El intenso verano del patriarca Kirill en América Latina

El patriarca Kirill, en el centro, junto a la estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro.

El patriarca Kirill, en el centro, junto a la estatua de Cristo Redentor en Río de Janeiro.

Sergey Pyatakov/RIA Novosti
La histórica visita del Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa a América Latina tuvo varios objetivos estratégicos, más allá de la conversación con el papa Franciso I.

Durante su visita a Cuba, el patriarca ruso Kirill mantuvo encuentros no solo con el papa Francisco I y el arzobispo de La Habana, sino también con el presidente cubano, Raúl Castro, y el líder de la revolución cubana, Fidel Castro. Estas reuniones mostraron que la cooperación ruso-cubana sigue desarrollándose en diferentes ámbitos. Este hecho tiene una importancia especial para Moscú desde que EE UU restableció sus relaciones con La Habana.

La geografía del viaje del Patriarca por los países de América Latina coincide con el mapa de las comunidades ortodoxas en el Hemisferio Sur y también con el destino de la migración rusa en el siglo XX. Según los expertos, en Brasil vive la comunidad más importante de los migrantes rusos en esta zona.

En el país vecino, Paraguay, la comunidad es menos numerosa (no más de 1.500 personas) pero ha desempeñado un destacado papel en el siglo XX. No es casual que muchas calles de la capital Asunción lleven nombres de oficiales rusos.

El papel de la Iglesia ortodoxa rusa en América Latina es complicado. Desde hace más de un siglo los creyentes ortodoxos apoyaban a la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero, entidad creada por los migrantes en los años 20.

En la URSS esta organización fue considerada antirrevolucionaria, antisoviética y monárquica. Muchas décadas después, en 2007, el Patriarcado de Moscú finalmente firmó un acta de unión con la Iglesia ortodoxa rusa en el extranjero. Sin embargo, muchos ortodoxos, encabezados por Agafánguel Pashkovski, no apoyaron esta unión y exigían  penitencia por “la lealtad a los soviets”.  Esta situación requería la visita del Patriarca. Moscú tenía que mostrar la importancia que daba a estos territorios e intentar superar la brecha.

En general, el objetivo de la visita del Patriarca a América Latina fue dialogar con los representantes del “mundo ruso” en el Hemisferio Sur. Así, la visita a Brasil conmemoró el 95 aniversario de la llegada de los emigrantes rusos de la península de Galípoli a Río de Janeiro en 1921 y el 70 aniversario de la creación de la Diócesis de Argentina y Sudamérica de la Iglesia ortodoxa rusa del Patriarcado de Moscú.

Durante su viaje el Patriarca tuvo que tratar también cuestiones de la agenda internacional. Así, en la conversación que mantuvo con el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, subrayó: “Siria y todo lo que ocurre en torno a Siria, no debe convertirse en un conflicto potencial entre Occidente y Oriente”, y destacó que se necesitaban acciones conjuntas para derrotar al terrorismo.

Temiendo “los cambios radicales” en Europa, el Patriarca insistió en que el Viejo Mundo “no puede perder sus raíces cristianas”.

Víctor Jéifets es director del Centro de Estudios Iberoamericanos de la Universidad Estatal de San Petersburgo.

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