Cómo Pierre Cardin se enamoró de la Rusia Soviética y recibió una condecoración de Putin

Cultura
NADIA KUPRINA

El amor de Pierre Cardin por Rusia es algo conocido. Usó motivos rusos en sus colecciones, vistió a bailarinas rusas y a primeras damas de la nación, y en los años posteriores a la perestroika compró propiedades comerciales en Moscú, abrió restaurantes allí, y recorrió Francia con grupos de teatro provinciales.

Los lazos del diseñador con Rusia eran sorprendentemente diversos. No sólo confeccionó ropa para Raisa Gorbachova, la esposa del último líder de la URSS, y vistió a la inmortal bailarina Maya Plisétskaya; como embajador de buena voluntad de la UNESCO, también recaudó fondos para la operación de limpieza de Chernóbil. Y en 2013, de manos del propio Vladimir Putin, recibió la Orden de la Amistad, otorgada a los extranjeros por sus servicios a Rusia.

Los años soviéticos

Cardin visitó Rusia incontables veces. Su primer viaje fue en la época soviética, en 1963, como parte de una delegación de trabajadores culturales. El diseñador de moda nunca cedió a la censura política: si consideraba que un proyecto era comercialmente viable, estaba dispuesto a implementarlo incluso al otro lado del Telón de Acero. Cardin colaboró con docenas de fábricas textiles en la URSS, produciendo colecciones de prêt-à-porter para Europa del Este.

Un tema inspirador clave de la producción del diseñador en los años 60 y 70 fue la exploración espacial. Admitió abiertamente que sus revolucionarios trajes femeninos, parecidos a trajes espaciales, fueron concebidos en su mente a partir de fotografías de Valentina Tereshkova, la primera mujer en el espacio. Su colección ‘Space’, inspirada en el vuelo de Yuri Gagarin, se convirtió en un emblema de su trabajo y del desarrollo de la moda de los años 60 en su conjunto.

Cardin volvió repetidamente al motivo de las odiseas estelares. Por ejemplo, en 2011 el Palacio del Kremlin acogió otro desfile de moda con temática espacial de Cardin, programado para coincidir con el 50 aniversario del vuelo de Gagarin e inspirado en la contribución de Rusia al desarrollo de los viajes interplanetarios.

En la década de 1970, Cardin fue considerado la principal estrella de la moda occidental en la URSS. Su lealtad política le abrió muchas puertas. Las creaciones de Cardin, que podían comprarse en las tiendas especiales de Beriozka (fuera del alcance de los ciudadanos comunes), las llevaban las esposas de los peces gordos políticos, y su amistad personal con Maya Plisétskaya lo hizo popular entre los bohemios adinerados.

Cardin conoció a Plisétskaya en el festival de teatro de Aviñón durante su gira por Francia en 1971, y continuó creando trajes para muchas producciones protagonizadas por la prima donna, siendo la más famosa la legendaria interpretación del ballet de Anna Karenina del Teatro Bolshói. La bailarina también modeló de buena gana los conjuntos de Cardin en su vida cotidiana, lo que supuso la mejor publicidad posible de la marca en la alta sociedad soviética.

Cambio de guardia

La perestroika no disminuyó el afecto de Cardin por Rusia. Al contrario, al reajustar su modelo de negocios, los pedidos sólo aumentaron. Cardin fue un pionero en la industria del prêt-à-porter, introduciendo logotipos y franquicias que ahora parecen tan comunes. Así pues, la apertura de un nuevo mercado en un país del tamaño de un continente que no conocía limitaciones conceptuales ni financieras sólo lo estimuló aún más. Curiosamente, el corte de marca y las siluetas escultóricas de los trajes de Cardin conquistaron a la nueva élite de Rusia con la misma facilidad. Las primeras damas volvieron a aparecer luciendo trajes de Cardin. Raisa Gorbachova se refería a menudo a él como su diseñador favorito, y usaba sus artículos en todas las visitas oficiales.

Durante los años soviéticos, Cardin promovió activamente la cultura rusa en Occidente. Fue decisivo para que la ópera rock rusa Juno y Avos de Mark Zajarov se pusiera en escena en Francia, y luego durante la perestroika, el polifacético diseñador de moda, esta vez en el papel de productor, la llevó a los EE UU. Se rumoreaba que él mismo era un cantante consumado, al que le encantaba interpretar arias de la ópera de Zajarov delante de sus amigos en su restaurante Maxim's (Cardin era dueño de toda la cadena, incluido el establecimiento insignia de París y el de Moscú que abrió en 1998).

Cardin siempre fue un astuto hombre de negocios, sin importar a qué se dedicase. Por ejemplo, en París, montó su propio teatro, el Espace Pierre Cardin, donde se representaron muchas obras rusas. Luego, como distribuidor, Cardin llevó producciones europeas a la nueva Rusia, ayudando a establecer lazos culturales.

“Siempre me he considerado menos un cortador de patrones (aunque soy bueno en esto, por supuesto)”, dijo una vez el diseñador de moda, “y más un diplomático. Apoyo el arte, los proyectos sociales y las iniciativas culturales importantes a ambos lados del Telón”. El diseñador patrocinó varios premios para aspirantes a artistas e intérpretes de Rusia, incluido el festival de jóvenes talentos, organizó varios espectáculos para diseñadores rusos en Francia, y financió una amplia gama de proyectos de intercambio intercultural entre los dos países.

Su mejor hora

Uno de los mayores despliegues de la Cardinomanía en Rusia fue su desfile de 1991 en la Plaza Roja. Se calcula que hasta 200.000 personas asistieron al desfile, algo sin precedentes en el país. Todo un signo de los tiempos, el evento fue típico de la nueva era de amistad entre los dos mundos después de 70 años de hostilidad.

El espectáculo, comparado con un desfile militar, se emitió en la televisión nacional como símbolo de un país que mira hacia el futuro. Curiosamente, el principal patrocinador del espectáculo fue la empresa MMM, una de las primeras estructuras comerciales de la época en el campo de la tecnología informática, precursora de la futura pirámide financiera.

Famoso por su ambición y nunca modesto, Cardin se instaló en la sede familiar del Marqués de Sade después de comprar el Castillo de Lacoste y prácticamente todo el pueblo de los alrededores a principios de la década de 2000, habiendo ganado sus primeros mil millones.

También aquí, inesperadamente esta vez, se puede rastrear la influencia rusa: el diseñador de moda instaló un parque de esculturas en el castillo con obras de creadores rusos únicamente. En particular, el monumento a de Sade fue hecho a mano por el escultor moscovita Alexánder Burganov.

LEE MÁS: ¿Cómo era la moda en la URSS? Imágenes que valen más que mil palabras