resto de las clases continuarían con su vida pero solo tendían conocimiento de las cuestiones internas del zar en circunstancias excepcionales.
La clase de cabeza de perro
Los miembros de la opríchnina se elegían entre las clases bajas y el principal criterio era que no tuvieron ningún vínculo con los nobles. Cada miembro, opríchnik, juraba lealtad al zar y se comprometía con un código especial. Se abstenían de beber, comer y de “estar en compañía de” cualquiera que no fuera miembro de la opríchnina. Si se descubría que un opríchnik rompía este código tanto él como la otra persona eran ejecutados.
La opríchnina en la corte del zar Iván el Terrible, obra de Nikolái Névrev (1830-1904). Fuente: Legion Media
Los miembros de la opríchnina vivían en una parte separada de la ciudad, en varios distritos centrales de Moscú (alrededor de Stari Arbat y de la calle Nikítskaia), de donde el zar había expulsado a los antiguos habitantes sin que pudieran llevarse sus pertenencias. Después de echar a la gente de distritos completos Iván el Terrible ordenó la construcción de un nuevo palacio rodeado de grandes muros.
La guardia personal del zar, que en principio contaba con 1.000 hombres aumentó hasta los 6.000. El símbolo de la opríchnina eran unas cabezas de perro con escobas atadas a los caballos. El escudo significaba que estos leales guardias del zar estaban listos para ir contra los enemigos de Rusia con la ferocidad de un perro y a barrerlos fuera del país.
Ejecuciones por orden del zar
La razón política para la creación de la opríchnina era evitar que los disidentes pudieran controlar el país. Fue esta la primera ocasión en la que se utilizó el término “crimen contra el soberano” como una razón para tomar represalias.
Ejecución de un boyardo durante el reinado de Iván el Terrible, obra de Vladímir Vladímirov (1880-1931). Fuente: Legion Media
En la Crónica de Nóvgorod se puede leer que los miembros de la opríchnina realizaron ejecuciones masivas y que robaron y asaltaron al pueblo. En 1570 la opríchnina acusó a la nobleza de Nóvgorod de traición contra el zar. “La acusación era claramente absurda”, cree el historiador Vladímir Kobrin. Sin embargo los nobles de Nóvgorod fueron ejecutados así como cientos de residentes. Los rociaron con líquido inflamable y les prendieron fuego. Luego los tiraron al río donde fueron finalmente matados desde los barcos.
Iván el Terrible hizo que la pena de muerte fuera uno de los castigos más frecuentes, por ejemplo se ejecutaba por el primer robo o denuncia. En ocasiones la palabra del opríchnik era suficiente. Tras la ejecución el opríchnik reclamaba la propiedad del traidor y los más activos recibían generosos premios. “La voluntad del soberano es ley y un misterio”, decía el protagonista principal de la novela de Vladímir Sorokin, El día del opríchnik, que trata de manera distópica sobre el opríchnik favorito de Iván, Maliuta Skurátov.
Iván el Terrible y Maliuta Skurátov visitando al boyardo Morósov, obra de Klavdi Lébedev (1852-1916). Fuente: Legion Media
La opríchnina degeneró hasta el punto de que no podía oponerse a los enemigos externos. Un año después de la devastación de Nóvgorod, en 1571, el kan de Crimea atacó Moscú. Los defensores del zar apenas fueron capaces de formar un regimiento para defender el trono. Posteriormente Iván el Terrible disolvió las tropas y todo apunta que ejecutó a los oficiales.
La tumultuosa vida de Iván el Terrible, el primer zar
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