Los chales llegaron a Rusia desde Oriente y originalmente eran rectangulares (como los mantones modernos). Se hacían a mano y la mayoría era de seda, por lo que sólo las mujeres adineradas podían permitirse comprarlos. Poco a poco, los chales empezaron a ponerse de moda entre la nobleza y la clase mercantil. La demanda creció, así como el número de fabricantes. Entonces, los de Pavlovski Posad decidieron vencer a la competencia produciendo chales de lana más baratos con un dibujo impreso en lugar de tejido. Si te fijas en el diseño, verá que el dibujo se repite simétricamente. El dibujo se aplicaba utilizando formas especiales de madera y, por tanto, las dimensiones estaban estandarizadas. Así, el precio del chal de Pavlovski Posad disminuyó y se puso al alcance incluso de los campesinos (¡aunque de los prósperos!).
Hoy en día, los patrones ya se aplican con láser; si el patrón es muy complejo, entonces manualmente. Sin embargo, el color principal del pañuelo sólo aparece al final del trabajo, tras el tratamiento con vapor, que fija los tintes.
Por cierto, hasta hace poco, el fondo era solo negro, blanco y claro, todos los demás colores aparecieron solo en el siglo XX.
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