¿Qué hace que un hombre sea escritor? ¿La originalidad? ¿El contenido? ¿El estilo, tal vez? Después de haber pasado más de treinta años en el mundo literario de alto nivel, Víktor Pelevin sigue siendo un escritor de misterio ilusorio, que lleva la vida de un hombre invisible.
“La realidad es plastilina con pasas”, ironiza el escritor en uno de sus relatos estrella. Su visión del mundo tiene desde hace tiempo a los aficionados sonriendo con asombro.
Paradójicamente, uno de los mejores escritores rusos de la actualidad no apareció en público durante dos décadas. Hasta hace poco, su “más reciente” foto confirmada que circulaba por Internet fue tomada en 2001. En agosto de 2021, un periodista de The Blueprint supuestamente compró la foto de Pelevin en la dark web. La foto estaba fechada en 2020 y su coincidencia con fotos anteriores era del 75% según una empresa de reconocimiento facial. Nadie sabe dónde vive Pelevin, a qué sitios va o qué desayuna.
La deliberada reclusión de Pelevin se convirtió en la comidilla de la ciudad y finalmente llegó al punto del absurdo. A finales de septiembre de 2021, circuló en las redes sociales el rumor de que Pelevin había llegado supuestamente a Moscú para participar en una sesión de autógrafos.
También se publicaron fotos con un hombre muy parecido a Pelevin. Poca gente lo creyó realmente, pero la noticia hizo furor en las redes sociales, a pesar de todo. Todo acabó siendo una maniobra orquestada por el redactor jefe de la revista Esquire de Rusia, Serguéi Minaev. Además de difundir las fotos del falso Pelevin dando autógrafos a través de un canal anónimo de Telegram, también puso al actor, que se hizo pasar por Víktor Pelevin, en la portada del nuevo número de Esquire. El popular actor ruso Yuri Borisov, que llevaba toneladas de maquillaje, hizo una espléndida imitación del escurridizo escritor. El texto de la portada decía: “¿Existe Pelevin?”
“Queríamos dedicar nuestro número [de octubre] a los bulos y las noticias falsas”, dijo Minaev en Instagram. “¿Y quién debería estar en la portada? Quién es el mayor mistificador de nuestro tiempo? Víktor Pelevin, por supuesto”.
Un autor solitario
Cada uno de los libros ligeramente misántropos de Pelevin llega indefectiblemente a las listas de los más vendidos. Como un árbol que invariablemente da frutos, el prolífico Pelevin se las arregla para escribir un libro por año. ¿Cómo puede seguir haciéndolo?
Pelevin podría dormirse en los laureles y “festejar como un ruso”, asistiendo a eventos de lujo repletos de estrellas y programas de televisión. El problema es que Pelevin parece ser un verdadero original, que se niega a ser socializado. Probablemente, la ostentación y el glamour no tientan su cerebro de ingeniero profesional. El escritor poco convencional prefiere mantenerse al “otro lado de la valla” y con ello sus ávidos fans (un ejército de ellos, en realidad) perciben cada una de sus nuevas novelas como un mensaje muy esperado encontrado milagrosamente en una botella arrojada a propósito al mar.
Pelevin no es sólo un escritor, sino un diagnosticador social con visión de futuro.
Nacido en 1962 en Moscú, debutó con una selección de relatos titulada 'La linterna azul', que se convirtió en la obra prosaica más brillante de los años 90.
Cuando se trata de ideas locas, Pelevin tiene pocos rivales. Algunos dicen que es la respuesta sarcástica de Rusia a Douglas Coupland (el hombre detrás de Generación X) y Chuck Palahniuk (El club de la lucha).
Su conmovedor relato El ermitaño y los seis pies, describe la vida de dos pollos en una incubadora. En él, Pelevin destaca los dos peores escenarios, igualmente trágicos: o eres un Ermitaño, es decir, un inconformista, o te ajustas al tipo, pero si tienes seis dedos, la sociedad (el resto de los pollos) te rechaza.
“¿De dónde venimos?” - pregunta el Seis Dedos. “Sólo en niveles muy profundos de la memoria se puede responder a esta pregunta”, responde el Ermitaño.
De la carrera espacial a Buda
La primera novela distópica de Pelevin, Omon Ra, vio la luz en 1992 y se centraba en un niño soviético que sueña con convertirse en cosmonauta, como Yuri Gagarin. Atractiva y llena de suspense, aborda el absurdo del modo de vida soviético.
