Cuando los científicos rusos quisieron iluminar la Tierra desde el espacio

 «Znamia» tras su despliegue desde la nave espacial «Progress M-15» el 4 de febrero de 1993. Foto tomada desde la estación espacial Mir.

«Znamia» tras su despliegue desde la nave espacial «Progress M-15» el 4 de febrero de 1993. Foto tomada desde la estación espacial Mir.

RSC Energia (CC BY 4.0)

El 4 de febrero de 1993, un punto de luz brilló sobre Europa, desde el sur de Francia hasta el oeste de Rusia. El Centro de Control de la Misión se alegró: el primer experimento de iluminación artificial de la Tierra, llamado “Znamia”, había sido un éxito. Con la ayuda de una vela de luz desplegada a bordo de la nave espacial “Progress M-15”, fue posible reflejar la luz solar e iluminar el lado nocturno de nuestro planeta.

Durante seis minutos, un enorme punto luminoso (alcanzó los cinco kilómetros de diámetro) se desplazó sobre Lyon, Berna, Múnich, Praga, Lodz, Brest y Gomel. Aunque el tiempo estaba nublado, los destellos de luz eran perceptibles. Y los meteorólogos, tras estudiar su brillo, llegaron a la conclusión de que era comparable al de una luna llena.

“Znamia” (“Estandarte”) surgió como respuesta a un concurso con motivo del 500 aniversario del descubrimiento de América por Colón. Sus participantes debían crear una nave que viajara a la Luna y luego a Marte impulsada por una vela solar. La regata espacial nunca llegó a celebrarse, pero la Unión Soviética empezó a desarrollar su propio proyecto.

Los científicos diseñaron una vela a partir de un material de película con un revestimiento reflectante que se mantenía abierto mediante fuerzas centrífugas. A continuación, se enrollaba y se ponía en órbita, junto con un dispositivo que ponía la vela en movimiento. Finalmente, la vela ligera se desplegó gradualmente y reflejó la luz solar. Los científicos se alegraron.

En 1999, tuvo lugar una nueva etapa del experimento, titulada “Znamia-2.5”. Desde la Tierra, el reflejo de la vela de 25 metros debía ser tan brillante como el de 5 a 10 lunas llenas, y la luz debía mantenerse en un solo lugar. Sin embargo, un error de programación hizo que el panel de la vela se enganchara en la antena. El experimento fallido puso fin a su efímera historia. La tercera etapa, en la que estaba previsto desplegar una vela de 70 metros de diámetro, no se llevó a cabo.

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