Láskovi Mai: La sorprendente historia de la primera ‘boy band’ de la URSS

Cultura
EKATERINA SINÉLSCHIKOVA
Abuso y explotación infantil, chantaje y asesinato: La increíble historia de la primera ‘boy band ‘soviética de la historia, formada por huérfanos.

Estamos en 1989. El estadio Luzhniki de Moscú está abarrotado. Unas 200 chicas de entre 13 y 15 años lanzan sus sujetadores a la banda que actúa en el escenario, mientras cantan la frase: “El verano es un mundo de cuento de hadas... El verano es el tiempo del amor para nosotras”. Algunas lloran; otras besan la fotografía del cantante principal. Es un chico de 15 años, procedente de un orfanato, que canta canciones ñoñas sobre el amor adolescente. La banda se llama Láskovi Mai, o “Tierno Maio”.

La URSS nunca había visto nada parecido: una banda de adolescentes que enloquecía a todo un país, convirtiéndose en un proyecto pop de éxito comercial de proporciones imprevistas que ningún otro ha sido capaz de replicar hasta hoy, era cosa de fantasía. Sólo en 1989, la banda dio la asombrosa cifra de 2.500 conciertos, con una media de cuatro-cinco al día. ¿Cómo fue posible?

El 23 de junio de 2022, Yuri Shatunov -que en su día fue el dulce niño de 15 años- falleció de un infarto masivo. Tenía 48 años. Repasamos la historia de la banda, que parece más bien una trágica historia de explotación infantil.

Niños huérfanos

Shatunov tenía 13 años en 1986, cuando a él y a otros cuatro niños de un orfanato de Oremburgo se les ofreció una oportunidad única de convertirse en estrellas. La idea de la banda de chicos surgió de un profesor de la escuela de música para niños y compositor de 21 años llamado Serguéi Kuznetsov. Las primeras actuaciones de los chicos tuvieron lugar en el orfanato.

El nombre Láskovi Mai surgió tres meses después de la creación de la banda, en un festival de artesanía del orfanato. La banda no tenía ni idea de que nombre usar cuando subió por primera vez al escenario. “Así que, básicamente, tomamos una frase de Verano, una de las canciones”, confesó Kuznetsov. “Los jueces pensaron que iban a ver a los chicos subir al escenario con corbatas, pero en su lugar cantaron una canción de amor titulada Nieve fundida. Hubo un gran escándalo y ya no me permitieron acercarme a la escuela”.

A mediados de los 80, en la época dorada de las bandas de chicos y chicas estadounidenses, los únicos temas sobre los que se podía imaginar a un adolescente soviético cantando eran su amor por la patria, el rescate de animales de la calle o alguna otra forma de altruismo. Las canciones de adolescentes sobre el amor estaban descartadas, al menos en un escenario oficial: los escenarios de conciertos y la televisión eran otra cosa. “Antes de que nosotros llegáramos, nadie se atrevía a hacer lo que nosotros hicimos: que un adolescente cantara no sobre ‘¡siempre dispuesto a defender la Patria!’ sino sobre sus preocupaciones y sentimientos”, dijo Kuznetsov.

La única manera de llegar al oyente era con cintas de casete piratas, que es lo que hizo Kuznetsov. El grupo editó su primer álbum, Belie Rozi en cinta de carrete a carrete, y llevó la grabación a una estación de tren, precisamente. En febrero de 1988, llevó las cintas a los quioscos de la estación. Nadie quería una grabación amateur de niños huérfanos. Sólo un amigo de Kuznetsov compró una.

La historia podría haber terminado ahí. Kuznetsov ya había sido expulsado de la escuela, mientras que Shatunov se escapó de la escuela por segunda vez para estar con sus familiares en Kazajistán. La banda estaba prácticamente acabada. Sin embargo, dos meses después, todo el país conocería sus nombres.

Bandas clónicas y el “sobrino” del hombre más importante del país

Los trenes interurbanos dieron sus frutos. Las cintas repartidas en los quioscos de los trenes se extendieron por la URSS como un reguero de pólvora. Las sencillas canciones sobre sentimientos y el amor, unidas a una estética romántica juvenil, conquistaron los corazones de la gente. Uno de esos corazones fue el del productor Andréi Razin (un antiguo huérfano). Ya estaba ocupado produciendo otra banda de pop llamada Mirazh (“Espejismo”) y buscando nuevos talentos. “¡Los huérfanos lo harán muy bien!” recordó más tarde que pensó.

Un tiempo después, Razin se encontró con Kuznetsov y, dado que era el autor de las canciones, lo llevó a Moscú.

“El 4 de julio de 1988, me dirigí a Moscú y, el primer día, descubrí cosas que me hicieron sospechar”, recordó. “Descubrí que Razin estaba utilizando nuestra música como pista de acompañamiento para otro proyecto llamado Maio, justo en el centro de Moscú, en el Parque Gorki”.

En aquella época no existían leyes de derechos de autor. A pesar de sus reservas, Kuznetsov y los chicos firmaron un contrato con Razin, quien, sin saberlo, estaba llevando la música pop soviética hacia una dirección totalmente nueva, la occidental. En la cima de la popularidad de la banda, hubo varias formaciones oficiales (por no hablar de una docena de no oficiales), que recorrieron el país. Más tarde, utilizando la misma táctica, el productor Frank Farian empezaría a doblar y triplicar el legendario grupo de música disco Boney M. El público, Mayoritariamente adolescente, no se dio cuenta ni le importó y sólo ayudó a proliferar el modelo.

“Recuerdo que una vez subí al escenario y canté con la voz de Shatunov durante una hora y media. ¿Crees que alguien se dio cuenta? La gente bailaba, cantaba y se divertía”, confesó una vez el propio Razin en una entrevista al Canal Uno.

