El estado de la industria editorial en Rusia

Fuente: Ria Novosti/Alexei Furman

Fuente: Ria Novosti/Alexei Furman

2015 ha sido declarado Año de la Literatura. No es una mera coincidencia la decisión de estimular el desarrollo del sector del libro en las regiones precisamente este año.

Hoy en día el comercio de libros es radicalmente diferente de la situación existente en la Rusia prerrevolucionaria, la época soviética e incluso durante la perestroika.

Antes de la revolución el público lector era reducido pero relativamente abundante en comparación con la amplia capa de población campesina. El libro era un producto caro, pero estaba orientado a un tipo de lector específico y producía unos beneficios muy determinados. Y coincidió con el mayor florecimiento de la literatura rusa.

En la época soviética el libro era accesible a todas las capas de la población, y un soberbio sistema de distribución permitía vender decenas de miles de ejemplares de libros incluso de escritores medianos. Pero el libro bueno, el “deseado”, escaseaba. Era una extraña paradoja: la increíble abundancia en las librerías coexistía con el mercado negro de libros.

Durante la perestroika esta paradoja se tradujo en un auge inaudito de la industria del libro, cuya otra cara fue que coincidió con un aumento de la circulación de la producción alcohólica.

Hoy el sector del libro vive un estancamiento. Haciendo un pronóstico para el año actual, el crítico Konstantín Milchin escribe en Russki reportior: “En el mundo del libro, por razones objetivas, cada año es peor que el anterior. Debido a los problemas económicos caerá aún más”. 

Una mercancía deficitaria

El aumento de los precios de los libros se constata en las librerías. Otro problema es que el contrato de alquiler de los locales para este tipo de establecimientos se rige por las mismas condiciones que el de los comercios de productos alimentarios, bebidas alcohólicas y firmas de coches extranjeros de alta gama. “Vasili Rozánov decía: 'El libro tiene que ser caro'. Pero, a mi modo de ver, en Rusia es injustificadamente elevado —lamenta el escritor Alexéi Varlámov—, su precio en las librerías, en comparación con el precio de su coste de producción, es el doble o incluso el triple”.

No hay que olvidar que vivimos en la época post Gutenberg. Para los jóvenes la compra de libros no es un problema tan serio, pues pueden descargarlos por un precio tres veces menor que los de papel.

“Otro inconveniente es que el sistema de distribución de libros se ha destruido en los últimos años. Y un problema muy importante, para mí, es la situación crítica de las editoriales de provincia. Publicar en la periferia equivale a publicar un libro para consumo propio. Como resultado el epicentro de la vida literaria se concentra en las dos capitales”, opina Varlámov.

Las dificultades en la industria editorial del país son muchas, y es necesario resolver la escasez de librerías en las regiones, revitalizarlas, ya que son centros de cultura, no simples comercios.

Para Borís Kupriyánov, cofundador de la librería Falanster: “El número de librerías en Rusia se está reduciendo drásticamente. En general, la situación en el mercado editorial ruso es catastrófica. En una ciudad de 15 millones, comparable a la población de un país medio europeo, el número de librerías asciende aproximadamente a 400-500. En Londres, por asombroso que parezca, esa cantidad se ve multiplicada por once.

Que el libro no es sólo una mercancía, sino sobre todo un bien cultural, es algo que no se tiene en cuenta. En nuestro país una enorme cantidad de librerías clásicas cerraron sus puertas para siempre. Hay ciudades enteras que ya no tienen librerías. Mi pronóstico no es muy alentador: nos arriesgamos a que la juventud deje de leer”.

Por su parte, Borís Yesenkin, presidente de la tienda de libros Biblio Globus, explica: “Hay que perfeccionar la librería tradicional. Tiene que presentarse como un centro de cultura multifuncional; estar coordinado con las bibliotecas escolares, por ejemplo. Quien no tiene posibilidad de comprar un libro puede leerlo de todos modos. Y la biblioteca (regional, municipal) debe desempeñar en este sentido el papel de intermediario”. 

Publicado originalmente en ruso en Rossiyskaya Gazeta.

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