Cuba: EE UU trata de arrebatarle a Rusia sus amigos del Caribe

AP
Tras la histórica decisión de los EE UU y Cuba de restablecer lazos diplomáticos, anunciada el 17 de diciembre de 2014, se han abierto dos embajadas, en La Habana y Washington, respectivamente. RBTH ha entrevistado a una serie de expertos rusos sobre este paso histórico y el papel de Rusia en el proceso.

Expertos rusos sitúan el evento en un contexto más amplio, en lo que ellos ven como una campaña no manifiesta de los EE UU para ganarse a los amigos de Rusia y expandir su esfera de influencia hacia áreas que previamente se habían establecido, por razones de ideología política, como zonas de “prohibido el paso”. También podría marcar un giro en la política de Washington de mantener a los “estados paria” al margen de la política global.

Para el Gobierno de Obama, esto significa la culminación de dos años de accidentadas negociaciones con lo que tradicionalmente llamaban, en la jerga política y de los medios estadounidenses, “el régimen comunista” del Caribe. Estas arriesgadas conversaciones requirieron que se abandonase el sesgo ideológico, a favor de un pragmatismo sin dogmas.

Para Raúl Castro y su equipo de inflexibles revolucionarios, que solían cantar “Cuba sí, yankyi no”, tampoco era fácil aceptar el súbito cambio de actitud de sus acérrimos enemigos, quienes en el pasado habían organizado tantos planes para derrocar el Gobierno de La Habana y conspiraciones para matar al padre fundador de la nación, Fidel Castro.

Ahora, ambas partes están de acuerdo que este es simplemente el primer paso en la dirección correcta.

RBTH contactó con el veterano analista de política internacional, Anatoli Gromiko, miembro de la Academia Rusa de Ciencias. Gromiko lleva el mismo nombre que su padre, el reputado ministro soviético Andréi Gromiko. Anatoli Gromiko, de 83 años, tenía amistad con el presidente de los EE UU, John F. Kennedy. Aquí está su comentario sobre la restauración de las relaciones diplomáticas formales entre los EE UU y Cuba:

“Considero que esta evolución es extremadamente positiva. Básicamente, significa que los EE UU están abandonando, finalmente, la mentalidad de la Guerra Fría. No es ningún secreto que el objetivo de los EE UU era ahogar a Cuba con sus sanciones económicas y su presión militar. Ahora, Obama está alejándose de esta política. Es un giro positivo. Cuba es un testimonio de cómo un país, aunque sea pequeño, que se mantiene erguido en su terreno, puede enfrentarse a cualquier amenaza. Las sanciones son, en esencia, un acto golpista. Abandonar la política de sanciones para intentar la vuelta a las relaciones diplomáticas normales es una buena señal, aunque depende mucho de la política con la que Washington continúe después. Si se despertasen sospechas de que los EE UU están usando esta normalización como pantalla para empezar una 'revolución naranja', es decir, un cambio de régimen, encontrarían una reacción negativa por parte de los cubanos”.

Pero el campo minado que deben atravesar Cuba y los EE UU no debe ser infravalorado. El enterramiento, a toda prisa, de un régimen de sanciones que ha durado más de medio siglo no tiene muchas posibilidades de terminar con las trincheras de animosidad que se levantan a ambas partes. Hace falta tiempo.

Además, los cubanos de EE UU constituyen un lobby con gran poder económico e influyentes apoyos en la administración, muchos de los cuales son ultra conservadores, incluyendo los que residen en Capitol Hill.

Sorprendentemente, según el informe de la Troika, elaborado por expertos familiarizados con la lenta evolución de la clase política cubana, hoy en día los isleños parecen estar más dispuestos y ser más capaces de adaptarse a una relación más pragmática con los EE UU.

Sin embargo, Alexánder Domrin, catedrático de la Escuela Superior de Economía de Moscú, no es menos optimista sobre este giro diametral en la política exterior de EE UU:

“Todas las guerras acaban en algún momento. Todos los embargos tocan a su fin. Lo que estamos viviendo es un momento histórico”.

En cualquier caso, no se prevé que esto dañe de ningún modo a la relación entre Rusia y Cuba, que va mejorando lentamente tras sufrir un importante revés cuando el Gobierno de Yeltsin se distanció de quien en tiempos fue su aliado más cercano en el terreno americano. Moscú y La Habana están promoviendo una cooperación significativa, hecha a medida, en áreas lucrativas libres de consecuencias ideológicas, lo que proporciona a ambas partes una cierta flexibilidad.

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