Pequeñas obras maestras que demuestran que la pasta no solo sirve para cocinar (Fotos)

Serguéi Pajómov
Serguéi Pajómov ha creado miniaturas con todo tipo de pasta desde hace años. Aviones, vehículos de transporte de tropas, tractores o molinos de viento, nada se le resiste. Compruébalo viendo las imágenes de esta galería con la que terminarás exclamando ¡"mamma mía"!

Un vecino de la región de Perm, Serguéi Pajómov, es famoso por un extraño pasatiempo. Construye coches, tanques, tractores, aviones y helicópteros de... ¡pasta!

En sus colecciones se pueden ver unas tres docenas de artefactos de este tipo. Serguéi cree que algún día su pasatiempo podrá tener éxito comercial, por lo que ha decidido patentar su técnica de fabricar objetos a partir de grano sólido.

El habitante de Krasnokamsk, Serguéi Pajómov, mantiene su colección única cuidadosamente envuelta en papel. Estos frágiles trabajos no son juguetes, nos advierte su creador.

Estas miniaturas de vehículos de tierra, mar y aire han sido fabricadas con objetivo de ser vendidas. Serguéi construyó su primer coche de fideos hace unos cinco años.

Hoy en día Serguéi consigue su “materia prima” en las grandes superficies con todas las variedades de sémola dura. Cualquier cosa se puede usar: vermicelli, espagueti, lasaña, rigatoni, rigatoncini… A diferencia de las casas de cerillas estáticas, por ejemplo, sus creaciones se mueven, rotan, se pliegan… Pueden incluso ser giradas y retorcidas.

Hoy en día en sus colecciones de pasta hay coches, motos, tanques, aviones, tractores, un camión cisterna, una apisonadora, un helicóptero, un yate e incluso un pueblo con una casa y un molino. Tardó tres años en construir “Pasta town” y cada una de las piezas le llevó unas 30 horas.

Serguéi Pajómov tiene ya muchos vehículos y equipos de sémola en su colección. Más aún, si pone una puerta, esta se abre, las aspas se mueven y los asientos se reclinan.

La máxima movilidad es el principio común del autor. Todas las partes y detalles están hechas únicamente de pasta de diferentes formas y tamaños.

Serguéi: “Voy a la tienda, echo una mirada a la pasta que hay y pienso en lo que puedo hacer con ella. Si veo algún detalle interesante, me llevo el paquete entero. Lo que sobra va al horno. Alguna vez me han sugerido la idea de comerme una colección, pero supongo que sería tóxico por el pegamento”.

Hay otra razón por la que Serguéi no tiene prisa por convertir sus creaciones en sopa de tallarines. Tiene la esperanza de poder sacar algún beneficio de su particular colección algún día.

Serguéi Pajomov tiene la exclusiva mundial para crear souvenirs de pasta.

Lo cierto es que hasta hace cinco años el éxito comercial le evitaba. Sus únicas ventas habían sido dos jeeps por 300 dólares.

Al día de hoy se ve no solo como el creador de originales suvenires sino como el inventor de una manera divertida de luchar contra el estrés, aunque su patente todavía no lo cubre.

¡Esperemos que el material del maestro dure mucho tiempo!

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