Catalina la Grande, Baba Yagá, Gengis Kan, la Reina de las Nieves: los artesanos del taller de cantería de Alexéi Antónov, en Ekaterimburgo, saben mucho de cuentos de hadas y personajes históricos. Durante 30 años, han representado a estos personajes usando la técnica del mosaico volumétrico y han mantenido las tradiciones de corte de piedra del taller del legendario Carl Faberge.
“Al principio, queríamos revivir el arte casi olvidado de trabajar la piedra, pero con el tiempo, nos dimos cuenta de que muchas cosas habían cambiado a lo largo de estos más de cien años, –dice un miembro del taller.– Si antes el alcance del trabajo estaba limitado por el pequeño tamaño de una piedra cara, hoy en día utilizamos tecnología que nos permite aumentar el volumen de una figura, manteniendo al mismo tiempo una exquisita mano de obra”.
Cada composición es creada por un equipo de cinco a seis personas: no sólo cortadores de piedra, sino también joyeros, escultores, artesanos que trabajan en bronce, latón y esmalte. Una vez seleccionada una figura, los expertos analizan cómo se describía a ese personaje en cuentos de hadas o leyendas, cómo se le representaba en famosas ilustraciones de libros, dibujos animados, películas o fotos.
Después de eso, un artista crea un boceto en blanco y negro (sobre el que se aprueba la composición) y luego su versión en color. Este último es utilizado por los artesanos para averiguar qué piedras se adaptan a cada elemento en términos de color y textura.
“La naturaleza ya ha creado todo lo que se necesita, nosotros sólo ponemos la piedra en el lugar correcto, –explica Alexéi Antónov.– La fluorita tiene burbujas en su interior, como la espuma del mar, así que la hemos elegido para representar las olas a los pies de una sirena. Su arpa está hecha de ágata translúcida, lo que crea la impresión de que está hecha de agua”.
Algunos detalles se ven mejor en bronce, por ejemplo, el árbol de Baba Yagá fue hecho de él, preservando el efecto de la hojas, finas y ligeras.
A continuación, se crea una maqueta en 3D, lo que permite estudiar toda la obra casi como se vería en el original. Anteriormente, estas maquetas eran hechas por artistas de la plastilina. Hoy en día, gracias a la tecnología informática, el proceso es mucho más rápido: la figurita está hecha de plástico, con algunas partes unidas al cuerpo mediante imanes. Un artesano puede desprender cualquier pieza para trabajar sin alterar la composición general ni sus proporciones.
La maqueta permite cortar cada pieza con más precisión, pero esto no significa que la producción pueda llegar a automatizarse pronto. “Cuando se trabaja con piedra, siempre hay muchos misterios en ella: puede desmoronarse o convertirse en una sombra de lo que se esperaba. Una piedra es parte de la naturaleza, está viva. Los mejores artesanos lo saben, y les guía en lo que deben hacer, por eso el trabajo de un cantero nunca se convertirá en un proceso mecánico”, dice Antónov.
Una figura utiliza sólo una centésima parte de piedra preciosa o semipreciosa almacenada en el enorme almacén del taller. Una losa de 100-150 kg puede contener sólo un punto que sirva para resaltar un determinado detalle, como una cicatriz en la cara de Koshchéi o la piel fláccida de una persona mayor en las piernas de Baba Yagá.
Cada pieza se taladra y se monta sobre un pasador metálico, que luego se utiliza para conectarla al resto de la composición. Una vez ensamblada la composición, un joyero se pone a trabajar, fabricando elementos a partir de metales preciosos. Si miras con atención, verás que Koshchéi tiene en su pecho copias de monedas modernas de 30 países del mundo.
Dependiendo de su tamaño, cada figurita requiere de dos a tres años de trabajo.
Las esculturas más pequeñas miden unos 23 cm de altura y su precio es de 20.000 dólares. Las figuras medianas, que pesan entre 15 y 20 kg y tienen una altura de unos 30 cm, tienen un precio de 100.000 dólares. A su vez, las esculturas más grandes, de hasta un metro de altura y 100 kg de peso, pueden costar hasta un millón de dólares. Entre las grandes esculturas creadas por el taller no sólo hay personajes de cuentos de hadas, sino también figuras históricas reales: Gengis Kan y Tamerlán.
La piedra no le da al cortador la oportunidad de repetir así como en la naturaleza no hay patrones idénticos, es imposible hacer dos figuras de piedra exactamente idénticas. Cada obra permite la labor de imaginación de su autor y su interpretación del personaje que representa.
“Una interpretación artística de cualquier personaje es una gran responsabilidad porque el arte de un cantero es eterno y nuestras obras estarán en los estantes de los museos o de los coleccionistas dentro de 200 años”, concluye Antónov.
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