5 motivos por los que deberías ver la película rusa ‘Ígor Grom contra el Doctor Peste'

Cultura
IGOR ROZIN
¿Será la primera película de superhéroes hecha en Rusia que es realmente disfrutable?

1. CGI y escenas de acción dinámicas

Un día de lluvia cualquiera. Un policía corre por una calle de San Petersburgo vestido con una chaqueta de época y una boina marrón. Se llama Ígor Grom, el protagonista de la película. De un salto, se abalanza sobre un camión lleno de ladrones con máscaras de hockey, intenta detenerlos, pero recibe un disparo en el pecho. Se pasa a la escena de un funeral y parece que la película ha terminado antes de empezar. Sería original, la verdad, pero no es taquillero. Basta con decir que no todo es lo que parece.

Toda la película está llena de escenas de acción como éstas: estimulantes, descarnadas, a veces divertidas. El Ígor Grom (cuyo apellido significa “trueno” en ruso) detiene a los delincuentes al volante de un camión de la basura o con la ayuda de un vaso y sus puños. Las escenas de lucha no sólo son sangrientas, sino que forman parte de la trama.

El antagonista, el doctor de la peste, y sus acólitos disparan por todas partes: los delincuentes son despachados con poco esfuerzo, los coches arden y explotan durante protestas callejeras. Puede que sea caricaturesco, pero es un material que te mantiene en el borde del asiento, como corresponde a una verdadera película de superhéroes.

2. Personajes y argumento tridimensionales

Grom no es el típico superhéroe de Hollywood que adquiere poderes increíbles gracias a un extraño accidente o a aparatos extravagantes. Simplemente es rápido, ágil e inteligente. El “superpoder” de Grom, si es que tiene alguno, es su mentalidad de ruso que nunca se rinde, que le saca de innumerables apuros y situaciones complicadas.

Ígor es un solitario, una especie de Dr. House con uniforme de policía. En el trabajo, las únicas personas con las que se lleva bien son su compañero novato y su jefe Prokopenko, que le perdona todo tipo de infracciones disciplinarias, ya que Grom es el único capaz de atrapar con éxito a los criminales.

Mención especial merece el villano, cuya verdadera identidad está rodeada de misterio. Por un lado, la película presenta como fuente principal del mal a los oligarcas corruptos que dirigen la ciudad. Sus hijos atropellan a la gente en los pasos de peatones sin ni siquiera frenar, en las afueras de la ciudad los residentes locales se ahogan con el olor tóxico de los vertederos comerciales y algunos habitantes se quedan sin hogar, debido a las acciones de los codiciosos banqueros.

En el otro lado se encuentra el principal antagonista, el Doctor Peste. Parece luchar contra la injusticia, declarando la guerra a los corruptos. Pero lo hace de la manera más brutal: matándolos sin el debido proceso, y sus familias a menudo quedan en medio del fuego cruzado. A pesar de sus métodos (o a causa de ellos), el Doctor Peste pronto se convierte en un héroe popular.

El director Oleg Trofim, en una entrevista con el portal online DTF, afirmó que la película no tiene una motivación política. Sin embargo, el espectador atento notará los paralelismos entre el Doctor Peste y el opositor ruso Alexéi Navalni, que también hace un uso activo de las redes sociales para interactuar con sus seguidores (esta alusión no favorece en absoluto a Navalni). Otro de los héroes de la película es el talentoso programador Serguéi Razumovski, creador de la red social anónima Vmeste, la principal plataforma digital utilizada por el Doctor Peste. Se trata de un claro guiño a Pavel Durov, fundador de la red social Vkontakte y de la aplicación de mensajería Telegram, que, por cierto, también comenzó su carrera en San Petersburgo.

Dicho esto, la película puede seguir disfrutándose a nivel superficial, sin necesidad de entender la política rusa, porque, en esencia, es una historia arquetípica de venganza que nace del sentido de la equidad y de los límites permisibles de la justicia popular.

3. Cuando San Petersburgo es como Gotham

A diferencia de la recién estrenada ‘Patines de plata’, también disponible en Netflix, el San Petersburgo de Ígor Grom contra el Doctor Peste es sombrío y lúgubre, recuerda más a una lluviosa Gotham City.

Pero, al fin y al cabo, eso se acerca más a la realidad: en la capital del norte de Rusia llueve constantemente. Al mismo tiempo, los lugares emblemáticos de la ciudad se muestran en todo su esplendor: los vemos durante las persecuciones por las plazas del Palacio y Senaia, durante los diálogos en el malecón del Nevá y desde los tejados, donde los personajes se sientan a comer shawarma, la comida rápida más popular de la ciudad.

Las vistas nocturnas de San Petersburgo son especialmente impresionantes: panorámicas de las calles nocturnas con la catedral de San Isaac iluminada, puentes levadizos y bares llenos de gente. El Buddha Bar de San Petersburgo aparece en la película como un casino de lujo y acoge una de las mayores escenas de lucha. Todo espectador querrá, seguro, visitarlo después de verla.

4. Banda sonora original

Malas noticias para los espectadores que no sepan ruso: todas las canciones de la película son de intérpretes rusos en su lengua materna. La buena noticia es que las melodías son tan originales e inquietantes que el desconocimiento del idioma no es una barrera.

La banda sonora es una mezcla salvaje de grupos independientes que interpretan rap ruso, hip-hop, pop, rock alternativo, electrónica e incluso folk. Entre ellos se encuentra un viejo éxito del grupo de rock ‘Aquarium,’ Viktor Tsoi una canción del dibujo animado soviético ‘Bebé Mapache’ y una versión ralentizada de la canción de Viktor Tsoi Cambios, que suele sonar en los créditos iniciales.

“Buscábamos a desconocidos de la escena underground con un sonido auténtico y profesional, pero no vulgarizados por su propia popularidad. Era importante encontrar la verdadera música de San Petersburgo y descubrir nuevos y audaces talentos en el proceso, como ocurrió con la película Brat 2 (“Hermano 2”), comenta el director Oleg Trofimov sobre el proceso de selección de la banda sonora.

5. Bondiana con connotaciones sociales

Desde el principio, Ígor Grom contra el Doctor Peste parece imitar vagamente las películas de Bond: un policía corriente en lugar de un agente secreto; la atractiva y descarada periodista Yulia Pchelkina como generadora de situaciones románticas; el irónico coronel Fiódor Prokopenko en el lugar de M, jefe de la agencia de inteligencia británica MI5. Incluso los créditos iniciales recuerdan a Skyfall.

A fin de cuentas, Ígor Grom contra el Doctor Peste se salva de la categoría de “película de acción de tipo medio” gracias a su sabor ruso, a su humor oportuno y no vulgar y a unos personajes complejos y moralmente grises, de los que no se pueden encasillar como buenos o malos.

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