Cada verano, las calles de Moscú se convierten en lugar de celebración de conciertos: hogar de músicos profesionales deseosos de darse a conocer y de oficinistas que buscan liberar sus almas.
Improvisación y rock en Stari Arbat
El punto de partida de muchos músicos callejeros es Stari Arbat, la calle peatonal más famosa de Moscú (y de Rusia). Los músicos han tocado aquí desde la década de los 80 (a pesar de la desaprobación de la policía por aquel entonces). Hoy en día, sin embargo, sólo tienen que registrarse en el proyecto de la ciudad Street Musician e instalarse donde les plazca. La mayoría de las actuaciones tienen lugar aquí. Todos los días, de la mañana a la noche, el aire se llena de sonidos raros y maravillosos, como los de ImprovizzzProject, por ejemplo.
Este trío extravagante está formado por Maxim Isáiev en el saxofón, Mark Farstov en el bajo e Iván Seredá en el cajón, un instrumento de percusión peruano. “Es portátil y más fácil de desplazar que un tambor enorme”, nos comenta Iván.
ImprovizzzProject toca “versiones originales” de famosas canciones rusas y extranjeras, y sus conciertos hacen que incluso los suicidas se lo piensen y acaben cantando y bailando.
“Somos herederos del rock de la década de los 60: los Beatles, los primeros Rolling Stones y los conjuntos soviéticos”, dice Alexéi Voronin, líder de Voskresni Klub (Club del domingo), otro artista callejero de Stari Arbat.
A pesar de contar con cuatro músicos en total, el grupo suele actuar como dúo o trío. Los chicos se conocen desde hace años, y tocan sus propios temas. A finales de los años 90, Alexéi escribió un libro sobre los músicos de Arbat.
“¿Qué por qué tocamos en la calle? Queremos llevar nuestro arte a las masas’, dice Serguéi Liáptsev. Dicho esto, el grupo no huye de los clubes de rock y festivales al aire libre de la capital. “La banda también participa en conciertos benéficos, tocamos en hospicios y hospitales”, añade Alexéi.
Marcha fúnebre de Nueva Orleans en Kuznetski Most
La orquesta de jazz Second Line revive las tradiciones de las marchas fúnebres de Nueva Orleans, ¡pero no es de aburrimiento de lo que te vas a morir! Esta orquesta de siete piezas ofrece una experiencia de jazztan alocada que los transeúntes quedan literalmente paralizados.
“Todo el jazz proviene originalmente de la música callejera, funeraria y ceremonial. Nos inspiramos en esta tradición y decidimos traer un poco de Nueva Orleans a las calles de Moscú”, explica Mijaíl Griboiédov, que dirige la orquesta.
Second Line toca tanto éxitos reelaborados como composiciones propias. Cada espectáculo es un desfile en el que incluso se anima a los espectadores a participar.
Además de Mijaíl, un traductor ruso-inglés, todos los miembros son músicos profesionales. Como los artistas mismos admiten, los espectáculos callejeros no te hacen rico: un espectáculo de dos horas les puede dejar alrededor de 500 rublos (unos 8 dólares) por persona. En el lado positivo está que han acumulado miles de seguidores de sus redes sociales que no se pierden una actuación de su banda favorita.
Funk en Piatnitskaia
Stop Thinking, un dúo de contralto acústico y bajo eléctrico, se puede ver en la calle Piatnitskaia casi todos los días. Pável y Dmitri a menudo tocan Daft Punk, éxitos de Michael Jackson y famosas canciones de rock, ¡y todas sus versiones en vivo suenan realmente increíbles! El ambiente es siempre positivo: “Ayer incluso nos sirvieron comida los camareros de un restaurante cercano”, dice Pável.
La música es su principal ocupación. Stop Thinking graba sus propios vídeos y planea cambiar a sus propias canciones (principalmente rock) cuando se hagan más famosas.
Romance en Miasnítskaia
De día, Vera “Nika” Serguienko es profesora en la Universidad de Transporte y Alexéi Borísov trabaja como programador. Por la noche (o mejor dicho por la tarde), salen a las calles de Moscú para trabajar las cuerdas vocales. Se conocieron hace dos años en una audición de una banda de rock, y hoy tocan canciones en día cantan versiones en inglés.
“Si te tomas en serio la música, tienes que dejar todo lo demás, estás atado a un contrato. Pero sólo somos un proyecto encubierto, no queríamos perder nuestras otras vidas”, dice Vera. “Además, no es nuestro objetivo ganar dinero con la música callejera, gastamos más de lo que ganamos”.
Pincha aquí para ver a dos maestros de la balalaika tocando bajo tierra.