Sean Connery ‘La Tienda Roja’, 1969
La Tienda Roja fue una producción conjunta soviético-británico-italiana, y la última película hecha por el legendario director soviético Mijail Kalatozov.
Basada en hechos reales, la trama cuenta la historia de la expedición polar de Umberto Nobile, cuya aeronave se estrelló en 1928. Tras una larga búsqueda, los miembros supervivientes del equipo fueron rescatados por el rompehielos soviético ‘Krasin’. La filmación tuvo lugar en parte en el Ártico soviético, concretamente en la Tierra de Francisco José y en la Bahía de Tijaia.
Sean Connery interpretó a Roald Amundsen, el explorador noruego del Ártico que murió trágicamente durante la operación de rescate. El actor tenía 38 años en el momento de la filmación, mientras que su personaje tenía 55 años. Curiosamente, Connery terminó en la película por accidente, pues reemplazó en el último minuto a otro actor que había sido confirmado para el papel pero lo rechazó.
La visita de Sean Connery dio lugar a muchos rumores. Según uno, pidió ver la película de Andréi Tarkovski (recientemente estrenada en aquel entonces), Andrei Rublev. La película estaba esencialmente prohibida en aquel momento, pero al final, el actor disfrutó de una proyección privada organizada para él en secreto en los estudios de Mosfilm.
Después de protagonizar varias películas de James Bond, Connery ya era una celebridad mundial, pero las películas de Bond no se estrenaban en la URSS, así que nadie sabía quién era el actor ni qué aspecto tenía. El director de producción de La Tienda Roja, Boris Krishtul, escribió en sus memorias que, antes de conocerlo, los cineastas soviéticos llevaron una foto de Connery encima para poder reconocerlo en el aeropuerto entre los pasajeros que llegaban.
Al famoso actor y cantante soviético Vladímir Visotski le gustaba contar otra historia. Connery estaba supuestamente molesto porque nadie lo conocía por la calle y porque no tenía seguidores en la URSS, así que pidió que se le organizara una recepción. Pero nadie hablaba inglés, así que la fiesta no fue nada bien. Los rusos simplemente tomaron las bebidas y bocadillos y se los llevaron a sus respectivas casas. “Así que miró a su alrededor, todas las botellas estaban vacías, la mesa estaba desordenada y observó: “Un país misterioso, en efecto”, según Visotski. Varios años más tarde incluso escribió ‘Una canción sobre James Bond, agente 007’, en la que bromeaba sobre que nadie había oído hablar de él en la URSS.
Marcello Mastroianni y Sophia Loren, ‘Los Girasoles’ 1970
Esta producción italo-franco-soviética ya ha hecho llorar a varias generaciones de cinéfilos. Una mujer italiana viaja a la URSS para buscar a su marido que desapareció en el frente oriental durante la Segunda Guerra Mundial. Después de una larga búsqueda, resulta que Antonio sobrevivió, pero perdió la memoria y se casó con la mujer rusa que le salvó la vida.
El rodaje tuvo lugar en la URSS. Se puede ver al personaje de Sophia Loren caminando por Moscú, entrando en la estación de metro Vorobiovi Gori, yendo al estadio Luzhniki y llegando a la Plaza Roja, fuera de los grandes almacenes GUM. También se rodaron muchas escenas en el campo, donde vivía el personaje de Mastroianni.
Ígor Atamanenko, el traductor asignado al grupo (y que también trabajaba para la KGB, por supuesto), recordaría que Mastroianni era sorprendentemente afable, pero Sophia Loren demostró tener un carácter difícil. Era agradable en su trato con la gente y se ganaba a todos los hombres, pero también era increíblemente exigente, “por no decir, inconstante”. No le gustaba mucho el frío ruso y no podía decir sus líneas o retrasaba la filmación durante dos días para esperar que le enviaran desde Roma un lápiz labial concreto que no se agrietaba con la escarcha.
“La estrella tenía todo un séquito de asistentes: Guardaespaldas, un cocinero, un médico, un experto en maquillaje personal y una masajista. Sofía solía recibir visitas de su marido, el productor Carlo Ponti. Incluso se les llevaba de caza. Y eso a pesar de que las autoridades locales ya prodigaban trofeos de caza como pieles de oso a su invitado de alto nivel. Y en cuanto a recuerdos como cucharas de madera pintadas y vajilla – se les regalaron casi por sacos...” recordó Atamanenko.
Elizabeth Taylor, ‘El Pájaro Azul’, 1976
Los cinéfilos soviéticos ya conocían a la Reina de Hollywood, pero sería una exageración decir que era objeto de afecto universal en la URSS. Y así, cuando la parte estadounidense pidió un espectáculo de fuegos artificiales en su honor para el momento de llegada al aeropuerto, los rusos se negaron.
El rodaje de la primera película soviético-norteamericana, El Pájaro Azul, tuvo lugar casi en su totalidad en la URSS, por lo que la actriz pasó casi un año en el país. Taylor tuvo varios papeles centrales en el musical, basado en la famosa obra de Maurice Maeterlinck.
Todo tipo de historias circularon en torno a la llegada de tal estrella. Según un rumor, los estudios de Lenfilm fueron reformados para la llegada de la actriz extranjera e incluso se instalaron nuevos lavabos de estilo extranjero, para el deleite de los actores soviéticos.
Otro rumor afirma que Taylor se encaprichó del iluminador soviético Yefim Zarj y, al llegar al plató, lo primero que hizo Elizabeth fue señalarlo y saludarlo. Y después de terminar el rodaje, se dice que la actriz le regaló a Zarj un enorme retrato fotográfico de sí misma impreso en un lienzo.
Taylor dejó una impresión mixta en los actores soviéticos. Se relacionaba principalmente con sus colegas estadounidenses y podía ser bastante arisca, sobre todo cuando no se le suministraba licor de buena calidad. Pero también podía ser generosa en espíritu: Cuando, en uno de los primeros días de rodaje, los actores soviéticos sacaron de sus bolsas panecillos y kefir para el almuerzo, mientras que los estadounidenses recibieron comida del restaurante del Hotel Astoria, Taylor armó un gran alboroto, declarando: “¡O todos reciben comida del restaurante, o no ruedo!"
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