Vrubel (1856-1910), autor de obras maestras como ‘El demonio sentado’ y ‘La princesa del cisne’, es probablemente una de las figuras más trágicas de la plana mayor de los pintores rusos.
La crítica de arte soviética Nina Dmitrieva comparó la vida creativa de Vrubel con un drama en tres actos con un prólogo y un epílogo, en el que la transición entre las etapas se produce de forma brusca e inesperada.
El prólogo sería sus años de juventud en los que estudió y eligió su vocación.
El tercer acto fue de 1903 a 1906. Durante estos años, Vrubel luchó contra una enfermedad mental y sus capacidades físicas e intelectuales estaban en declive. El epílogo fueron sus últimos años hasta su muerte en 1910.
Un hijo nació en la familia Vrubel cuando se estaba pintando ‘El demonio caído’. Era un buen chico, pero tenía un defecto de nacimiento, un labio leporino. El propio Vrubel empezó a tener alucinaciones. Lo internaron en una clínica mental. Sin embargo, ese no fue el final de sus desgracias. Un año después murió su hijo.
Se dice que Mijail Vrubel vendió su alma al diablo. Así que no es casualidad que todos sus problemas y tragedias comenzaran cuando trabajaba en el cuadro ‘Demonio caído’.
En otro año, el propio Vrubel se quedó ciego. Terminó su último cuadro con el tacto y no con la vista. Todo su mundo se hundía en la oscuridad y desaparecía.
Vrubel murió de neumonía, pero en realidad pareció más bien un suicidio. Pasaba horas de pie frente a una ventana abierta, completamente desnudo, en pleno invierno. Inevitablemente, cayó enfermo. Se negó a luchar por su vida. Murió en esa misma clínica mental.
El “primer acto” de su vida tuvo lugar en la década de 1880, cuando Vrubel estudió en la Academia Imperial de Artes de San Petersburgo, donde trabajó principalmente en arte bizantino y religioso.
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