Revisitando el comunismo: los mejores lugares de la capital para recuperar el espíritu soviético

Ricardo Marquina
¿Sientes nostalgia de los buenos tiempos de la Unión Soviética? Dirígete a Moscú, una ciudad llena de recuerdos de la era soviética, que garantiza que nunca será olvidada. Estatuas, edificios y pequeños vestigios del pasado reciente han sido preservados como recordatorio de los tiempos comunistas.

Ni siquiera la espesa niebla matinal que cubre Moscú puede ocultar los chapiteles de los recargados rascacielos estalinistas llamados “Las siete hermanas”. Son un recordatorio de Stalin omnipresente y amenazador desde la lejanía. Los edificios eran considerados símbolos de una nueva era, emblemas del triunfo de un país que resurgía y proclamaba su grandeza al mundo entero.

Incluso un viaje en el metro de Moscú transporta a los pasajeros de vuelta a los días en los que las estaciones, como Komsomolskaya, se construían para ser palacios del proletariado. Muchas de las reliquias de los días de la URSS son ahora piezas de museo. Las estatuas de líderes comunistas sobresalientes que en tiempos se alzaban en las plazas centrales de las ciudades se retiraron después de los eventos de agosto de 1991, que señalaron el fin del comunismo.

Fuente: Ricardo Marquina

Desde entonces, han encontrado refugio en el parque de esculturas del museo Krimski Val. Entre las casi 700 estatuas talladas en piedra, bronce y otros materiales, destacan seis versiones de Lenin, un sombrío Stalin con la nariz rota y un Sverdlov (líder del partido bolchevique) sospechosamente atlético, mirando de manera inquietante a la blanquísima niebla que cubre el jardín.

La plaza Lubianka es el hogar del edificio de la KGB, que ahora alberga el museo del FSB (a menudo denominado museo de la KGB), que abrió en 1989. El museo, que solo se puede visitar en determinados momentos del año reservando una cita, cuenta una historia oculta del país, que empieza por la primera contra-inteligencia rusa contra los invasores tártaros mongoles y llega a los documentos recientemente desclasificados que se refieren a la captura de agentes y el trabajo conjunto con servicios de inteligencia extranjeros.

Los modelos de artefactos explosivos y las cámaras escondidas en latas de cerveza y paquetes de cigarrillos harán que mires a tu alrededor con nerviosismo. Entre las piezas que se exponen hay dos maletas en las que un oficial japonés trató sin éxito de pasar mujeres de contrabando.

Bunker-42

Fuente: Ricardo Marquina

El búnker de Stalin o Búnker 42 está a 65 metros bajo tierra (edificio 11, calle Kotelnicheski quinta). Escondido de la vista en el centro de la capital, ha sido custodiado por un cordón circular de hasta 600 soldados durante casi 30 años.

En los 60, el Búnker 42 estaba completamente equipado con todo lo necesario para sobrevivir a un ataque nuclear. Ahora, todo esto se exhibe como parte del Museo Central de las Fuerzas Armadas. Puedes caminar por túneles secretos, ver armas del Ejército Rojo y equipamiento para las comunicaciones, así como la sala de conferencias renovada para la plana del Gobierno y el estudio de Stalin.

Campos de vacaciones

Muchos rusos recuerdan haber ido a los campos de vacaciones de los Jóvenes Pioneros en centros turísticos del Mar Negro cuando eran niños. Y una visita al Museo de Máquinas Recreativas Soviéticas (Calle Baumanskaya, nº 11) hará que vuelva ese torrente de recuerdos infantiles. Organizado por tres entusiastas que han recorrido el país en busca de máquinas de juegos averiadas para restaurarlas, el museo tiene tres modestas salas abarrotadas de ellas. Incluyen mini boleras, y un juego de hockey sobre hielo “shaibu-shaibu” (llamado así a partir de un canto tradicional de los hinchas). La colección sigue creciendo.

En origen, estas viejas máquinas recreativas se montaban en las fábricas de municiones y eran extremadamente caras, ya que costaban entre 2.500 y 4.000 rublos, casi el precio de un coche Zhiguli.

Saborear la vida soviética

Fuente: Ricardo Marquina

En Moscú, no hay que ir muy lejos para encontrar comida de la época soviética. Se vende en la planta baja del centro comercial GUM (Plaza Roja, nº 3). También puedes visitar los restaurantes del tercer piso, Festivalnioye Café y Dining Room 57. Existen numerosos cafés pseudo-soviéticos en el centro histórico de Moscú, así como muchos establecimientos auténticos que sirven pelmeni (una especie de tortellini) y chupitos de vodka. Empieza el día con un desayuno soviético de gachas de semolina, que era el componente básico del desayuno de cualquier niño de la URSS. El café Paraíso de los Niños (Bulevar Nikitski, nº 25) ofrece un menú soviético con 25 tipos de compota, sopas y gachas de semolina sin grumos.

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