El lugar central del poder, el Gran Palacio del Kremlin es fascinante. El dorado y el blanco se superponen en la larga fachada neoclásica de 125 metros coronada por un tejado verde, donde algunos días ondea la bandera rusa. Tras sus muros decimonónicos hay un auténtico mosaico arquitectónico, testimonio de siglos de historia. Stalin fue el último dirigente en residir en el Kremlin. Actualmente alberga las oficinas de la administración presidencial así como salas de aparato, raramente accesibles a los grupos de visitantes y utilizadas en ceremonias oficiales.
Mientras San Petersburgo era todavía la capital imperial de Rusia, el zar Nicolás I decidió construir en 1838 una residencia dentro del complejo del Kremlin para utilizarla durante sus viajes a Moscú. El objetivo era asentar la autocracia rusa, la fe ortodoxa y la unidad del pueblo, tres motivos representados en la decoración de las 700 salas del Gran Palacio, construido por el arquitecto Konstantín Thon.
Los apartamentos privados de los últimos zares se sitúan en la planta baja, detrás de las ventanas que dan al río. Hay una serie de piezas en estilos muy diferentes. Un gran comedor, revestido de mármol blanco artificial e inspirado en el clasicismo cuenta con sus réplicas de estatuas antiguas.
En el salón decorado por candelabros y jarrones de estilo japonés una piña encima de la lámpara de araña es símbolo de hospitalidad. "En Rusia cultivamos desde hace mucho tiempo frutos exóticos en las orangeries [invernaderos en las residencias aristocráticas]", subraya la guía. Los muebles Boulle, nombre del ebanista francés del siglo XVII, dan a la estancia de la emperatriz una apariencia rococó. En el tocador, una suntuosa chimenea recubierta de malaquita verde de los Urales es una auténtica joya. La habitación para dormir, más austera, es de estilo renacentista y los muebles y las paredes están tapizadas de azul, sobre un fondo de blanco y dorado.
La escalera de honor dirige a cinco grandes salas de recepción. Cada una de ellas está dedicada a una alta personalidad estatal y las insignias se mezclan con la decoración. La más imponente, consagrada a San Jorge (méritos militares) es un templo dedicado a la gloria del Ejército ruso. Los muros están ornamentados con los nombres de los regimientos distinguidos con la orden, grabados en letras de oro. Sobre las columnas hay esculturas de mujeres con escudos, que simbolizan los diferentes territorios de la Federación. Encima están los colores de la cinta de San Jorge, negra por el humo de los combates y naranja por el fuego de las armas. "Las velas de las lámparas pueden estar encendidas durante cinco horas, la duración de las recepciones oficiales", explica Marina, la guía.
Una araña de más de 17 toneladas, quizá la más pesada de todo el palacio, está suspendida en el hall de San Vladímir (favor, honor y gloria). En la sala de Alexander (trabajo y patria) hay seis cuadros que describen la vida y milagros de Alexander Nevski. Su arquitectura recuerda a una iglesia ortodoxa, mientras que el colindante hall de San Andrés (fe y devoción) se asemeja a una iglesia católica. Durante la época soviética estas dos salas estuvieron completamente vacías y se utilizaron para las reuniones del Soviet Supremo. Finalmente, la sala de Catalina (amor y patria) con paredes de luminosa plata, que era utilizada para recibir a las emperatrices.
El Vestíbulo Sagrado es el acceso a la antigua sala del trono: el Palacio de las Facetas. Debe su nombre a las piedras blancas talladas en punta de diamante sobre la fachada, construida en el siglo XV por arquitectos italianos. En el interior hay una gran sala de 500 m² con muros recubiertos de frescos dorados que glorifican el poder: personajes históricos, escenas de la Biblia, animales, símbolos. Fue aquí donde Iván el Terrible celebró en 1555 la victoria sobre Kazán, donde Alexéi I reunificó Rusia e Ucrania en 1664, donde Pedro el Grande, su hijo, celebró la victoria contra los suecos en 1709..."El trono estaba en la esquina sudeste. Hay que imaginar el tamaño de los muros, las mesas desobordantes de más diversos platos”.
Un pasillo vivamente decorado con colores vivos dirige al Palacio de los Terems, construido en el siglo XVII por el primer Romanov, Mijaíl Fiódorovich. "Tras el paso de Napoleón en 1812 tan solo quedaron los muros", precisa Marina-. Todo se restauró en el siglo XIX". Los apartamentos del zar son una serie de modestas habitaciones con interiores típicos de la Rusia antigua. La idea principal de estos aposentos consiste en mantener el calor. Las bóvedas y numerosas molduras de estuco están pintadas. En el refectorio hay una estufa de cerámica. Sobre los bancos colocados a lo largo de las paredes, los boyardos se sentaban en espera de la audiencia con el soberano. El zar los reunía en la sala de la Duma, que etimológicamente proviene del verbo "dumat", pensar. El lugar del zar se encuentra en la siguiente sala y está decorado con sus colores- el rojo y el negro- y con varios símbolos de poder como el águila bicéfala y león. Nadie sabe realmente para qué se utilizaba realmente la sala contigua, llamada la habitación de dormir, y donde se ha colocado una cama con dosel del siglo XIX. Se utilizaba para echarse la siesta después del desayuno.
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