Ciudades y países: cuando la geografía forma parte del lenguaje cotidiano

Dibujado por Niyaz Karim

Dibujado por Niyaz Karim

Suecia es la cuna de expresiones muy utilizadas en Rusia, como “mesa sueca”, “pared sueca” (espaldera para hacer ejercicios) o “familia sueca” (literalmente, “ménage à trois”). En ruso, muchas ciudades y países se asocian a determinados objetos y conceptos.

En todo el mundo existe la atracción llamada 'montaña rusa'; sin embargo, en ruso estas montañas en realidad son 'americanas'. La expresión “niebla londinense” y “radio armenia” son muy conocidas, aunque probablemente solo en el espacio postsoviético. En la época soviética había muchos chistes que tenían como protagonista a la radio armenia (por alguna razón) a la que llegaban preguntas, y esta respondía de manera paradójica.

En ruso, el adjetivo 'chino' se puede encontrar en la expresión “trabalenguas chino” (algo muy complicado de pronunciar) o “la última advertencia china” (una serie de amenazas que no se cumplen). Por otro lado, el adjetivo 'español' se usa ante todo en el sintagma “bota española” (un instrumento de tortura medieval).

Algunas expresiones similares nacieron a partir de obras de arte. Por ejemplo, la expresión “secretos de la corte madrileña” (es decir, intrigas en las estructuras de poder) nació de la novela homónima del escritor alemán del siglo XIX Georg Born. La palabra “podmoskóvie” (la región de Moscú) está estrechamente relacionada con la famosa canción rusa “Podmoskóvnie vecherá”.

La exactitud en ruso siempre es 'suiza' (por los relojes), la puntualidad y la formalidad son 'alemanas' (por cierto, durante los últimos años el porno también se ha convertido en algo típicamente 'alemán').

'Argentino' se aplica sobre todo al tango, y 'Chile' se utiliza para hacer referencia al pimiento picante. Otra cosa especialmente picante (y muy popular últimamente) es un plato llamado “zanahoria coreana”. Los bocadillos se pueden preparar con “pan francés” (que a finales de 1940, durante una gran campaña antisemita, pasó a llamarse “pan de la ciudad”), y pueden llevar “queso holandés” o “salchicha de Cracovia”.

Las bebidas más apropiadas para este festejo culinario internacional son originarias ante todo de Europa del Este: por ejemplo, la “cerveza checa” o el “bálsamo de Riga”. En la época soviética se podía hablar de vodka “Moskóvskaya” (literalmente “moscovita”), o “Stolíchnaya” (de la capital), pero ahora estas marcas han pasado de moda en Rusia, aunque las versiones comerciales son populares fuera del país.

Como postre se puede tomar una taza de “café de Varsovia” (con leche condensada). Y el café se puede acompañar con productos procedentes también de Europa Oriental: “galletas berlinesas”, “rosquillas de Tula”, pastel de “Kiev” o helado “Leningrádskoye” (de Leningrado).

Para todo el mundo, la parte oriental de Rusia, Siberia, es un lugar donde siempre es invierno. Pero para el imaginario colectivo ruso, la palabra Siberia no evoca algo tan duro (una gran parte de ella al menos está habitada), y las connotaciones más negativas se asocian a otras regiones más alejadas: Kolimá y Kamchatka.

En la comedia soviética de culto de los años 60 llamada El brazo de brillantes, tras un encuentro casual entre desconocidos, un personaje le dice al protagonista: “¡Tenga la bondad de visitarnos en Kolimá!” A lo que el protagonista, atragantándose asustado, responde: “¡No, mucho mejor que venga usted a vernos!”. Estas dos frases se han vuelto muy populares. La palabra “Kamchatka” se suele utilizar para hacer referencia a la última fila de pupitres en una clase escolar.

Alaska, el territorio estadounidense situado relativamente cerca de Rusia, en ruso tiene otro significado: así se llama a una cazadora con capucha y forro de lana. Los patines con hoja redondeada utilizados para jugar a hockey sobre hielo son llamados también “Canadá”. 

Es interesante el hecho de que en los años 50-60, cuando los auténticos pantalones vaqueros estadounidenses no habían llegado todavía a la Unión Soviética, sus análogos rusos (o mejor dicho, de Europa del Este), se llamaban “Texas”, o “tejanos”.

Siguiendo con el tema de la ropa: “¡No, esto no es Río de Janeiro!”, pronunció decepcionado Ostap Bender, protagonista de las divertidas novelas de Iliá Ilf y Evgueni Petrov, que se dedicaba a las estafas en las provincias rusas y soñaba con viajar a una ciudad mítica en la que todos llevaban pantalones blancos.

Intentando timar a otra víctima, le hace un cumplido a sus pieles falsas: “Le han engañado. Le han dado una piel mucho mejor. ¡Esto no es suricato mexicano, sino auténtico leopardo de Shanghái!”, y desde entonces, la expresión “leopardo de Shanghái” pasó a querer decir “imitación barata”. Otras marcas auténticas rusas regionales son los “encajes de Vólogda”, los “chales de Oremburgo”, así como Jojlomá, Pálej y Gzhel (cucharas de madera pintadas, cofres, cajas y porcelana), nombrados todos ellos en honor a sus lugares de origen.

El símbolo del interior profundo, en el imaginario colectivo ruso, está situado en el mismo centro de la parte europea de Rusia, en la ciudad de Támbov, y la capital de los bromistas es la ciudad meridional (actualmente ucraniana) de Odesa (existe también la expresión “humor de Odesa”). En general, en la lengua rusa el sur es un lugar de relax y descanso, mientras que el norte es el lugar destinado al trabajo duro; desde hace siglos, al norte se viaja para ganar dinero y al sur para gastarlo.

Los otros dos puntos cardinales también tienen varias características propias: el Oeste (Occidente) se asocia con la civilización y el progreso y el Este (Oriente) con la tradición conservadora y el misterio. “El este es un asunto delicado”, esta frase de la conocida película de culto de los años 60, titulada Sol blanco del desierto es también muy popular en la cultura rusa.

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