A pesar de que la sopa de calabaza no puede calificarse de plato nacional ruso, los habitantes del país le rinden homenaje y disfrutan cocinándola en otoño con todo el mundo. Y es que las calabazas suelen cultivarse en las ‘dachas’ (casas de campo rusas), ya que son muy nutritivas, buenas para la salud y pueden almacenarse durante mucho tiempo en invierno.
En Rusia, la calabaza suele cortarse simplemente en rodajas y hornearse, y luego se come con otros platos. Sin embargo, si hablamos de sopa, es muy probable que, como en otros países, se combine con las verduras más comunes, como patatas y cebollas. El sabor especial de esta receta se consigue añadiendo manzanas, sin las cuales es difícil imaginar una mesa rusa en otoño.
Pelar la calabaza y quitar las semillas. Cortar la pulpa en trozos pequeños.
Pelar y trocear las patatas.
Picar la cebolla y el ajo.
Calentar el aceite de oliva en una sartén de fondo grueso y dorar la cebolla.
Añadir la calabaza y el ajo y freír hasta que se doren.
Añadir los dados de patata y unas ramitas de tomillo, rehogar, verter 1,2 litros de agua hirviendo y llevar a ebullición.
Hervir la sopa durante 15 minutos, pasarla por la batidora y salpimentar.
Pelar y trocear las manzanas.
Fríelas en el aceite durante 2-3 minutos y añade sal, pimienta y curry en polvo al gusto.
Verter la sopa de calabaza en cada plato, añadiendo una cucharada de manzanas.
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