En la antigua Rusia, conocida como Rus, la gente de pueblo tenía un peculiar costumbre: dejar todo de repente y salir corriendo para construir una iglesia. El trabajo comenzaba por la noche y duraba hasta el día siguiente. La única condición era que la iglesia tenía que estar terminada para el amanecer. ¿Por qué?
Estas iglesias al “estilo de IKEA” a menudo se construían cuando había una epidemia y se hacían con la intención de detener la propagación de las enfermedades.
Se creía que como las iglesias habían sido construidas sin parar en tan corto espacio de tiempo, eran absolutamente puras, es decir, los espíritus malignos (que incluían enfermedades) no podían entrar. Por lo tanto, era el lugar perfecto para protegerse.
Si una iglesia no era eficiente, se construía otra. Por ejemplo, cuando en 1522 en Pskov la construcción de la iglesia de San Varlaam no logró detener la peste de ese año, los habitantes del pueblo erigieron la iglesia de la Protección de la Santa Virgen. Esta vez “funcionó milagrosamente”, según dicen algunos.
Las iglesias construidas en un día eran no solo como un remedio contra la enfermedad, sino como una expresión de gratitud a Dios por haber salvado a la ciudad o por cualquier evento reseñable. Se cree que la primera iglesia de este tipo se construyó en Rusia en el siglo X, en honor a la victoria de Vladímir el Grande sobre los pechenegos, un pueblo seminómada de Asia Central.
Obviamente estas iglesias carecían de grande ornamentos, lujo y decoración. En ocasiones tenían una apariencia muy. Por ejemplo, una de estas mini iglesias en un pueblo de la provincia de Viatka tenía un tronco de árbol como altar y dos tablones atados con cuerdas para las puertas sagradas.
Después de la construcción, las iglesias incorporadas eran consagradas inmediatamente y amuebladas con iconos prestados por otros lugares de culto. También hubo casos en los que los que se pintaron iconos en un día.
Cumplida su función de detener la propagación de una epidemia, estos santuarios improvisados, lejos de ser abandonados, siguieron siendo utilizados como lugares de culto cotidiano.
Hace siglos, cuando el fuego era una catástrofe común, la vida de las iglesias de madera no era larga. Solían mantenerse en pie un par de décadas antes de ser consumidas por las llamas. Solo un puñado consiguió sobrevivir durante más de un siglo, por ejemplo, la iglesia del Salvador el Misericordioso y la iglesia del Origen de los Árboles Honestos en Nóvgorod.
Para preservarlas era costumbre reconstruirlas en piedra. Por ejemplo, en Vologda levantaron la iglesia de piedra de Nuestro Salvador y la vieja iglesia de madera seguía en su lugar de construcción original y se hacían misas. En 1895 la declararon catedral pero fue derribada en 1972 por decisión de las autoridades. Aunque no fue fácil hacerlo. Sus muros eran tan resistentes que los explosivos resultaron inútiles y tuvieron que enviar los tanques.
La tradición de construir iglesias en un día desapareció por completo en el siglo XVIII.