Las frases más célebres del James Bond ruso

Dibujado por Niyaz Karim

Dibujado por Niyaz Karim

Hace 45 años se estrenó en la gran pantalla una excéntrica comedia dirigida por Leonid Gaidai, que llevaba por título “Un brazo de diamantes”. Muchas frases de esta película han pasado a utilizarse en el habla cotidiana y a formar parte del ruso moderno.

Un brazo de diamantes  es una parodia de los filmes de James Bond, incluso el título hace referencia a una de sus películas más conocidas, Goldfinger. Pero si en el caso de Bond nos las vemos con un superhombre profesional, en este caso el protagonista es un individuo soviético normal y corriente, Semión Gorbunkov, ingenuo y confiado, que, debido a un malentendido se ve involucrado en una historia criminal relacionada con el contrabando de joyas. El éxito de la película se explica, entre otras cosas, porque en ella se ven reflejados irónicamente los estereotipos ideológicos de la época soviética.

¡El turista ruso posee una moral sin tacha!

El grupo de turistas entre el cual se encuentra Semión Gorbunkov llega a una ciudad occidental y una prostituta callejera intenta seducirlo. El compañero de viaje de Semión es el contrabandista Guesha Kozodoiev que, orgulloso, habla una especie de seudoitaliano. “Russo turisto - óbliko morale”. (¡El turista ruso posee una moral sin tacha!)

El sexo en la Unión Soviética era un tema tabú, la firmeza moral del individuo soviético no dejaba lugar a dudas. La frase se hizo muy popular y se utiliza en las situaciones en que uno quiere rechazar irónicamente una propuesta seductora pero inaceptable.

Otra frase popular derivada de esta escena es la frase absurda e incomprensible que pronuncia la prostituta para atraer al cliente “Tsiguel, tsiguel, ai, liuliu”, que en la jerga cotidiana se utiliza para expresar: “¡Venga, venga, más rápido!”, “¡Date prisa!”.

“A los niños, helado; a las mujeres, flores”

Después de regresar a Rusia el encantador malhechor Guesha Kozodoiev va a conocer a la familia de Semión Gordunkov (en cuyo brazo enyesado se esconden los brillantes de contrabando). El compinche de Guesha, Lelik, lo advierte sobre el simbolismo de los regalos: “¡A los niños, helado; a las mujeres, flores, y, cuidado, no te equivoques!”. Pero Guesha, por supuesto, se hace un lío y les da a la mujer helado y a los niños, flores. La frase se utiliza para infundir ánimo a una persona que no está segura de sí misma cuando se enfrenta a una situación de alta responsabilidad, ya sea cotidiana u oficial y protocolaria.

“Semión Semiónych…”

Mijaíl Ivánovich, empleado de los servicios de inteligencia, empieza a trabajar con Gorbunkov. El primero le da instrucciones a Semión, así como un fajo considerable de dinero en metálico (inconcebible para un ciudadano de a pie soviético), y, por lo que pudiera pasar, una pistola que este trata de ocultar ingenuamente en la cabeza, debajo de una ligera gorra de visera veraniega. “Semión Semiónych…”, dice Mijaíl Ivánovich con un tono de decepción que da a entender algo así como “Pero, bueno, es usted como un chiquillo…”. Desde entonces se pronuncia “Semión Semiónych” justo con esa misma entonación cuando se quiere reprochar a alguien que muestra una conducta o expresa una idea que no resulta del todo adecuada o bien es ingenua.

“Deberían venir a visitarnos a Kolimá”

Los malhechores invitan a Semión a un restaurante con el objetivo de emborracharlo para luego quitarle el yeso del brazo donde han escondido las joyas de contrabando. En el restaurante uno de los clientes (con aspecto de acérrimo delincuente) toma equivocadamente a Semión por un viejo conocido. Cuando se aclara el malentendido, el “delincuente” invita a sus nuevos conocidos: “Deberían venir a visitarnos a Kolimá”. Guesha se atraganta y, asustado, dice: “Mejor venga usted a visitarnos”.

Kolimá es un lugar donde había campos de trabajo y no es tanto una denominación geográfica como un símbolo de fatalidad. Esta frase se utiliza en situaciones en las que, por amabilidad, se invita a alguien, aunque se sobreentiende que la invitación es un gesto de educación y que es poco probable que la visita se produzca.

“Nuestra gente no va a la panadería en taxi”

El empleado de los servicios de inteligencia Mijaíl Ivánovich va al encuentro de Semión disfrazado de taxista. Una tarde Semión se dirige a la panadería a comprar pan tras comentárselo a la portera, que está en la entrada y se dedica a vigilar la conducta de los inquilinos del inmueble (el de la portera, o administrador de un inmueble, es un personaje socialmente reconocible, heredero de las tradiciones de la época estalinista).

Después del encuentro entre los dos hombres, Mijaíl Ivánovich lo acerca a casa en coche. La portera profiere entonces de un modo lapidario: “Nuestra gente no va a la panadería en taxi”. La frase se utiliza irónicamente cuando alguien vive por encima de sus posibilidades, se permite derrochar el dinero y lo tira por la ventana. En la época postsoviética, cuando esta manera de comportarse se convirtió en algo normal, el sarcasmo de la frase perdió parte de su sentido.

“En su lugar debería estar yo”

Semión, que teme ser víctima de una agresión, ve en una calle de noche a una persona tendida en el suelo. Cuando llega una unidad de policía, confiesa asustado: “En su lugar debería estar yo”. “Si te emborrachas, lo estarás”, le responden a voz a gritos los policías en el coche patrulla (a los borrachos callejeros en la época soviética los llevaban a unos locales especiales, los ‘vytrezviteli’, donde los retenían hasta la mañana). 

“¡Yo no hice nada, fue él quien vino!”

Los malhechores organizan un encuentro en una habitación de hotel con una ‘femme fatale’, contratada por ellos. La mujer trata de seducir y emborrachar a Semión, pero en el momento más crítico irrumpen en la habitación los representantes de la comunidad de vecinos, encabezados por la portera: “¡Yo no hice nada, fue él quien vino!”, exclama, exaltada, la mujer medio desnuda. Esta frase se utiliza en el habla cotidiana cuando una mujer trata de justificar irónicamente su comportamiento sexualmente liberal.

“Si bebes champán por la mañana, eres un aristócrata o… un degenerado”

Esta frase, que Lelik le dice a Guesha por la mañana después de una juerga en un restaurante, ahora se utiliza cuando uno tiene resaca matutina; la ironía consiste en que habitualmente se bebe cerveza o vodka, y el champán, en este caso, es un signo de lujo inapropiado.

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