10 grandes compositores rusos

Russia Beyond (Sputnik; Dominio público)
Desde motivos folclóricos en la música hasta audaces experimentos vanguardistas. Seguro que ha oído las melodías de estos grandes músicos.

1. Mijaíl Glinka (1804-1857)

Glinka está considerado el padre de la música clásica rusa. Aprendió de extranjeros y estudió mucho la música europea, pero fue uno de los primeros en intentar encontrar su propio lenguaje y género a partir de material ruso.

Antes de Glinka, las óperas rusas habían tomado prestados argumentos y música del extranjero (sobre todo de Italia). Él, sin embargo, compuso óperas nacionales que calaron hondo en la sociedad y ejercieron una enorme influencia en las siguientes generaciones de compositores, incluido el gran Chaikovski. Glinka fue el primero en elegir una base literaria rusa para sus obras, por ejemplo, convirtiendo el poema de Alexánder Pushkin Ruslán y Liudmila en una ópera. También recopiló melodías y tonadas nacionales de distintos pueblos de Rusia y las incorporó a las obras.

Su ópera Iván Susanin se convirtió en una de las primeras óperas históricas de su patria. El compositor reinterpretó una historia popular de principios del siglo XVII, plagada de mitos, sobre cómo el campesino Susanin realizó la hazaña de no delatar a los invasores polacos el lugar donde se escondía el nuevo zar Mijaíl Romanov, y los llevó a vagar por la espesura del bosque.

Una de las obras más famosas de Glinka, La canción patriótica, se considera la quintaesencia de su búsqueda creativa para transmitir el concepto de “carácter ruso” en la música. Esta melodía formó incluso la base del himno ruso (en 1990-2000).

2. Piotr Chaikovski (1840-1893)

La música para el futuro genio fue al principio sólo un pasatiempo, pues un siervo campesino le enseñó a tocar el piano. De niño, le gustaba especialmente Mozart, y luego se convirtió en un verdadero fan de la ópera italiana.

Es difícil sobrestimar la importancia que tuvo Chaikovski para toda la cultura rusa. Para la música fue algo así como Pushkin para la literatura: compuso obras maestras reconocidas en una amplia variedad de géneros. 10 óperas, 3 ballets, 7 sinfonías e innumerables obras para orquesta e instrumentos individuales.

Los ballets El lago de los cisnes y El cascanueces son mundialmente famosos, y muchas de sus melodías son perfectamente reconocibles incluso para quienes no se dedican a la música. Y el Concierto para piano nº1 es una de las melodías sinfónicas más famosas, que incluso se interpretó en lugar del himno nacional cuando los atletas rusos subieron al podio en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y Pekín 2022.

La ópera Eugenio Oneguin, representada en el Teatro Imperial de San Petersburgo, fue un gran éxito. Cuenta la leyenda que Lev Tolstói lloró con las melodías de Chaikovski. También fue muy apreciado por el emperador Alejandro III, amante de todo lo “ruso”.

3. Alexánder Borodín (1833-1887)

Fue un famoso científico y químico, y componía música sólo en su tiempo libre. No hay muchas obras en su legado, pero la ópera El príncipe Ígor está considerada una de las mejores de la historia musical mundial.

El príncipe Ígor se basa en la antigua obra rusa El cuento de la campaña de Ígor. De las obras sinfónicas, es una de las más rusas en espíritu y atmósfera. Presenta el poderoso sonido de un coro popular, instrumentos folclóricos y conmovedoras arias y lamentos en ruso.

Junto con Músorgski y Rimski-Kórsakov, Borodín formaba parte del círculo de compositores de Los Cinco (o Los bueyes). Se veían a sí mismos como sucesores de Mijaíl Glinka y trataban de llevar a la música las ideas nacionales rusas.

4. Modest Músorgski (1839-1881)

Músorgski fue otro miembro de Los Cinco, y sus obras tenían fuertes características nacionales. Era oficial, pianista a tiempo parcial y no se le tomaba en serio como compositor. Durante su vida sólo se representó una obra importante: la ópera Borís Godunov, basada en la tragedia de Alexánder Pushkin.

Muchas de las ideas de Músorgski no se completaron, sino que fueron compuestas por otros después de él. Este fue el caso, por ejemplo, de una de sus óperas más famosas, Jovánshchina, sobre los disturbios de streltsí y la crisis de poder a finales del siglo XVII. Se puso en escena después de la muerte del compositor.

Para muchas de sus obras, otros compositores escribieron la instrumentación orquestal por él. Se pensaba que Músorgski no era muy fuerte en este campo. Sin embargo, quedan sus obras destacadas para orquesta, como el cuadro sinfónico Una noche en el Monte Pelado.

5. Nikolái Rimski-Kórsakov (1844-1908)

Rimski-Kórsakov fue un miembro importante de Los Cinco e interpretó el folclore popular y la cultura rusa en muchas de sus obras. Compuso numerosas obras sinfónicas y 15 óperas. Las más famosas son La doncella de las nieves, Sadkó, El cuento del zar Saltán (cuyo interludio orquestal El vuelo del abejorro se hizo mundialmente famoso).

