Por qué la musa de Maiakovski era considerada una bruja y la culpable de su suicidio

Cultura
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Los comunistas pasaron décadas intentando borrar el nombre de Lilia Brik de la memoria colectiva de la nación. La “musa de la vanguardia rusa” fue uno de los símbolos del amor libre y del poder femenino en la Rusia posrevolucionaria.

“Algunos la llaman la segunda Beatrice, una sabia inspiradora, el alma gemela de Maiakovski. Otros, una bruja mercenaria, una vampiresa, que se apegó al atribulado genio, a su fama y a su dinero, y que le llevó al suicidio”, escriben sobre ella los biógrafos actuales.

El tormentoso romance entre el legendario “bardo de la revolución”, Vladímir Maiakovski, y una “abogada de la depravación”, Lilia Brik, duró 15 años, hasta el suicidio del poeta en 1930. Maiakovski le dedicó poemas y cientos de cartas de amor. Probablemente fue este romance lo que más contribuyó a que pasara a la historia, aunque también le dejó cientos de enemigos, que intentaron borrar cualquier rastro de ella, incluso de los documentos. ¿Quién era exactamente esta “mujer fatal”? 

Lilia nació en 1891 en el seno de una familia judía acomodada. Su padre era abogado y la familia vivía en el centro de Moscú. Sus padres solían llevar a la pequeña Lilia y a su hermana pequeña, Elsa (la futura heroína de la Resistencia francesa, Elsa Triolet), a centros turísticos europeos.

Las niñas estaban bajo el cuidado constante de una institutriz. Llegaron a dominar el alemán y el francés, aprendieron a tocar el piano y estudiaron en una escuela de gramática. Fue allí donde, a los 13 años, Lilia conoció a su futuro marido, Ósip Brik: a raíz de los disturbios revolucionarios antimonárquicos de 1905, Lilia empezó a asistir a clubes de educación política, uno de los cuales estaba dirigido por Ósip, hijo de un comerciante de joyas.

“Todas las chicas estaban enamoradas de él y grababan el nombre de Ósip con una navaja en sus pupitres”, recordaría Lilia. Su discreto noviazgo con Lilia duró siete años. Hasta el momento en que se quedó embarazada. Sin embargo, el padre no era Brik, sino... un profesor de música, Grigori Krein. Presionada por su madre, Lilia abortó, tras lo cual ya no pudo tener hijos. Y Brik finalmente le propuso matrimonio.

Sin embargo, muy pronto Ósip dejó de ser un marido para ella en todos los sentidos. En 1914, Lilia escribió: “Yo ya llevaba una vida independiente, y físicamente de alguna manera nos distanciamos... Pasó un año, ya no vivíamos como marido y mujer, pero éramos amigos, quizá incluso más que antes. Fue entonces cuando Maiakovski entró en nuestra vida”.

Encuentro con el poeta

Para entonces, Vladímir Maiakovski llevaba dos años de relación con la hermana menor de Lilia. Pero tras conocer a Lilia, rompió con Elsa, y dedicó el poema Una nube con pantalones a su nueva musa.

El acomodado Ósip se ofreció incluso a financiar la publicación del poema: se convirtió en una especie de promotor de Maiakovski. Mientras tanto, Lilia empezó a trabajar en la imagen del poeta: le hizo cambiar sus túnicas cubo-futuristas de colores brillantes por un abrigo y un traje formal y le arregló los dientes. En otras palabras, eran tres en esa relación.

“Fue una embestida. Volodia no sólo se enamoró de mí, me atacó. Durante dos años y medio no tuve ni un minuto de paz, literalmente”, mencionó Brik. El impulsivo Maiakovski le escribía cartas todos los días, la llamaba a todas horas y la esperaba bajo sus ventanas.

Una mujer con una curiosidad sexual exacerbada

A Ósip no le preocupaba la aventura de su esposa. Tanto más cuanto que el país vivía una revolución sexual: el amor libre se convirtió en un símbolo de la época. "Me encantaba hacer el amor con Osiз. En esas ocasiones, encerrábamos a Volodia en la cocina. Entonces él montaba en cólera, intentaba unirse a nosotros, arañaba la puerta y lloraba”, contó una vez Lilia a una amiga.

