El retrato de Stalin que Picasso deseó no haber pintado nunca

Cultura
JAIME NOGUERA
Picasso pintó el retrato del mandatario soviético diez días después de su muerte y causó una gran polémica entre los miembros del Partido Comunista de Francia.

La mezcla de arte e intereses políticos rara vez dan buenos resultados. Fue un poeta, Louis Aragon, el que puso en un compromiso a Picasso, que se arrepentiría siempre de haber aceptado un encargo suyo. Aragon dirigía 'Les Lettres Françaises', la revista literaria de referencia del momento, por lo que el pintor malagueño lo tuvo muy complicado a la hora de rechazar lo que el literato galo, miembro como Picasso del Partido Comunista Francés, le pidió: que pintase un retrato del mismísimo Stalin.

El 15 de marzo de 1953, tan solo diez días después de la muerte del líder soviético los trazos picassianos aparecían en el interior de la venerada publicación, plasmando al georgiano más terriblemente famoso. El fallecido Stalin aparecía representado como un mozalbete bigotudo, con los ojos saltones y nubarrosos. Según expresó el periodista Feliciano Fidalgo en un artículo de 1983 en El País, “en el retrato de Stalin, firmado por Picasso, podía entreverse a un chulangano con aficiones de quinqui”.

Tres días después de la aparición de la obra en Les Lettres Françaises. el Partido Comunista de Francia manifestó su desagrado ante la obra del autor del Guernica: "El secretariado del PCF desaprueba categóricamente la publicación del retrato del gran Stalin".

Hablamos con Rafael Inglada, biógrafo de Picasso

Para que nos cuente algo más sobre este curioso hecho, nos dirigimos a la ciudad natal de Picasso, Málaga, donde reside su biógrafo Rafael Inglada. Esto es lo que nos contó sobre el gafado cuadro.

“El Retrato de Stalin que Picasso realizó a raíz de la muerte del dictador soviético (5 de marzo de 1953) fue, creo, una respuesta a las exigencias de qué debía de ser el arte para una potencia como Rusia. Fue el biógrafo y amigo de Picasso, Pierre Daix, quien un día después le envió un telegrama al artista malagueño, en nombre de Louis Aragon, para que participara con un dibujo en el número especial que se le iba a dedicar al difunto sóviet en Les Lettres Françaises.

Picasso ejecutó el dibujo a carboncillo el día 8 en Vallauris, y el 12 apareció en la mencionada revista, que correspondía al 12-19 de marzo. Picasso quiso hacer un dibujo de un Stalin joven (a partir de una fotografía de 1903, que Françoise Gilot, entonces compañera de Picasso, localizó en un viejo periódico). “Parece ser que él y Françoise Gilot se rieron tanto al terminar el dibujo que a él le dio hipo, pues el retrato tenía un parecido asombroso con el padre de Françoise”, escriben Czernin y Müller. Aun así, lo enviaron, y terminó ilustrando la cubierta con dos artículos al lado de Aragon y Joliot-Curie.

Ni las flores que Picasso había enviado a Moscú lograron aplacar el gran revuelo entre las filas del Partido Comunista Francés y los detractores y admiradores del artista. De hecho, el diario L´Humanité del 18 publicó en su primera página un comunicado desaprobando "categóricamente" el dibujo: "Sin cuestionar la integridad del gran artista --decía--, cuya adhesión a la causa de la clase trabajadora es conocida de todos, el Secretario del Partido Comunista Francés lamenta que el camarada Aragon, miembro del Comité Central y director de Les Lettres françaises, que por otra parte lleva a cabo una lucha valerosa para el desarrollo del arte realista, haya permitido su publicación".

Fue el momento en que los detractores y seguidores de Picasso se dividieron visiblemente en dos bandos. A Picasso le pareció ridícula la situación y atosigado, como respuesta a Paris-Macht, terminó dibujando una cabra ante la cámara de este periódico. Una respuesta lacónica y muy picassiana. Desde luego. Picasso hizo cuanto le dio la gana y con ello demostraba que una cosa era la colaboración y otra el sometimiento y la exigencia.”

Condena unánime

Efectivamente, como comenta Inglada, tanto el Buró Político como el Comité lo consideraron una “insultante y soez caricatura del Genial Guía de los Pueblos”, condenando a Aragon y a la redacción del semanario, por haberlo publicado, a la vez que se exigía la destrucción de toda la edición de la revista (por “blasfematoria”), así como el arrepentimiento público de los culpables.

Tal denuncia oficial tuvo que ser tomada como una orden por los comunistas galos. A Louis Aragon no le quedó más remedio que recular y hacer autocrítica pública. En el número siguiente de la revista puso a Picasso a a los pies de los caballos, al publicar las cartas críticas de diversas células del Partido.

No había comenzado la revisión de la figura de Stalin, por lo que la mayoría de los comentarios ponían en valor positivo su figura, criticando que se desdibujara "al padre de los pueblos”. En otras palabras, hubiesen querido un retrato realista.

¿Era Picasso un comunista convencido?

No sabe duda que el largo exilio de su España natal por su oposición al régimen del general Franco, combinado con sus brutales experiencias durante la ocupación nazi de París, llevaron a que Pablo Picasso viera al comunismo como un ideal de paz, llave para un mundo libre de fascismo. 

Aquello le trajo más problemas que ventajas. Por ejemplo, hubo protestas de grupos derechistas en alguna de sus exposiciones y EE UU le prohibió la entrada al país. El artista comenzó a viajar por todo el mundo, realizando conferencias públicas y realizando donaciones a diversas causas sociales, incluyendo el regalo de un millón de francos a los mineros franceses del carbón que se encontraban en huelga. Más tarse se unió a protestas contra la guerra en la península coreana, a la que dedicó su obra “Masacre en Corea” (1951), crítica con EEUU y que tampoco agradó al PCF, que hubiese preferido, como en el caso del retrato de Stalin “una obra más simple”.

Picasso, que recibió el Premio Lenin de la Paz entre los pueblos en 1962, tuvo una relación compleja con el Partido Comunista, pues no aprobó la represión al levantamiento húngaro y la Primavera de Praga, pero se mantuvo fiel a los ideales marxistas hasta su muerte en 1973. 

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