En los años 70 y 80 en la distribución cinematográfica soviética salieron una docena y media de largometrajes, de los cuales cerca de un tercio se convirtieron en éxitos absolutos y cayeron en la memoria del público para siempre.
He aquí cinco de los más populares.
Fue esta película de animación -mezcla de un cuento de hadas de Charles Perrault y "Los tres mosqueteros" de Alejandro Dumas- la que marcó la moda de la animación japonesa. El estreno tuvo lugar en la competición infantil del sexto Festival de Cine de Moscú, en 1969. Los escolares del jurado infantil la reconocieron como la película más divertida del certamen y dieron un premio a los creadores: un tocadiscos y un disco en el que se grabaron las risas y los aplausos del público. Los críticos también se mostraron encantados. "La gracia y elegancia de la producción es asombrosa", escribió la revista Pantalla soviética. "La trama se desarrolla de forma fascinante", "la tensión se transmite de manera sorprendente", "hay numerosas persecuciones que se realizan con virtuosa habilidad", coincidían sus colegas de la revista Arte del cine.
No en vano, el dibujo animado fue comprado y distribuido ampliamente en 1971. En Japón se rodaron dos secuelas, pero en la pantalla soviética de ellas por alguna razón salió sólo la tercera parte - "Vuelta al mundo del gato con botas" (estreno en Japón - 1976; en la URSS - 1977), en la que el héroe de Charles Perrault ya estaba dentro de la novela de Julio Verne "La vuelta al mundo en 80 días".
No había películas de terror en el sistema de géneros del cine soviético (algunas películas de cuentos de hadas como "Viy", basada en Gógol, no cuentan). Tampoco había dibujos animados de terror. Por lo tanto, no es de extrañar que "El barco fantasma", moderadamente conocida en su país de origen, causara tanto furor en la URSS. Los niños fueron a verla decenas de veces. Por suerte, una entrada para la sesión matinal era muy barata. "Barco fantasma" era dinámica, llena de escenas de miedo (con el uso sistemático de sosa que disuelve el cuerpo como si fuera ácido -a los protagonistas sólo les quedaba ropa en la acera-, un enorme monstruo robot que arruina la ciudad, etc.), pero aun así terminaba con un final feliz.
Los espectadores soviéticos no podían ver nada parecido en ningún otro sitio. Y la razón por la que se pudo ver era porque se abrió paso en la taquilla soviética con una clara crítica al imperialismo estadounidense y al dictado de las empresas transnacionales.
Primera entrega de la serie "Clásicos mundiales de los cuentos de hadas" de Toei Studio, que más tarde incluiría una adaptación japonesa de "Doce meses" de Samuel Marshak y una adaptación del ballet "El lago de los cisnes" de Piotr Chaikovski (también llegarían a la taquilla soviética). Esta película de animación -basada en los cuentos de hadas "Los cisnes salvajes" de Hans Christian Andersen y "Seis cisnes" de los hermanos Grimm- se recuerda por el hecho de que, a diferencia de otros dibujos animados japoneses, no ofrecía diversión despreocupada, ni acrobacias virtuosas, ni siquiera atracciones de terror, y dejaba al espectador con una pizca de tristeza.
Los espectadores soviéticos preferían los dibujos animados de clásicos mundiales, conocidos en la URSS. Se trata de Charles Perrault, Hans Christian Andersen ("Pulgarcita", "La princesa del reino submarino"), y el cuento popular inglés "Jack en el país de las maravillas", y el cuento árabe "Alí Babá y los cuarenta ladrones". "Taro" es la adaptación cinematográfica de una obra japonesa, en concreto de un libro de la escritora Miyoko Matsutani. La película fue bien recibida, en parte debido al exotismo y al excelente diseño de los demonios. Al igual que "El gato con botas" y "Los príncipes cisne", "Taro" también participó en el concurso infantil del Festival de Moscú e incluso ganó el Premio de Plata del jurado "adulto".
Otra de las películas más espeluznantes de la historia de la distribución soviética, y también adquirida por razones "antiamericanas". Es la historia del bombardeo de Hiroshima, vista a través de los ojos de un niño japonés. En la prensa soviética, “Hiroshima” (que incluye manga, largometrajes y películas de animación) recibía críticas regulares y favorables a pesar de la actitud extremadamente difícil hacia los cómics. Mucha gente se aficionó al cómic. Sin embargo, he aquí el problema: en la URSS no existía un sistema de clasificación por edades, así que en el auditorio había espectadores muy jóvenes que veían con horror cómo se les salían los ojos, cómo se les sacaban gusanos de las heridas, cómo se rastrillaban cadáveres carbonizados hasta el camión con una calesa. Las pesadillas no se consideraban el pago más terrible por una conferencia sobre la guerra nuclear.
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