Para que el vídeo del gran éxito Belie Rozi (“Rosas blancas”) saliera en la televisión pública, Razin inventó varias leyendas. Una de ellas afirmaba que era sobrino del Secretario General Mijaíl Gorbachov. Utilizó una foto con el futuro presidente: los dos eran prácticamente vecinos, ambos de la región de Stavropol. La foto fue tomada por completa casualidad durante la visita de Gorbachov a la región. Pero, gracias a ello, el principal canal de televisión del gobierno estuvo dispuesto a organizar un rodaje en pocos días. Y tras conseguir más apoyo de otros canales gubernamentales, Razin pudo empezar a publicar el propio periódico de Láskovi Mai, que sirvió como fuente de información oficial de la banda, incluso disponible por suscripción.

Las letras sobre rosas blancas que se congelan en el alma de un adolescente (o sobre el tierno aliento de una noche de color rosa-) contrastaban fuertemente con las atrevidas payasadas de la banda sobre el escenario. Además, los huérfanos de Oremburgo no eran tan diferentes de los adolescentes soviéticos de finales de los 80 en general: todos vivían más o menos la misma realidad nacional.

Razin no se cansaba de repetirlo: “El concepto del proyecto es la simplicidad, la accesibilidad y la melodía"” Esas fueron las “tres ballenas” sobre las que se construyó el éxito de Láskovi Mai. Afirmaba que el aspecto, la presencia escénica y la voz (en ese orden) eran claves. Sin embargo, había otros elementos que aseguraban enganchar al público adolescente.

¡6 espectáculos al día!

Los cinco chicos que Kuznetsov y Razin sacaron del colegio de huérfanos hablarían más tarde de que sus profesores eran bruscos y, a veces, incluso crueles en su trato. La ganancia de un concierto para un artista soviético en aquellos días era de 14 rublos, y Láskovi Mai recibía una media de 30-50 rublos por una sola actuación. Pero simplemente no tenían tiempo para gastar nada de eso.

Durante la mayor parte del año, con una media de cinco o seis actuaciones diarias, trabajaban desde las 10 de la mañana hasta altas horas de la noche. No cantaban sus letras en directo, pero, según Kuznetsov, todos conocían muy bien sus papeles. No tenían tiempo ni siquiera para tener una juventud normal.

Por cada desaire de los chicos, se les obligaba a hacer 20 funciones gratis. Tenían estrictamente prohibido fumar, beber o tocar drogas, así como mantener relaciones sexuales con las fans. Como el propio Yuri Shatunov afirmaría muchos años después, la propia directora del orfanato se llevaba una parte del dinero que ganaban los chicos: era su tutora oficial y, al principio de su carrera, les quitó el pasaporte, alegando que tenía algo que ver con la tramitación de documentos o algún otro asunto oficial. Les hizo trabajar gratis. “Durante dos años, trabajé para ella, haciendo espectáculos”, afirmó más tarde Shatunov en una entrevista.

El verano de 1991 fue el último del grupo. Kuznetsov le pidió a Razin los ingresos por la realización de su obra, pero se lo negaron. La cuestión del dinero aumentó las tensiones dentro de la banda. Tras la marcha de Kuznetsov, Razin siguió intentando atraer a nuevos jóvenes a la banda. Sin embargo, ese invierno, la principal estrella del grupo, Yura Shatunov, se marcharía y la popularidad de la banda clónica, igualmente, empezó a decaer. Shatunov, que por entonces tenía 18 años, se había marchado a Alemania para estudiar ingeniería de sonido.

Lo que pasó después

La banda se desmoronó en la cima de su popularidad, tras haber vendido 47 millones de entradas a lo largo de su carrera. Tras la ruptura, que coincidió con la de la propia Unión Soviética, los antiguos artistas cayeron en la depresión y, a menudo, en el alcoholismo.

Uno de los cantantes, Ígor Igoshin, se quitó la vida saltando desde una ventana del cuarto piso. Otro, Maksim Sujómlinov, se dedicaba a la joyería, pero fue asesinado a tiros cerca del edificio de apartamentos de Shatunov, muriendo en sus brazos (una versión afirma que los asesinos fueron en realidad contratados para matar al propio Yuri). El baterista, Serguéi Serkov, realizó trabajos esporádicos como mozo de equipajes en el hotel Slavianskaia. Konstantín Pojomov, uno de los cantantes, consiguió un trabajo como cantante de bodas. El guitarrista Sasha Priko actuaba en un café de la estación de tren de Nizhni Tagil y murió de cáncer en 2020. Serguéi Kuznetsov, por su parte, nunca ganó un solo caso judicial sobre los derechos de su música y, hoy en día, sufre de cirrosis y vive de las prestaciones por discapacidad.

De todos los que tuvieron alguna relación con la banda, Yuri Shatunov fue, quizás, el más exitoso. Durante su estancia en Alemania, formó una familia. En 2009, realizó una gira por Rusia, interpretando su repertorio de Láskovi Mai. Según él, la gira fue bien: a muchos les encantó ponerse nostálgicos con él oyendo el viejo repertorio.

Ese mismo año se estrenó la película Láskovi Mai, supuestamente una biografía del grupo. Pero tanto Yuri como el productor de la película, Yefim Liubinski, confesaron que la imagen distaba mucho de la realidad. La realidad era dura, oscura y ningún espectador querría ver algo así.

Si se combinaran tres películas Terminal, Love, Actually y Meet Joe Black se obtendría la verdadera historia del grupo Láskovi Mai. “Pero dudo que alguien pueda lograr algo así”, dijo una vez Shatunov.

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