“Para mí, es Dios”, dijo Lars von Trier sobre el director de cine Andréi Tarkovski. En una entrevista en Time Out London, von Trier afirmó que ha visto 20 veces El espejo, la película de Tarkovski estrenada de 1975. Recientemente, cuatro películas de Tarkovski aparecen en la lista de las 100 mejores películas en habla no inglesa de todos los tiempos creada por la BBC.
La belleza y el silencio filosófico de su cine siguen inspirando a directores aclamados, desde von Trier hasta Andréi Zviáguintsev, así como a cineastas de nueva generación.
Solo realizó siete largometrajes y, en el momento de su trágica muerte a la edad de 54 años, era uno de los cineastas más visionarios, célebres e influyentes del mundo. Todas sus obras son exploraciones metafísicas y espirituales sobre la humanidad y cada película es reconocida mundialmente como una obra maestra.
El primer largometraje de Tarkovski. Iván, de 12 años, huérfano debido a la invasión de las tropas de Hitler, se convierte en un explorador del Ejército Rojo. Arriesga su vida deslizándose entre las marismas del frente.
La película fue elogiada en Occidente al recibir el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia.
La próxima película de Tarkovski es un ejemplo del avance de su técnica. La película muestra ocho momentos de la vida de Andréi Rubliov, un pintor de iconos ruso del siglo XV. Fue interpretada por muchos como una alegoría de la difícil situación del artista bajo el régimen soviético y, por lo tanto, no se estrenó en la URSS durante varios años.
Tarkovski obtuvo más elogios después de adaptar a la gran pantalla la novela de ciencia ficción Solaris, del escritor polaco Stanislaw Lem. Cuenta la historia de un científico enviado a investigar los misteriosos eventos que tienen lugar en una estación espacial que orbita en el planeta Solaris. A su llegada, encuentra viva en la estación a su esposa muerta y trata de matarla, pero –como es el caso de este inquietante clásico de la ciencia ficción– ella sigue volviendo.
Quizá sea la película clave en su filmografía y una de las muestras que acerca el cine a la poesía. Los fragmentados del poeta moribundo, Alexéi, forman este inquietante ensueño autobiográfico, que se entreteje con poemas del propio padre de Tarkovski, Arseni, un respetado autor de la era soviética. El enfoque caleidoscópico de la película no ofrece una narración directa y combina sucesos, sueños y recuerdos con imágenes de los telediarios.
La otra película de ciencia ficción de Tarkovski fue su último trabajo en Rusia antes de emigrar a Italia. Está basada en la novela Picnic extraterrestre de los hermanos Strugatski. En un mundo ficticio, el protagonista, Stalker, gana dinero haciendo de guía en la Zona. Se trata de un área peligrosa que contiene una sala que concede a los visitantes sus deseos más íntimos. Según la trama, Stalker se dirige a la zona con el Escritor y el Profesor. Los caminos por los que pasan en esta área desolada –que es tanto un estado de ánimo como un lugar– solo se pueden percibir, y no ver, en este laberinto metafísico.
A principios de los años 80, Tarkovski dejó Rusia para siempre. Su carrera cinematográfica continuó en Italia, donde realizó un documental para la televisión titulado Tempo di viaggio seguido de Nostalgia, escrito en colaboración con el distinguido guionista italiano Tonino Guerra. En la película, un escritor ruso recorre la Toscana con su traductor, investigando a un compositor ruso del siglo XVIII que se suicidó. La nostalgia y la desesperación lo frustran hasta que conoce a Domenico, un loco, que lo convence de que asuma una tarea –caminar con una vela encendida de un extremo a otro de la piscina de un balneario– para “salvar el mundo”.
Cuando Tarkovski empezó a trabajar en su próxima y, que a la postre sería su última película, sabía que estaba gravemente enfermo de cáncer. Es una producción sueca, una alegoría del autosacrificio de un hombre –interpretado por Erland Josephson– que renuncia a todo lo que le es querido para evitar una catástrofe nuclear. El uso de Josephson y del director de fotografía Sven Nykvist, ambos conocidos por sus colaboraciones con Ingmar Bergman, indican la influencia que el famoso director sueco tuvo sobre Tarkovski. Era uno de los pocos directores que Tarkovski admiraba realmente.
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