Su indiscutible obra maestra, La vida de los insectos, llegó a las estanterías en 1993. Ambientada en los primeros años de la década de 1990, la novela yuxtapone dos mundos paralelos: el humano y el de los insectos. Cada uno de los personajes aparece en ambos papeles (igualmente inquietantes), el de insecto y el de ser humano.
La novela pionera de Pelevin El dedo meñique de Buda (conocida como Chapaev i Pustota en ruso, en referencia al famoso comandante del Ejército Rojo que luchó en la Guerra Civil rusa) dio mucho que hablar cuando se publicó en 1996. Los críticos la aclamaron como la primera novela “budista zen” en Rusia, mientras que, según Pelevin, era “la primera novela de la literatura mundial cuya acción se desarrolla en el vacío total”. La novela fue aclamada internacionalmente y fue preseleccionada para uno de los premios más prestigiosos del mundo, el Premio Literario de Dublín. El dedo meñique de Buda abarca dos periodos: la guerra civil de 1919 y la Rusia posterior a la perestroika de mediados de los años noventa. Una mezcla de absurdo, banalidad e ironía, es un libro que o se odia o se gusta.
Su siguiente obra, Generación P, catapultó a Pelevin a la fama y se convirtió en un superventas de culto. La acción se desarrolla en la década de 1990, tras el colapso de la Unión Soviética. El protagonista, Vavilén Tatarski, acaba de graduarse en el Instituto de Literatura de Moscú (donde el propio Pelevin había estudiado brevemente). Está lleno de grandes esperanzas y sueños ambiciosos. Pero tras una serie de fracasos, se encuentra en el mundo de la publicidad. Ahí es donde su carrera despega por fin. Tatarski conoce la vida llena de dinero, sexo, drogas, delincuentes y poder. En 2011, la novela fue llevada al cine por Víktor Guinzburg, convirtiéndose en la primera y única adaptación cinematográfica de las obras del autor. Otra película de Guinzburg basada en la novela de Pelevin, Imperio V, se estrenaba a finales de 2021.
Imperio V, que salió en 2006, se centra en Román Shtorkin, un joven que se convierte en vampiro. Lo curioso es que le resulta muy difícil ser un vampiro y Shtorkin intenta responder a algunas preguntas eternas como “¿Qué es la verdad?”, “¿Qué es Dios?” y “¿Qué pasa después de la muerte?”.
Esas preguntas hace tiempo que tienen respuesta.
“El valor de un libro no lo determina el número de personas que lo leen”, escribió Pelevin en su sexta novela, El libro sagrado del licántropo. “Los mejores libros tienen pocos lectores porque su lectura requiere un esfuerzo. Pero es precisamente por ese esfuerzo por lo que nace el efecto estético”.
La novela de 2004 giraba en torno a un romance entre una mujer-zorro inteligente y sexy, que tiene varios miles de años, y un oficial del FSB de los hombres-lobo.
A pesar de la creciente cantidad de libros, parece que con cada nueva novela (S.N.U.F.F, Batman Apolo, The Caretaker, IPhuck10, Secret Views of Mount Fuji. The Art of Light Touches y 'Transhumanism Inc.) Pelevin se ha ido alejando cada vez más de la agenda "humana".
Cada uno de sus libros revela maestría técnica, virtuosismo estilístico y brillantez de ingenio lacónico. Y sin embargo, uno tiene la sensación de que Pelevin escribe un mismo libro una y otra vez. Si se le pregunta de qué tratan sus novelas, obtendrá una respuesta demoledora: no son más que una nada velada. Imaginativas, surrealistas y futuristas, están desprovistas de contenido y sentido y son tan llamativamente vacías como un vaso medio vacío. No es un defecto fatal, sino un plan de juego inteligente. Siempre se le puede echar la culpa a la vida moderna, vacía de auténtica conexión y significado.
Leer a Pelevin es una especie de reto difícil de digerir. Su lenguaje es irritante, retorcido e inquietante. "La lectura es comunicación y nuestro círculo social nos hace ser lo que somos", dijo el escritor en El libro sagrado del licántropo. Los libros de Pelevin han sido adaptados al escenario y a la pantalla, pues son filosóficamente envolventes y visualmente cautivadores.
Llamarlo genio, profeta o ermitaño, no cambiará nada. Y aunque “Akela ha fallado en su muerte” y probablemente no tenga nada nuevo que decir, sólo hay un Víktor Pelevin.
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