Según la actriz Alexandra Azarj-Granovskaia, que pertenecía al círculo de amigos de los Brik, Lilia tenía “una curiosidad sexual exacerbada”, lo que no podía decirse de su marido.

Tras la Revolución bolchevique de 1917, la situación dio un vuelco. Maiakovski, como devoto bolchevique, empezó a ganar mucho dinero con sus poemas, mientras que el negocio de Ósip Brik se fue a pique. Fue entonces cuando Lilia le dijo a su marido que ahora estaba con Maiakovski, pero que no quería divorciarse de él. Así, ambos se mudaron al apartamento del poeta, vivieron y viajaron a sus expensas, y Maiakovski llamaba a Ósip parte de la “familia”. Su relación se convirtió en un “ideal” para los partidarios del amor libre. Mientras tanto, crecían los rumores sobre las numerosas relaciones sexuales de Lilia Brik.

“Ósip no sólo dejaba que Lilia experimentara, también visitaba burdeles con ella”, escribe Alisa Ganieva, autora biógrafa de Lilia Brik. Sin embargo, Ósip tenía otro interés por las prostitutas: estaba escribiendo una tesis doctoral sobre ellas y era algo así como un “trabajador social” (les prestaba asistencia legal). Sin embargo, llevaba allí a su joven esposa para divertirse.

Una mujer influyente borrada de la historia

La actitud de los contemporáneos hacia Lilia fue variada. Los hombres la adoraban: la lista de admiradores de Brik incluía prácticamente a todo el círculo de artistas rusos de vanguardia y figuras destacadas de la cultura, desde Alexander Rodchenko a Serguéi Diaghilev. En Italia, era amiga de Pasolini; en Francia, de Louis Aragon (que acabaría casándose con su hermana Elsa) y de Yves Saint Laurent, que solía decir: “Conozco a tres mujeres que pueden ser elegantes fuera de la moda: Catherine Deneuve, Marlene Dietrich y Lilia Brik”.

Profesionalmente, Brik fue todo y nada: intentó ser escultora, escritora, actriz de cine, trabajó en publicidad y tomó clases de ballet. No obtuvo grandes resultados en ninguno de estos campos. Sin embargo, fundó uno de los salones literarios moscovitas más famosos del siglo XX. Ese salón sobrevivió a todos los demás. “La literatura fue cancelada, sólo quedó el salón de Briks, donde los escritores se reunían con los agentes del KGB”, dijo abiertamente Ana Ajmátova, que no fue invitada al salón.

Sin embargo, después de que Maiakovski se disparara en el corazón en la cima de su fama, su romance se convirtió en una trágica leyenda, y Brik fue prácticamente declarada asesina del poeta. Sobre todo después de que hiciera pública su correspondencia: había cientos de cartas con declaraciones de amor por parte de Maiakovski y escuetas respuestas y peticiones de envío de dinero por parte de Lilia.

Otro suicidio

Sin embargo, cuando tras la muerte de Maiakovski su poesía empezó a caer pronto en el olvido, Lilia, como su albacea (nombrada como tal por el poeta en su testamento), se esforzó mucho por evitarlo. Escribió una carta a Iósif Stalin, quien ordenó que el legado del poeta no cayera en el olvido. En gran parte gracias a ella se creó toda una industria en torno a Maiakovski, se erigieron estatuas suyas por todo el país, se reimprimieron sus obras y se bautizaron granjas colectivas y plantas con su nombre.

La propia Lilia se divorció pronto de Ósip y pasó de un marido a otro. En la década de 1970, escribió en su diario: “He tenido un sueño: estoy enfadada con Volodia por haberse pegado un tiro, y él me pone suavemente una pequeña pistola en la mano y me dice: ‘De todos modos, tú harás lo mismo’”.

En 1978, a los 86 años, se cayó de una silla y se rompió la cadera. Como no quería convertirse en una carga para nadie, acabó con su vida tomando una dosis letal de somníferos.

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