Rimski-Kórsakov fue crítico y teórico musical, y ayudó a otros compositores a editar obras y escribir orquestaciones. También fue uno de los profesores de música con más talento del siglo XIX, y enseñó durante muchos años en el Conservatorio de Música de San Petersburgo. Muchos de sus alumnos se convirtieron en destacados compositores. Entre ellos se encuentran Alexánder Glazunov, Mijaíl Gnesin, Serguéi Prokófiev, Ígor Stravinski y muchos otros.

6. Alexánder Scriabin (1871-1915)

Se le considera el precursor de las vanguardias musicales. Las composiciones de Scriabin eran muy complejas e intelectuales, llenas de simbolismo. El místico compositor creía que su arte influía en los cambios del universo y pensaba que era posible componer una melodía que desencadenara el Apocalipsis. Sus innovadores experimentos creativos a veces escandalizaban al público.

Es conocido sobre todo por sus tres sinfonías para orquesta y su poema musical Prometeo. Para su partitura, Scriabin dio a cada nota un color diferente, convirtiéndose en pionero de la “música del color”. Poseía el raro don de la sinestesia; todas las tonalidades musicales en su percepción tenían un color particular. También utilizaba una iluminación dinámica de colores en la interpretación de sus obras.

7. Serguéi Rajmáninov (1873-1943)

Alumno de Chaikovski, Rajmáninov empezó a tocar el piano a los cuatro años y representó su primera ópera a los 19. Sus famosas y grandes palmas de las manos podían abarcar una octava y media. “Soy un 85% músico, sólo hay en mí un 15% humano”, solía decir.

Tras la Revolución de 1917, Rajmáninov emigró a Estados Unidos, vivió allí 26 años y allí se hizo famoso. Aún así, se le considera uno de los compositores más rusos.

Sus conciertos para piano y orquesta son los más famosos. El Concierto nº3 se considera una de sus obras más interpretadas (y su mejor concierto para piano).

8. Ígor Stravinski (1882-1971)

Stravinski se hizo mundialmente famoso por los tres ballets que escribió para las Estaciones Rusas de Serguéi Diaghilev a principios de la década de 1910: El pájaro de fuego, Petrushka y La consagración de la primavera. En ellos utilizó ampliamente los temas folclóricos tan populares entre las figuras vanguardistas de la época.

Más tarde, el compositor se interesó por el neoclasicismo y la estilización de antiguos motivos barrocos y románticos, y escribió el ballet Pulcinella, la ópera Perséphone al estilo italiano. Su obra posterior (repetidamente criticada) se asoció a la experimentación y a la compleja técnica serial de la “dodecafonía”.

A pesar de que el compositor emigró de Rusia antes de la Primera Guerra Mundial (vivió en Europa y luego se trasladó a Estados Unidos con el estallido de la Segunda Guerra Mundial), se consideró un compositor ruso hasta el final de su vida. En 1962 acudió a Moscú y Leningrado con conciertos.

9. Serguéi Prokófiev (1891-1953)

Ballets, óperas, sinfonías, conciertos, cantatas y música de cine: Serguéi Prokófiev fue uno de los compositores rusos más prolíficos del siglo XX. Al igual que Stravinski, compuso ballets para Diaghilev y se creía que ambos talentos mantenían una larga rivalidad creativa.

Tras la revolución, Prokófiev abandonó Rusia, pero viajó y realizó giras antes de regresar a la URSS en la década de 1930. Una de sus obras más famosas, escrita inmediatamente después de su regreso, fue el cuento de hadas sinfónico Pedro y el lobo.

El compositor era codiciado por el público de la URSS y recibió numerosos premios estatales. El ballet Romeo y Julieta se convirtió en una de las producciones más populares del siglo XX. (La melodía más reconocible del ballet, Danza de los caballeros, se ha reproducido muchas veces y seguro que la has oído, por ejemplo, en la canción de Robbie Williams Party Like a Russian).

10. Dmitri Shostakóvich (1906-1975)

Uno de los compositores más talentosos y complejos del siglo XX. Fue nominado al Oscar por su adaptación de la música de Modest Mússorgski para la adaptación cinematográfica de la ópera Jovánshchina, y al Grammy por sus obras sinfónicas.

Al mismo tiempo, se pasó la vida luchando contra la censura soviética. “Batiborrillo en lugar de música"”fue como los críticos soviéticos describieron la ópera de Shostakóvich Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, tras la cual fue acosado.

Durante el sitio de Leningrado, Shostakóvich permaneció en la ciudad. Compuso su famosa Séptima Sinfonía (Leningrado), que fue interpretada por la Filarmónica local. Fue escuchada no sólo por Leningrado, sino por todo el mundo.

Síguenos en nuestro canal de Telegram: https://t.me/russiabeyondes 

LEE MÁS: Los 10 mejores escritores rusos de todos los tiempos

La ley de derechos de autor de la Federación de Rusia prohíbe estrictamente copiar completa o parcialmente los materiales de Russia Beyond sin haber obtenido previamente permiso por escrito y sin incluir el link al texto original.

Lee más

Esta página web utiliza cookies. Haz click aquí para más información.

Aceptar cookies