Esta miniserie de espionaje soviética (la más famosa en Rusia) está basada en el libro de Yulián Semiónov sobre la Operación Sunrise durante la Segunda Guerra Mundial. El espía soviético Maxim Isáiev, que trabaja en el servicio de seguridad del Reichsführer de las SS bajo el nombre de Max Otto von Stirlitz, debe interrumpir las negociaciones entre el Reich alemán y Estados Unidos y Gran Bretaña.
A lo largo de los doce episodios, los espectadores contemplan con mucha tensión cómo el protagonista elude hábilmente las sospechas de la Gestapo y prosigue su trabajo. Algunas frases de este drama se han convertido en dichos populares, como este: “Y a Usted, Stirlitz, le pediré que se quede”.
Un científico soviético de talento hace un descubrimiento que atrae inmediatamente el interés de la inteligencia extranjera. No consiguen reclutarle, y de repente él desaparece. Rápidamente se descubre el truco del cambio de apellido, y ahora su vida se encontrará en peligro: se anuncia una auténtica caza, tanto de él como de su descubrimiento.
Como bromea uno de los personajes de la película, “en cuanto haces un descubrimiento, inmediatamente todo el mundo lo necesita: la agricultura, el Ministerio de Defensa, la Unión de Escritores”. Esta historia que cuenta cómo se guardaban los secretos de los científicos soviéticos, e incluso ahora atrae la atención por su trama y acción.
En este película de acción y espionaje, además de actores soviéticos, actuaron Alain Delon, Curd Jurgens y Claude Jade. Durante la Conferencia de Teherán, en 1943, se prepara un atentado contra los jefes de Estados Unidos, Gran Bretaña y la URSS. El oficial de inteligencia soviético Andréi Borodín, con la ayuda de la traductora Marie Luni, impide el ataque.
Treinta años después, uno de los participantes en la conspiración decide vender en subasta sus recuerdos y noticiarios de la época. Y todo vuelve a empezar: persecuciones, asesinatos y Amor eterno, canción que el cantante francés Charles Aznavour dedicó a la intérprete del papel femenino principal Natalia Belojvóstikova.
El personaje de un espía que trabaja en el corazón del servicio de seguridad del Reichsführer de las SS fue inspirado en personas reales. Se trata de Rudolf Abel y Alexánder Sviatogórov, famosos espías soviéticos que trabajaron ilegalmente en Occidente durante muchos años.
En la película de cuatro capítulos Johan Weiss consigue trasladarse de Riga a Alemania antes de la guerra y empieza a hacer carrera, primero en la Abwehr y luego en las SS. Tiene apariencia poco llamativa, es un conversador agradable y un funcionario simple que no destaca en nada. Solo en una cosa: bajo el nombre de Weiss se esconde Alexánder Belov, un espía que pasa información sobre los planes del enemigo.
Por primera vez en esta película sonó la canción Donde comienza la Patria, que se convirtió en un éxito en la URSS.
Abril de 1941, una despreocupada primavera moscovita: la gente baila y pasea por los parques, los pioneros marchan por las calles, los obreros van a la entrada de la fábrica.
Mientras tanto, unos saboteadores alemanes están a punto de volar la fábrica donde van a empezar a producir las máquinas de guerra Katiusha. Incluso se conoce la fecha en la que se planea realizarlo: el 21 de junio de 1941. Para desbaratar sus planes, el NKVD les envía a un comandante de reserva, Serguéi Biriukov, que no se distingue de otros trabajadores soviéticos, es “uno de nosotros”.
A primera vista, la película parece una colección de clichés sobre espías. Pero, por otro lado, cuenta la historia una gran partida de del espionaje mundial, en la que está involucrada gente corriente.
Una atmosférica película en blanco y negro sobre un agente de inteligencia soviético encubierto que intenta desenmascarar a un criminal de guerra y evitar que sus avances en armas de destrucción masiva llegue a Occidente. La trama se basa en hechos reales de la vida del espía ruso Konon Molodói.
En los años 50-60 vivió en Inglaterra bajo el nombre de Gordon Lonsdale, era un hombre de negocios bastante respetable y espió a científicos alemanes, durante la guerra, que trabajaban para Hitler. Lo más interesante es que el espía también actuó como asesor de Temporada muerta. Quizás, de todas las películas de espías, ésta sea una de las más auténticas y conmovedoras.
La propia historia del rodaje de esta saga de espías sobre el enfrentamiento entre los servicios de inteligencia occidentales y soviéticos es como una novela policíaca con una trama descaradamente retorcida. Entre el personal que participaba en el rodaje de la película, según cuenta la leyenda, ¡había un espía de verdad! El rodaje se llevó a cabo incluso en instalaciones secretas, como centrales nucleares. Y para que todo fuera auténtico, la película contó con el “atrezzo adecuado”: un auténtico detector de mentiras.
La historia de un residente de los servicios de inteligencia occidentales, que primero investiga los secretos de la industria nuclear de la URSS y luego se convierte en un agente doble, dio para cuatro episodios. Error de residente reúne todos los elementos necesarios para atraer a los espectadores: un espía encantador, una trama dramática, persecuciones, misterios y conspiraciones.
Un reparto inesperado atrae inmediatamente la atención de cualquier ruso: el papel de un joven biólogo que está siendo chantajeado para que trabaje para una agencia de inteligencia extranjera lo interpreta Alexánder Demiánenko, estrella de las comedias de Leonid Gaidái. Aquí interpreta a un concienzudo ciudadano soviético que denuncia inmediatamente que le están obligando a hacer espionaje, y los infiltrados son capturados por el KGB.
Pero aun así la película resultó ser, más bien, una parodia del trabajo de los servicios de inteligencia. Hay pastillas psicotrópicas, con las que drogan al protagonista, un viaje en submarino a la Unión Soviética y un demoníaco agente de los servicios de inteligencia occidentales... todo parece demasiado desmesurado para ser creíble.
Esta miniserie está basada en la novela de Yulián Semiónov, que por su parte se inspiró en hechos reales. La trama gira en torno a la búsqueda de un espía de la CIA que ha accedido a datos sobre la presencia soviética en el país “africano” de Nagonia. Los oficiales del KGB quieren desenmascarar la red de agentes y, paralelamente, deben impedir un golpe de Estado en otro continente.
La etnógrafa Nora conoce a un científico que trabaja en un instituto secreto donde se están desarrollando nuevos tipos de acero para blindajes. Tras romperle el reloj, le da uno nuevo a cambio, en el que se esconde un pequeño dispositivo de transmisión. El protagonista se da cuenta demasiado tarde de que la inteligencia extranjera se interesa por él y de que, sin saberlo, ha facilitado información clasificada: como consecuencia, muere. La película está rodada según todas las leyes del género: la muerte del científico no será en vano y los criminales serán atrapados.
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