Ocho libros de clásicos rusos que darán ganas de llorar

Cultura
ANNA POPOVA
Prepárate ya que las tramas de estas obras te romperán el corazón, seguro.

'Mumú' de Iván Turguénev

La desgarradora historia del portero sordomudo Guerásim, el obediente criado de una mujer tirana. La dueña casó a la lavandera, Tatiana (de la que estaba enamorado Guerásim) con otro, pero el protagonista lo superó. Pero luego ahogó a la única criatura que le quería. el perrito Mumú, porque la dueña ordenó deshacerse de él. Después Guerasim se fue de esta casa y se marchó al campo.

Un toque trágico a esta historia le da el hecho de que estuviese basada en hechos reales. Dicen que Turguénev tomó como base lo que sucedió  en casa de su madre Bárbara Turguéneva.   

'El brazalete de granates' de Alexánder Kuprín

Una historia de amor que pasó desapercibido. La protagonista, la princesa Vera Shéina, recibe un brazalete de granates de un misterioso admirador. Su marido desvela su incógnito: use trata de un modesto funcionario, Zheltkov, que una vez vio a la princesa en el circo, se enamoró de ella y desde entonces le escribe cartas. En su última carta, Zheltkov le pide que toque un fragmento de una sonata de Beethoven en recuerdo de la única alegría de su vida. Después se pega un tiro. Tras leer esta carta, la princesa Vera se da cuenta de que no había identificado un gran amor, puro y desinteresado.  

'En mala compañía' de Vladímir Korolenko

Vasia, el hijo de un juez, conoce a los hijos de un mendigo, que viven con su padre en el calabozo. Un día coge una muñeca, regalada a su hermana por su difunta madre, para animar a Marusia, enferma probablemente de tuberculosis (el autor no nombra la enfermedad que padece). El comportamiento del chico provoca un enfrentamiento con su padre: un antiguo criado denuncia a Vasia, pero él no traiciona a sus amigos. Más tarde Vasia se entera de que la chica ha muerto. El juez se da cuenta que en su propio dolor se olvidó de sus hijos e intenta recuperar el tiempo perdido. En 1886 apareció una versión abreviada de la historia, que se publicó con el título Los niños de la mazmorra.

'Ganas de dormir' de Antón Chéjov

Varia se quedó huérfana a los 13 años y se pone a trabajar como criada. Se pasa el día haciendo recados, pero por la noche no puede descansar: tiene que mecer al bebé de los dueños. Agotada, decide que el bebé es la causa de su tormento. Lo asfixia, se ríe, alegre, y se queda dormida.

'El peluquero' de Nikolái Leskov

Drama amoroso sobre el peluquero de teatro y maquillador Arkadi. Enterado de que su amada, una actriz del teatro de siervos Liuba, tiene señales de atención por parte del conde Kamenski, la convence para huir. Pero les atrapan rápidamente: ella, como una loca, es enviada a un corral de ganado, y él es entregado a los soldados. Pero Arkadi no olvida su amor y al cabo de unos años regresa para pedir rescate por Liuba. Por la noche es asaltado y asesinado por un portero.   

'La sumisa' de Fiódor Dostoievski

El escritor calificó esta historia de ficción. Según el argumento, una muchacha se casa con un prestamista. Ella no le ama, y él la rodea de silencio, esperando que así la protagonista sea capaz de valorar sus cualidades humanas y penetrar en sus sentimientos. Pero esto sólo conduce a la desconfianza y a la incomprensión entre ellos. Llevada a la desesperación, la chica se suicida. 

'Los señores Golovliov' de Mijaíl Saltikov-Shchedrín

Arina Petrovna, la madre de la numerosa familia Golovliov, dividió imprudentemente la hacienda en partes desiguales entre sus hijos. Dejó la mejor parte a Porfiri, a quien su hermano Stepán apodaba Judas, y la peor a Pável. Y al final se quedó sin nada, sin que nadie la necesitara. Sólo al final "el pequeño Judas" se dio cuenta de que había malgastado su vida, siendo avaricioso e indiferente hacia los demás. 

'Anna Karenina' de Lev Tolstói

Una mujer casada se lanza a una aventura con el joven oficial Alexéi Vronski. Deja a su marido y da a luz a una hija de su amante. La sociedad laica ya no la acepta y el proceso de divorcio la desgasta. Al verse en un callejón sin salida, Anna toma la única decisión que le parece correcta: arrojarse bajo un tren, acabando así con su tormento. El inconsolable Vronski se marcha al frente y la hija de ambos queda al cuidado de Karenin.