Los 5 cuadros más grandes del arte ruso

Cultura
ALEXANDRA GÚZEVA
Se construyeron salas especiales para albergar estos cuadros y se pintaron miles de bocetos. Además se tardaron años en completarlos. Los compraron algunas de las personas más ricas de la época. Aquí puedes ver estos cuadros que seguramente no entrarían en tu apartamento.

1. ‘El último día de Pompeya’, Karl Briullov, 1833

456.5 cm x 651 cm

Briullov tuvo la idea de hacer un gran lienzo sobre la destrucción de Pompeya durante un viaje a Nápoles y pasó seis años trabajando en Roma para poder completarlo. El artista estudió cuidadosamente las fuentes históricas de los archivos y, por supuesto, las ruinas de la propia ciudad.

La pintura fue un gran éxito. Primero se expuso en Milán y París y luego se llevó a San Petersburgo, donde se le entregó al zar Nicolás I como regalo. Inicialmente el lienzo se expuso en el Hermitage y toda la ciudad acudió a verlo. A finales del siglo XIX fue trasladado al Museo Ruso, donde permanece hasta hoy.

2. ‘La aparición de Cristo ante el pueblo’, Alexánder Ivanov, 1837-1857

540 cm x 750 cm

Ivanov trabajó en Italia durante 20 años para completar este lienzo. La familia real rusa pagó para que el cuadro fuera transportado a San Petersburgo, donde se exhibió junto con numerosos bocetos. Tras la muerte del artista, el zar Alejandro II compró el cuadro y lo donó al Museo Rumiántsev, el primer museo público de Moscú. Se construyó un edificio separado para ello y más tarde una sala independiente en la Galería Tretiakov, a la que se trasladó la pintura después de la Revolución de 1917.

Ivanov utilizó estatuas antiguas como modelos para las figuras de los peregrinos, los santos y el propio Cristo. Eso sí, trató de darles ciertos rasgos orientales. Y el rostro de un vagabundo con bastón (sentado a la derecha de la figura central de Juan Bautista) es considerado como un autorretrato del artista.

3. ‘Boyárina Morózova’, Vasili Súrikov, 1884-1887

304 cm x 587,5 cm

Esta obra maestra de la Galería Tretiakov muestra un trágico momento de la historia rusa: el cisma de la Iglesia. La boyárina (mujer noble) rica, a la que se le están quitando los grilletes, muestra dos dedos como símbolo de que su vieja fe no podrá quebrarse.

Súrikov nació y creció en Siberia, donde había muchos antiguos creyentes, por lo que siempre le interesó el tema del cisma. Los personajes, incluida la mujer noble, fueron esbozados a partir de encuentros aleatorios. En la sala del museo, junto al cuadro, se pueden ver los bocetos de sus retratos.

4. ‘Cristo y la mujer sorprendida en adulterio’, Vasili Polénov, 1888

325 cm x 611 cm

Polénov fue uno de los principales pintores religiosos rusos. Comenzó su Cristo y la mujer sorprendida en adulterio bajo la influencia de La aparición de Cristo ante el pueblo de Ivanov. Viajó a Oriente Medio en busca de inspiración y autenticidad. Hizo un gran número de bocetos de edificios y de gente local. Todos los trajes para los personajes los hizo personalmente la esposa de Polénov y el artista los pintó.

Con lo que consiguió al vender la pintura, que fue adquirida por el emperador Alejandro III, el artista compró una finca y mandó construir una casa, que ahora es el Museo Polénov. Allí reservó una sala especial para un boceto a escala real de la pintura. El original está expuesto en el Museo Ruso de San Petersburgo.

5. ‘Ceremonia de apertura del Consejo de Estado el 7 de mayo de 1901 con motivo del centenario de su fundación’, Iliá Repin, 1903

400 cm x 877 cm

El lienzo más grande de nuestra lista es obra de Iliá Repin. La obra es un “retrato de grupo”, encargada personalmente por el emperador Nicolás II.

Repin asistió a la sesión ceremonial del consejo y tomó una fotografía de grupo que le ayudó en su trabajo. Sin embargo, para hacer los bocetos de los retratos, cada miembro del consejo posó para el artista o sus ayudantes –Iván Kulikov y Borís Kustódiev– por separado.

Se suponía que Repin iba a retratar a Nicolás II pronunciando un discurso formal, pero el artista decidió añadir emoción y movimiento por lo que representó el momento en que se estaban distribuyendo las medallas. El zar aprobó personalmente los bocetos hechos por Repin.

Inicialmente el cuadro se exhibió en el palacio Mariinski de San Petersburgo, lugar original de la sesión del consejo. Posteriormente fue trasladado al Museo Ruso donde, junto con los bocetos, ocupa una enorme sala.

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