Konstantín Makovski, ‘Adivinación durante Navidad’, década de 1890
Museo Estatal de Historia de la Religión
Durante las largas tardes y noches de invierno, las jóvenes rusas desde la antigüedad hasta el siglo XX solían soñar con su futuro. La pregunta a la que la mayoría de ellas querían dar respuesta tenía que ver con su futuro marido. ¿Quién sería y cuándo aparecería?
Las chicas esperaban impacientes a las sviatki (los días entre el 6 y el 19 de enero) para llevar a cabo ritos adivinatorios especiales, que, por cierto, estaban prohibidos y vetados por la Iglesia ortodoxa, que los tachaba de paganos. Pero a lo largo de los tiempos, las jóvenes realizaban en secreto sus acciones mágicas, que solían transmitirles sus madres y abuelas.
La tradición de la adivinación se popularizó en el arte después de que el poeta Vasili Zhukovski la representara en su obra Svetlana (1813). En el poema, Svetlana espera ver su fortuna al filo de la medianoche, pero en su lugar de su prometido, aparece un hombre que la arrastra al infierno durante una tormenta de nieve. Un cuervo le grazna y los caballos corren a su alrededor. Aparece en un funeral y ve a un hombre muerto de pie... algo espeluznante.
Pero al final Svetlana despierta y resulta que todo era sólo una pesadilla. “¡Oh, nunca conozcas estos sueños espantosos, tú, mi Svetlana!” escribe Zhukovski al final, insinuando que es mejor rezar a Dios y confiar en la Providencia.
Una de las formas más populares de adivinación era con una baraja. Antes de acostarse, las muchachas excitadas colocaban cuatro reyes bajo la almohada mientras decían en voz alta: “Quién es mi prometido, que venga a mí en sueños”. Si en su sueño aparecía un rey de picas, significaba que su novio sería viejo y celoso. Un rey de corazones predecía un marido joven y rico, el rey de tréboles evocaba a un oficial del ejército o un comerciante, mientras que un rey de diamantes significaba que una chica conseguiría al hombre que deseaba.
Quemar una hoja de papel y examinar la sombra que proyectaba era una forma sencilla pero popular de predecir el futuro, pero, por supuesto, no está claro cómo se interpretaban estas imágenes.
En los pueblos era muy popular utilizar un gallo para predecir el destino. Se ponían semillas o dinero en un plato y agua en otro. Cerca se colocaba un espejo y se traía una gallina. Si el gallo se acercaba al espejo, el futuro novio sería guapo y tierno; si, en cambio, la gallina elegía las semillas, el novio sería rico. Si el gallo se acercaba al agua se cree que el hombre bebería demasiado alcohol, mientras que si el gallo iba a por la gallina el hombre sería mujeriego.
Las velas eran los dispositivos más populares para adivinar el futuro, obviamente el método está relacionado con la falta de electricidad y la noche. En Svetlana, Zhukovski describe esta técnica: Una chica se sienta sola en una habitación oscura y silenciosa, coloca dos espejos uno frente al otro y coloca dos velas a cada lado de los espejos. Dice en voz alta “Mi prometido, preséntate ante mí” y empieza a mirarse en los espejos buscando la imagen de su futuro marido. A veces aparecía rápidamente, pero las muchachas expectantes a menudo se sentaban durante horas a esperar.
La adivinación sigue siendo popular en Rusia, sobre todo entre las escolares, aunque hoy en día no se toma muy en serio. Series de televisión como Embrujadas hicieron que la gente se interesara por la magia y ha influido en que muchos experimenten con diferentes tipos de tablas de ouija hechas a mano.
Una de las formas más fáciles de ver el futuro es meter varios objetos en una bolsa y sacarlos sin mirar. El objeto elegido simboliza tu vida en el próximo año. Azúcar - felicidad, un anillo - matrimonio, cebolla - lágrimas, dinero - riqueza. Aunque puedes meter en la bolsa cualquier cosa con cualquier significado.
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