El universo del ballet según los pintores rusos

Cultura
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La danza siempre ha sido una temática presente en el arte. A pesar de no ser uno de los temas principales de representación, como podrían ser los retratos, paisajes, o la pintura de historia, el ballet ha sido protagonista en numerosas obras de arte, también en Rusia.

El motivo del ballet ruso ha sido tratado a menudo por los artistas: las posiciones, el movimiento y la plasticidad de las bailarinas han inspirado la creación de algunas obras maestras.

Las bellas artes y la danza se han enriquecido mutuamente a lo largo del siglo XX: en muchos aspectos fue la pintura la que introdujo e hizo que el mundo entero se enamorara del ballet ruso.

Durante tres años la artista Zinaida Serebriakova (1884-1967) tuvo la oportunidad de asistir a los ensayos del Teatro Mariinski, lo que reflejó en su lujosa serie de retratos y composiciones de ballet.

La pintura, las artes gráficas, la fotografía y la escultura con su poderosa capacidad visual, llevaron al ballet más allá del teatro hacia una conciencia más amplia.

Serguéi Diaguilev, una figura teatral y popularizador de la cultura rusa, promocionó el ballet ruso en el extranjero, involucrando a un gran número de artistas rusos en los escenarios y decorados de sus sesiones de “Ballets rusos” que comenzaron en 1909 en París, Londres y Roma.

Diáguilev colaboró con Natalia Goncharova (1881—1962), Nicolái Roerich (1874—1947), Alexánder Benois (1870—1960), Zinaida Serebriakova (1884-1967) y muchos otros pintores rusos. Estos artistas no solo crearon escenarios del ballet, sino obras de arte suficientemente importantes por sí mismas, que dejaron huella en la cultura mundial.

Zinaida Serebriakova no pintó escenas de acción de ballet, como solían hacer Edgar Degas o Konstantín Sómov. Sus pinturas estaban dedicadas a la vida de los vestuarios: su ballet es uno de retratos de bailarinas con sus trajes.

Alla Shelest (1919-1998) fue una primera bailarina soviética que bailó y enseñó en el Teatro Mariinski, el Arteballetto en Reggio Emilia.

El ballet de La sílfide; en el que Anna Pávlova (1881-1931) interpretaba a la mítica sílfide, estaba basado en la novela fantástica del escritor francés Charles Nodier (1822).

Serguéi Sudeikin (1882-1946) fue expulsado de la Escuela de pintura de Moscú porque su estilo no “entraba en el currículum”, pero un par de años después se convirtió en un popular artista del teatro. Durante su carrera diseñó escenarios para muchos teatros como la ópera del Metropolitan.