Si visitaste París a finales de noviembre de 2018 era imposible no ver la invasión de matrioshkas fuera del Centro Ruso de Ciencia y Cultura. Veinte enormes muñecas pintadas por artistas de todo el mundo formaban parte de una campaña de apoyo a la candidatura de Ekaterimburgo para acoger la Exposición Universal de 2025. Antes de ir a París, cada una de ellas había estado en una de las doce ciudades más importantes del mundo.
En las ciudades participantes había dos matrioshkas: una de un artista del país correspondiente y otra de un ruso, explicó Konstantín Púdov, jefe de la oficina de Ekaterimburgo del comité de la candidatura a la Exposición Universal de 2025.
Esta matrioshka fue pintada por la artista Gina Portera, que se inspiró en los colores de los paisajes de los Urales y de Ekaterimburgo. El mensaje de su trabajo es que no se pueden crear nuevas tecnologías sin amor por nuestro planeta. La segunda matrioshka fue obra del artista Pável Agalákov y tenía un patrón que evocaba a Nikola Tesla, cuyos descubrimientos han transformado el mundo.
La matrioshka pintada por Daniel Ponomari tiene dos caras: por un lado, la reina Isabel II, y por el otro, la de Freddie Mercury. Su mensaje es que la gente sea buena y piense en el futuro del planeta. Dmitri Shishkin dedicó su matrioshka al lanzamiento del Sputnik y al primer vuelo tripulado al espacio.
El artista belga 1up_crew convirtió a la tradicional muñeca rusa en una mujer moderna, mientras que Dmitri Shishkin vistió su matrioshka con un patrón que parecía una red neuronal.
Alexandre Richelieu Beridze creó la matrioshka más abstracta, pero con una visión optimista. Dmitri Shishkin la yuxtapuso con un matrioshka “malaquita”, inspirada en los cuentos de hadas de Pável Bazhov sobre la Señora de la Montaña del Cobre.
La matrioshka de color rojo brillante de Giuseppe Casafina es una referencia a las obras de artistas vanguardistas rusas de principios del siglo XX. Mientras que la instalación de Tim Avakúmov, con un vestido de píxeles simboliza la transformación del mundo.
Mariska Nell creó su muñeca con materiales reciclados. Mientras que la artista Anna Beloúsova cubrió su matrioshka con una bufanda larga en referencia a la vestimenta tradicional de las mujeres de Oriente.
La matrioshka creada por Pável Feat parece muy imaginativa. Su lema es: “La vida es un sueño. ¡Date cuenta de esto!”. Mientras que la muñeca de Aliona Aziórnaya parece la más tradicional de todas: hasta tiene un pan redondo en la mano.
El matrioshka de Nina Nolte con auriculares rojos simboliza la “paz mundial”. Es un vis-à-vis con la creación de Melissa Vajabova, un pabellón de hierro fundido ornamentado, que recibió un gran premio en la Exposición de París de 1900.
La matrioshka de Ignacio Rivas tiene flores en el estómago y simboliza la fertilidad. La matrioshka de Anna Beloúsova escucha música en un bosque y sueña con la armonía con la naturaleza.
El artista Claude Chandler hizo referencia a la tierra natal de la matrioshka con su técnica de estampado de marcas registradas. Mientras que Andréi Kárpov vistió su matrioshka en el cielo y el sol, convirtiéndola en un objeto de arte primitivo.
A finales de noviembre todas las muñecas se reunieron en París, fuera del centro cultural ruso. Lamentablemente, Ekaterimburgo perdió su candidatura para acoger la Expo 2025, que se celebrará en Osaka, y las matrioshkas regresaron a Rusia. Ahora reciben a los visitantes en el Centro Cultural de los Urales en Ekaterimburgo, pero también hay planes de exhibirlas en otros espacios artísticos locales.
Secretos de la matrioshka, el símbolo más universal de Rusia.
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