En 1903, la familia Romanov celebró el 290º aniversario de su dinastía. Para la ocasión se organizó un gran baile de máscaras en el Palacio de Invierno. Se disfrazaron de zares y nobles rusos del siglo XVII. Aquí están las fotos tomadas en esa espléndida fiesta. Con el tiempo, sus magníficos trajes se convirtieron en una inspiración para los naipes de estilo ruso.
Estos vestidos de época se conservan ahora en el museo del Hermitage y, recientemente, los empleados del Laboratorio de Restauración Científica de Tejidos comenzaron a restaurar uno, cuando se toparon con un hallazgo inesperado.
El vestido de la hermana de Nicolás II, Ksenia, estaba en muy buen estado, solo había que arreglar algunas puntadas.
“Revisábamos cada uno de los pliegues y piezas colgantes del vestido, porque suelen acumular polvo o telas deshilachadas”, dijo Galina Fedorova, del Hermitage, en un vídeo que el museo subió a su cuenta de Instagram.
Por alguna razón una de las mangas estaba cosida, pero la puntada era bastante ligera y la restauradora decidió quitar el hilo... Entonces algo rosa cayó sobre su mano, pareciendo una pequeña piedra.
“Por alguna razón -probablemente algún instinto ancestral desencadenado- lamí esta pieza y resultó ser dulce”, dijo la trabajadora del museo.
Resulta que era un caramelo de principios del siglo XX, mordido por la Gran Duquesa. Lo más probable es que no encontrara dónde poner el caramelo y simplemente lo escondiera en la manga de su vestido.
En realidad, el caramelo estaba hecho de pasta de azúcar. ¿Se imaginan la calidad del caramelo (y del vestido) de los zares, que sobrevivió más de cien años? Ni siquiera se vio afectado por ninguna bacteria o moho. El gran hallazgo se conservará y expondrá con el vestido a partir de ahora, y no se volverá a lamer…
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