Hace casi 20 años escribí mi primer artículo sobre el esperado encuentro entre el Papa y el Patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa que iba a tener lugar en Hungría, pero que al final no se celebró. Después llegó Austria. En los años siguientes, el Patriarcado de Moscú tuvo que desmentir una y otra vez la información sobre un posible encuentro o tratar de explicar por qué era algo prematuro.
La semana pasada por fin se anunció el histórico encuentro de los líderes de dos de las instituciones religiosas más importantes del mundo. La recepción se celebrará el próximo 12 de febrero en un lugar no esperado, en el aeropuerto de La Habana. Pero, ¿por qué este encuentro no fue posible hace 20 años y por qué tiene lugar ahora?
El comienzo a este largo camino corresponde a Juan Pablo II, que estaba interesado en establecer una comunicación con el Este cristiano. Le pertenece la famosa máxima que dice: “La Iglesia debe respirar con ambos pulmones”; el oriental y el occidental.
Sin embargo, este giro al Este del Papa polaco causó problemas a la Iglesia ortodoxa. En los años 90, cuando la influencia del ateísmo soviético se derrumbó, la Iglesia empezó a fortalecerse de forma inesperada, y al mismo tiempo, tuvo que competir contra la legión de los misioneros extranjeros. La Iglesia católica no era el rival más fuerte, pero contaba con siglos de feroz competición con la Iglesia ortodoxa. La posición defensiva que tuvo que adoptar la Iglesia rusa alimentaba el movimiento antiecuménico en sus filas y había presiones para que redujeran sus vínculos con las iglesias cristianas no ortodoxas.
Históricamente surgieron problemas ocasionales cuando el Vaticano restableció sus entidades en Rusia. Pero la única herida sangrante fue Ucrania, cuya parte occidental, que originalmente profesaba la religión ortodoxa, se convirtió al catolicismo cuando formaba parte de Polonia en 1596.
En 1946 la Iglesia greco-católica ucraniana estuvo sometida a la influencia del Patriarcado de Moscú por el Estado soviético, mientras era parcialmente clandestina. Después de su legalización en 1989. Algo alejado del “espíritu ecuménico”. La Iglesia ortodoxa calificó este proceso como la destrucción de sus tres diócesis en Ucrania Occidental.
En estas circunstancias, el Patriarcado de Moscú vio imposible acordar una visita del Papa a Rusia y propuso organizar un encuentro en un tercer país para tratar de llegar a un acuerdo con respecto a Ucrania. Pero se trataba de una cuestión muy peligrosa para el Vaticano que no quería perder a sus fieles en Ucrania.
Esto no significa que no hubiera intentos por salir de este callejón sin salida. La conferencia que se celebró en Viena en 2006, presidida por el Metropolita Kirill y el Cardenal Paul Paupard marcó una nueva agenda en las relaciones bilaterales: un testimonio común de los tradicionales valores cristianos en una Europa cada vez más secularizada.
Las consultas sobre este asunto se intensificaron cuando el Kirill, durante mucho tiempo el “ministro de exteriores” de la Iglesia rusa, se convirtió en el Patriarca en 2009. Sin embargo, el histórico y tan deseado encuentro todavía parecía lejano, sobre todo cuando las revueltas en Ucrania volvieron a encender la compleja política religiosa en el país.
El encuentro que se celebrará en Cuba es el resultado de un cambio total de paradigma. Los problemas de Ucrania siguen sin resolverse, como “una herida sangrante e incurable que obstaculiza la normalización de las relaciones entre las dos iglesias”, dijo la semana pasada el Presidente del Departamentode Relaciones Exteriores Eclesiásticas del Patriarcado de Moscú, el Metropolita Hilarión. Pero la catástrofe del cristianismo en Oriente Próximo, en el norte de África y en África Central requiere tomar medidas urgentes.
“En la trágica situación actual, es necesario dejar de lado las diferencias internas y unir fuerzas para salvar el cristianismo en las regiones donde está sometido a las más severas persecuciones”, dijo el Metropolita.
El encuentro entre las dos iglesias, que tendrá lugar lejos de los tradicionales campos de batalla europeos, está llamado a subrayar la importancia y la urgencia de la adopción de una nueva agenda global. Las cuestiones ideológicas que separan a las dos iglesias no pueden ser discutidas en dos horas.
Es fácil predecir que en la declaración conjunta que firmarán el Pontífice y el líder de la Iglesia rusa no se dirá nada de Ucrania, el documento abordará temas más generales y se convertirá en una llamada a la paz.
Aun así, este encuentro será histórico porque reflejará un testimonio común de las dos iglesias más grandes del mundo que han mantenido sus diferencias durante mucho tiempo y cuyos conflictos aún no han terminado.
El 15 de febrero el Patriarca Kirill llegará a Paraguay, donde oficiará una misa en la Catedral rusa de Asunción. Durante su estancia en el país latinoamericano, el Patriarca ruso se reunirá con el presidente de Paraguay, Horacio Manuel Cartes Jara.
El 21 de febrero el Patriarca Kirill llegará a Brasil. Su visita conmemorará el 95 aniversario de la llegada de los emigrantes rusos de la península de Galípoli a Río de Janeiro en 1921 y el 70 aniversario de la creación de la Diócesis de Argentina y Sudamérica de la Iglesia Ortodoxa Rusa del Patriarcado de Moscú. En Brasil el Patriarca ruso visitará Brasilia donde se reunirá con la Presidente Dilma Rouseff, Río de Janeiro y San Paulo.
Andréi Zolotov es periodista ruso, actualmente es director ejecutivo de Russia Direct (Europa) y ha recibido varios galardones. Ha trabajado en Viena para la agencia RIA Novosti y es uno de los fundadores del Club Valdái.
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