10 obras de Érik Bulátov que tienes que conocer (Fotos)

Museo de Arte Vanguardista MAGMA
A lo largo de su carrera, uno de los fundadores del conceptualismo moscovita y del arte social ha hablado al espectador literalmente a través de las palabras de sus cuadros. Es su forma de traspasar los límites entre la pintura y la vida cotidiana. Al fin y al cabo, un cuadro es, según él mismo afirma, la única realidad en la que cree.

‘Cut’, 1965-1966

Bulátov empezó a dibujar muy pronto, a los seis años. Intentó crear sus propias ilustraciones para Ruslán y Liudmila, de Pushkin. Al ver los dibujos, su padre se dio cuenta de que Érik se convertiría en artista. Así que no hubo dificultades para elegir profesión. Bulátov estudió en los talleres de Vladímir Favorsky y Robert Falk, que influyeron en gran medida en su estilo. Una de las primeras obras del artista, Cut, a primera vista parece una ilusión óptica, pero hay que mirar más de cerca para darse cuenta de la profundidad del cuadro y de la luz que viene del interior. 

‘Horizonte’, 1971-1972

La vida misma le sugería temas: una vez en Crimea cayó enfermo y acudió a una policlínica para calentarse. Durante los procedimientos, el artista intentó mirar al mar, pero se lo impidió un rayo rojo. Por mucho que lo intentaba, no podía cambiar el punto de vista. Y entonces se le ocurrió la idea de crear una pintura, que se utilizará como si fuera un limitador natural, cubriendo los más valioso. Así apareció Horizonte: un alegre paisaje marino ensombrecido por una alfombra roja que bloquea el horizonte. 

‘El milagroso viaje de Niels y los gansos salvajes’, 1978

Junto con otros artistas ya famosos, Ilyá Kabakov y Oleg Vasíliev, Bulátov trabajó en la ilustración de libros. Creó diseños para cuentos de hadas de Charles Perrault e historias de Borís Zajoder, Serguéi Mijalkov y Heinrich Sapgir, Selma Lagerlöf y los hermanos Grimm. Esta forma de ganar dinero -seis meses para la editorial, seis meses para él- le permitía encontrar tiempo para la creación.

‘Gloria del PCUS’, 1975 

En la década de 1970, el artista empezó a combinar paisajes e inscripciones en carteles. Uno de los ejemplos más brillantes fue el cuadro Gloria del PCU": el propio Bulátov lo considera una de las principales obras del periodo soviético. Enormes letras rojas "luchan" literalmente con un paisaje idílico, cerrando el mundo de la libertad. En 2008, la obra se vendió por 1,08 millones de libras en una subasta de Philips. En 2003, el artista pintó una repetición autografiada, que ahora forma parte de la colección del Centro Pompidou de París. 

‘Calle Krásikov’, 1977

Era difícil exponer arte no oficial en la URSS: por ejemplo, la exposición de Bulátov en el Instituto Kurchátov duró apenas una hora, tras la cual fue prohibida. Pero en el extranjero la obra del artista despertaba interés y se solicitaban obras para exposiciones. El Ministerio de Cultura "selló" el arte incomprensible como carente de valor artístico y los cuadros fueron enviados para exposiciones a galerías extranjeras. Al mismo tiempo, el artista seguía experimentando: en sus paisajes hiperrealistas aparecían "obstáculos" que interferían con el movimiento y la vista. Así, en La calle Krásikov, en medio de la carretera hay un enorme cartel con la imagen de Lenin: si hay una carretera tras él o no, no está claro. 

‘Brézhnev. Espacio soviético’, 1977

La visión irónica del artista a menudo se tomaba al pie de la letra. Así ocurrió, por ejemplo, con el cuadro Espacio soviético. Pero aún así, el retrato del Secretario General Brézhnev, como un halo rodeado por las banderas de las repúblicas de la Unión, fue prohibido. El propio Bulátov dijo que en este cuadro intentaba llamar la atención sobre la anormalidad de la vida, que la mayoría de la gente aceptaba como norma. 

‘Nubes que se derriten’, 1982-1987

En las obras de Bulátov hay a menudo referencias a otros autores. Por ejemplo, "La puerta está abierta" es un homenaje a Velázquez. Y "Nubes que se derriten" recuerda a la fotografía de Alexánder Ródchenko tomada en Púshkino: representa pinos desde la misma perspectiva. El paisaje forestal de Bulátov no va acompañado de inscripciones, pero no por ello la obra resulta menos inquietante. Más bien, las copas de los pinos que ascienden evocan una sensación de peligro inminente. Y sin embargo, el cuadro nos hace pensar: ¿cuál es la idea rusa hoy?  

‘El Louvre. Gioconda’, 1997-1998

El artista fue reconocido en el extranjero a finales de la década de 1980. Sus exposiciones tuvieron lugar en el Centro Pompidou y la Kunsthalle de Zúrich. En 1989, junto con su esposa Natalia, Bulátov se marchó a Nueva York y después se trasladó a París, donde vive actualmente. No emigró, subraya, sino que simplemente cambió de lugar de trabajo. Plasmó sus reflexiones sobre la interacción con el arte en el cuadro El Louvre. Gioconda, sólo que aquí entre el público y la obra maestra de Da Vinci hay una frontera tangible. 

‘Pintura y espectadores’, 2011-2013

El artista se refiere al artista clasicista ruso del siglo XIX Alexánder Ivanov como el principal pintor ruso. Su obra maestra La aparición de Cristo ante el pueblo en la Galería Tretiakov, según Bulátov, está dispuesta de tal manera que hay alguien delante del cuadro todo el tiempo, y el propio lienzo está creado de tal manera que se los "traga" a todos dentro. En 2011, el artista decidió replantearse el cuadro programático de Ivanov y creó la obra El cuadro y el público: en ella, los visitantes de la galería se mezclan con la multitud que observa la aproximación del Salvador y mira a Juan Bautista. La frontera entre arte y realidad desaparece. 

‘No todo es tan terrible’, 2016

En la residencia de arte The Foundry, en el sur de Francia, uno de los primeros en aparecer fue el estudio de Eric Bulatov. Aquí colocó varias de sus obras: ya no son pinturas, sino objetos de arte tridimensionales. Entre ellas están Exit y No todo es tan terrible. Las letras de dos metros de altura se elevan cuatro pisos, llenando el espacio, y se iluminan con la luz que entra por las ventanas del tejado. La obra es inquietante, pero también esperanzadora de que las cosas mejorarán.

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